UNA MARQUESA Y UN HURACÁN
ANÍBAL MALVAR
Nuestra derecha mediática estaba tan concentrada en inventarse financiaciones lisérgicas de Podemos, rupturas de España, retornos de ETA y confabulaciones judeo-masónicas que no la vieron venir. Me refiero a Isabel Díaz-Ayuso, ese huracán destructor que ha socavado más los cimientos de Génova, 13 que las obras en dinero corrupto del edificio.
Los viejos periódicos también se distraían mucho lucubrando sobre la convivencia imposible de PSOE y Podemos en el Gobierno, y resulta que los que están a hostias divorcieras en la intimidad del hogar son los peperos. Solo faltaba la entrada en liza de mi querida Cayetana Álvarez de Toledo, y vaya si entró. Parece mentira que una mujer tan refinada goce tanto sumergida en trapos sucios. Deberían contratarla para anunciar un detergente.
La cosa está tan que arde que ya no se sabe cómo desviar el foco. Ayer mismo leíamos en ABC un extraño editorial sobre todos los atributos demoniacos de Podemos. "En España se ha normalizado que la corrupción y la violencia de la izquierda son disculpables", clama el torcuatiano diario sin aportar prueba alguna. Incluso, sin un motivo concreto que avale la necesidad de escribir el editorial. Es como si la dirección del periódico hubiera decidido que un día a la semana, pase o no pase lo que sea, hay que atizarle al rojo: "Toca los viernes. Cada viernes les sacamos un editorial que te cagas por la pata abajo, dire". Y no hay más que hablar.
Llora el viejo
periódico monárquico "este nocivo enfrentamiento orgánico que está
afectando al ánimo de todo el PP", y uno se pone triste al pensar en cómo
estarán viviendo esta situación Luis Bárcenas, Paco Correa, Rodrigo Rato,
Ignacio González y Francisco Granados, entre otros convictos. Tiene que ser desolador
para ellos observar cómo se desmorona el ideal por el que sacrificaron
generosamente su libertad. Si los Corleone y los Tattaglia desenfundan las
armas, malo para el negocio de todos. Es el mercado, amigo.
La periodista
Carmen Morodo, en La Razón, ya escribe abiertamente sobre "un pacto
Ayuso-Cayetana para desestabilizar a Pablo" que algunos prebostes del PP
están denunciando en sus chats privados. "El ruido", añade de su
cosecha la cronista, "favorece a Vox porque tanto la presidenta como la
diputada tienen el apoyo externo de voces con mucho predicamento entre el
segmento de voto más a la derecha".
Solo de ver las
caritas que ponía Ayuso cada vez que escalaba un peldaño en su carrera
política, se veían venir que esta chica iba cargada de todos los peligros de un
boomerang. Es como una Esperanza Aguirre con menos prudencia, que ya es decir.
Y aquí ya podemos citar a Aznar para hablar de armas de destrucción masiva, que
en este caso sí existen y tienen acrónimo de IDA, pero no de vuelta.
Morodo, intentando
encajar la cabeza del guillotinado sin que se note, nos asegura también que
"Cayetana no divide al PP ni abre corrientes de adhesión, pero sí divide
la gestión del problema que ella representa". Ya os digo que nuestros
fachiperiodistas están derrochando imaginación para decirnos que no pasa nada,
que no es aquelarre lo que vemos, sino un inocente guiñol.
"El que nace
lechón, muere cochino", le dice un dirigente anónimo al periódico de
Planeta refiriéndose a la rubia marquesa díscola. Y es que parece que la
estrategia mediática pasa por sacrificar a Cayetana para salvar a Ayuso.
Ya os conté aquí
hace unas semanas que corren rumores de que la dirección del PP anda, por si
acaso, villarejeando para ver si le encuentran a Ayuso algo sucio en su pasado.
Se conoce que les parece poco el despiste de 400.000 euros de Avalmadrid por
parte del padre de la actual presidenta, y que ella contribuyó a evaporar en su
propio patrimonio. Eso no es nada comparado con el robo de una crema en un
súper. Lo primero, lo de robarle al erario público, es un negociete, hija. Pero
robar una cremita, ay, eso sí que es una vulgaridad. Así piensa esta gente.
Nuestra guapa gente de derechas, que la llamaba Umbral.
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