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viernes, 17 de diciembre de 2021

HISTORIETAS

HISTORIETAS

JOSU AIZPURUA

Txomin tenía 25 años cuando comenzó el Golpe de Estado fascista del 36 que le cogió en su lugar natal de Algorta, hoy en el Municipio de Getxo. En el Batzoki comenzaron los enrolamientos a filas del Ejército Vasco para apoyar al Gobierno republicano en Madrid y nacionalista en Getxo.

Se enrolaron en batallones, según su tendencia política, pero como Txomin no tenía ninguna y el enrolador era de la cuadrilla de su hermano lo destinó a intendencia, en un almacén que habían improvisado en Alangoz y donde nadie quería ir por el hambre de trinchera que se había despertado en la juventud. Un cabo de la UGT pasaba por La Intendencia, de cuando en vez, a retirar los partes de existencias que cada vez eran menores.

A Txomin le dieron un buzo de mahón con una insignia de la UGT, pero él estaba en época de novias y aquello no le agradó. Con un pantalón de mahón y camisa blanca, su aspecto mejoró y lo complementó con una chamarra de cuero de aviador que encontró en el depósito de guerra. Un gorro ruso, de piel, le vino de perlas y una cartuchera con un pistolón inservible pero enorme, de la guerra mundial, complementado por unas txirukas engrasadas, hicieron que se mirase al espejo y sonriese embelesado. No había nadie en Algorta con uniforme tan chulo como el suyo.

Sin jefes, sin misión, con un control mensual, tuvo todo el tiempo del mundo, para encontrar novias en los palacetes de Neguri, donde las chicas del servicio se fascinaban ante su percha y algún obsequio del almacén, como el chocolate Chobil, que ya no se vendía en tiendas. Dos de Mungia y una de Orozko, eran sus conquistas especiales que mantenía con regularidad.

Paseaba por Neguri en su busca y haciendo ostentación de su “uniforme” que tal cual enamoraba a las doncellas, aterraba a sus “señoritos”, la mayoría escondidos en el desván esperando la liberación de Franco que seguían en sus radios. Cuando Txomin entraba en su jardín buscando a sus novias, el terror embargaba al señorito del desván.

Llegó hasta el Estado Mayor de Burgos, la descripción de un supuesto comandante comunista ruso, enlace con el Gobierno Vasco que tenía su sede en Algorta y aterrorizaba a los españolistas millonarios de Neguri. Contaban que había hecho varias bajas y detenciones entre ellos.

Ajeno a ello, Txomin vio con angustia la orden de retirarse a Santander y cayò en la cuenta que él no pertenecía a batallón alguno, ni tenía armamento. Su hermano le aconsejó que huyera a La Rioja y procurase pasar a zona roja.

Pero en la estación de Logroño, la patrulla militar lo detuvo y consiguió convencerles de que era un enfermo del pecho que estaba en el Hospital de Santa Marina, que lo habían cerrado, y quedó en la calle e iba a Logroño para tratarse. El médico militar que lo examinó, lo destinó de inmediato al ejército franquista, al frente, donde estuvo cinco años antes de licenciarse.

Licenciado, regresó a Algorta con certificado de buena conducta, lo que le abrió la puerta de la hostelería local, donde trabajó hasta su jubilación.

Entre los “abuelos VIP” de Neguri, aún se cuentan a los nietos las aventuras del general comunista ruso que los persiguió durante la Guerra.

 

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