VERSOS DE LA FE, PROSA DEL DINERO
POR IÑAKI URDANIBIA
«El Estado es un perro
hipócrita[…]
la Iglesia, es una
especie de Estado
y es la más mentirosa»
Friedrich
Nietzsche, Así hablaba Zaratustra
Me estoy refriendo al libro del nombrado Ángel
Munárriz, «Iglesia S.A. Dinero y poder de la multinacional vaticana en España»,
editado por Akal. El libro es contundente e inapelable ya que el autor no habla
por hablar sino que recurre a noticias de prensa, a un certero repaso
histórico, a cuentas presentadas por diferentes organismos (la Iglesia es
reacia a hacerlo), a textos legales, a números y porcentajes relacionados con
las declaraciones de Hacienda, etc., mostrando con absoluta nitidez que la
Iglesia, encabezada por la Conferencia Episcopal y epígonos, trata de mantener
sus privilegios, con el fin de sobrevivir con holgura, imponer sus criterios
morales y otros, interfiriendo en el terreno de la política, en un intento de
mantener la apabullante presencia e influencia que tuvo durante los años de
descarado nacionalcatolicismo. El texto avanza analizando las redes elaboradas
por la Iglesia, como potente y omnipresente grupo de presión, en diferentes
terrenos guiándose por Mammón, más que por cualquier ejemplo de pobreza y
humildad.
Varios son los frentes abarcados por el
exhaustivo análisis, subrayando aquellas esferas que son fundamentales en el
comportamiento eclesiástico por ampliar su eco, su presencia, sus finanzas: la
pizarra juega un papel fundamental, con el dinero de los contribuyentes,
creyentes o no, que va a parar a las escuelas concertadas, y sus exigencias
desmedidas hasta el desmadre, presentándolas, falazmente, como un derecho de
los padres a elegir la enseñanza que quieren para sus hijos, y digo falazmente
ya que nadie les impide que eduquen a sus hijos como les rote, pero que lo
paguen. La huella del catolicismo no reside únicamente en la privada y las
concertadas sino que se infiltra en los centros públicos con la presencia de
profesores nombrados por los obispos y pagados por el Estado, corriendo la
selección del profesorado a cargo de la jerarquía eclesiástica, atendiendo a
criterios morales, de su moral, haciendo que quienes a ello se dediquen sean
personas de conducta intachable (léase que no sean homosexuales, que estén
casados como es debido, no con divorciados o divorciadas…).
Si lo anterior no fuera suficiente, los
ingresos de la Iglesia, y sucursales en forma de ONGs y otras yerbas, los
dineros recogidos por medio de la declaración de la renta, no son moco de pavo,
ya que al 0,7%, se ha de añadir otro 0,7% recogido por la labor social en
diferentes organizaciones, de modo y manera que recauda por dos vías, con el
mayor inri todavía de que el número de quienes declaran en la casilla de la
Iglesia sirve para hallar un porcentaje que implica que sea pagado con el
dinero de todos. Ángel Munárriz desmonta las falacias de los medios
eclesiásticos acerca de su pretendida autofinanciación, el dinero recaudado
entre sus fieles, al igual que el dinero, que dicen, dedicado a la caridad, a
las obras sociales, en especial vía Cáritas. Con las cifras al apoyo, se puede
ver que tales afirmaciones son mentiras podridas, ya que el dinero dedicado a
esos menesteres son peccata minuta comparado con el dinero dedicado al
mantenimiento de la estructura eclesial.
Otro de los medios para obtener dineros son las
visitas guiadas a diferentes lugares de culto, los ejemplos de la mezquita de
Córdoba o las organizadas en la catedral de Toledo, son de las que claman al
celestial cielo: en el primer caso, es un descarado acto de latrocinio al
tiempo que de desesperada falsificación de la historia, en el segundo, es de no
creer ya que las visitas a las que se alude van acompañadas de un piscolabis de
lujo que es degustado con la música de un concierto ad hoc, cobrándose para
ello un pastizal. Otros casos en los que la billetera toma el puesto de mando
por encima de cualquier consideración pretendidamente evangélica, son
presentados con pelos y señales y con palabras justificadoras de diferentes
jerarcas católicos. La simonía al orden del día y los mercaderes del Templo en
vez de ser expulsados, acogidos con los brazos abiertos…en especial si
apoquinan, y sabido es que quien lo hace es porque no pertenece al rebaño de
los pobres.
Mas no queda ahí la cosa ya que la última
embestida por parte de la Iglesia ha sido la masiva inmatriculación de
iglesias, ermitas, tierras, parques, tiendas… propiedad que le ha sido usurpada
a los diferentes pueblos. Más llamativo todavía resulta el que haya comercios,
tiendas, almacenes cuya dedicación nada tiene que ver, desde luego, con fines
sagrados; la aclaración de tal asunto se desvela al ver que son locales que la
Iglesia alquila a particulares con lo que, ella se desentiende de la dedicación
de tales establecimientos que no de sus beneficios. El escandaloso escándalo se
amplía hasta límites de verdadero escándaloXXL, si en cuenta se tiene la
exención de la Iglesia a la hora de pagar el IBI…bula que se extiende a sus
locales y espacios arrendados aunque se dediquen a vender, pongamos por caso,
condones o jamones….todo sea AMGD.
Me quedo corto, pero es que todo lo que dice el
libro no es posible resumirlo en pocas líneas, ya que Munárriz revisa la
historia de España, el concordato con la Santa Sede, retocado en diferentes
ocasiones mas siempre manteniendo las ventajas para el emporio de dios.
Obviamente, hay diferencias dependiendo de los gobiernos sucesivos a partir de
la denominada transición: bajo el gobierno de UCD o del PP, el olor a incienso
aumenta de manera exponencial, lo que no quita para que los gobiernos dichos
socialistas hayan mantenido los privilegios de la Iglesia, limitándose a
algunas declaraciones prometiendo que esto se va a acabar, que esto no puede
seguir así…pero la vida sigue igual, o parecida con los acuerdos, de 1976 y
1979, que sustituyen el Concordato de los cuarenta, pero que no toca los
privilegios ni las ventajas concedidas por el Estado; y como en cualquier
comisaría que se precie, o en los combates de lucha libre, la tensión más
aparente que real entre los buenos y los malos, los Rouco Varela o los
Blázquez, u Osorio, siempre unidos en lo fundamental: mantener las ventajas y
privilegios de la Iglesia y el intento permanente por imponer a todo dios su
credo moral, recurriendo a algaradas y apoyos indisimulados a los combates
contra el matrimonio homosexual, el aborto, etc. El repaso a los textos de los
concordatos es detallado y las nimias variaciones que en ellos de dan también.
A lo largo del libro se presentan las
influencias de ciertas corrientes como la apabullante del Opus, o de ciertos
colegios y universidades de mucho pago como cuna de los futuros canes de dios…y
la mirada se amplía a otras sectas como los Legionarios de Cristo, los kikos, y
los sucios negocios del Etado-madre, la multinacional vaticana, con sus bancas
y sus arreglos de cuentas, internos, hasta la muerte. La Iglesia siempre del
lado de los poderosos que es donde se siente el calorcillo que más calienta, y
la mirada al presente y a la historia lo certifican de una manera
inexorable…lejos del espíritu del poverello de Asís que decía «necesito poco y
lo poco que necesito, lo necesito poco».
No se limita Ángel Munárriz a lo señalado en
estas líneas sino que se atreve a hacer algunas propuestas finales de cara a
poner freno al ambicioso e insaciable poder de la Iglesia, y a sus pretensiones
de dominio y privilegio permanentes..
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