TRIBUNAL DE BUENA ESPAÑOLIDAD
Los jueces
son humanos. En los últimos tiempos, especialmente humanos. Son abundantes las
sentencias patrióticas, esas que tienen por objetivo salvar España
GERARDO TECÉ
Absuelto un guardia civil que detuvo a una camarera en Navarra por servirle mal el café. El Tribunal cree que la actuación del agente, denunciado por detención ilegal, estuvo justificada. Y es que, tras pedirle a la trabajadora los papeles del establecimiento y su DNI personal, la actitud de la camarera, aunque obediente a los requerimientos, fue un tanto airada, poco respetuosa. Una actitud que bien podría ser constitutiva del delito de desobediencia o de alteración del orden público, tal y como interpretó sobre el terreno el agente que la detuvo y confirma ahora la sentencia judicial. Archivado el caso, esperemos que la experiencia le sirva a esta mujer de lección y, en el futuro, aprenda a servir a los uniformados como dios manda.
Dice la sabiduría
popular que una vez que uno cruza la puerta de un juzgado su suerte depende del
juez que le toque. Y, aunque algún amigo jurista de alma limpia me diría que
eso no es cierto, que la justicia no es caprichosa sino una aséptica
interpretadora de las leyes vigentes, no hay que olvidar que los jueces son
humanos. En los últimos tiempos especialmente humanos. Más de lo habitual y en
una línea humana bastante cercana al caso de Navarra. Son abundantes las
sentencias patrióticas, esas que tienen por objetivo salvar España cualquier
día, a cualquier hora y en cualquier lugar: lo mismo da una noche cerrada en
una cafetería de Pamplona que una mañana en las calles de Abu Dabi. Actuaciones
judiciales que provocan mandíbulas colgantes por un estupor ante el que el
CGPJ, con todo el tiempo del mundo por delante, debería hacer algo. Descartadas
las sanciones contra los togados autores de este tipo de sentencias, no sería
mala idea la creación de un Tribunal de Buena Españolidad. Una entidad jurídica
que ordene ciertas conductas y justifique ciertas decisiones que, de otro modo,
a algunos les seguirá costando entender.
Un Tribunal de
Buena Españolidad (TBE) acabaría con las suspicacias y demagogias que
revolotean a diario alrededor de la Justicia española. Si un dirigente de
Podemos es condenado por atentado durante una manifestación sin pruebas el
mismo día que, a pesar de las abundantes pruebas, la Fiscalía filtra que dará
carpetazo a los asuntillos del emérito, un Tribunal de Buena Españolidad sin
complejos declararía causa de interés nacional salvar el culo de un rey que, con
sus cosillas, nada tiene que ver con las rastas de un agitador antiespañol. Si
alguien, no contento con lo dispuesto por el TBE, comparase la condena al
podemita con la absolución del nieto de Franco y sus acompañantes tras
atropellar y encañonar con escopeta a dos guardias civiles, una nota oficial
del Tribunal de Buena Españolidad aclararía que, aunque incluso las mejores
familias pueden cometer errores en un momento dado, no es lo mismo haber nacido
en la cuna del Palacio del Pardo que en quién sabe en qué cuchitril de
Canarias.
Necesitamos un
Tribunal de Buena Españolidad que explique, con carácter retroactivo, algunas
decisiones tomadas en los últimos tiempos. Que nos diga, mirándonos a los ojos,
que una pelea de bar no lo es si los agresores son de un pueblo abertzale como
Alsasua, que eso los convierte automáticamente en terroristas cubata en mano y
punto en boca. Que, si hay que dar doscientas piruetas para que los casos de
corrupción del PP caigan en manos de jueces con compromiso nacional, pues se
dan. Y que un saludo a Garzón. Que si cada querella absurda de los ultras es
admitida a trámite –como aquella en la que se culpaba al 8M de la pandemia
mundial o esa en la que el mismo Tribunal Constitucional que cerró durante la
pandemia declara ilegal el cierre sanitario del Congreso que Vox primero pidió
y después denunció– es porque un Tribunal de Buena Españolidad no sólo lo hacen
los jueces, sino también los buenos españoles. Que, aunque la justicia europea
nos diga una y otra vez que no es delito fuera de España poner urnas de cartón
en la calle, es obligación de todo buen español dejarse el alma, las formas y
el prestigio de nuestro ordenamiento legal con tal de echarle el guante a quien
osó discutir la Santa Unidad de España.
Un Tribunal de
Buena Españolidad que hable claro y explique que las encuestas de Tezanos
pueden llegar a ser consideradas malversación porque al personaje no hay más
que verlo, que ojalá las pague él de su bolsillo. Pero que los pisos públicos
vendidos por Ana Botella son el limpio ejercicio del servidor público, como
concluyeron los amigos del Tribunal de Cuentas. Que si la Justicia imputa a una
ministra socialista por dar cobijo al líder enfermo del Frente Polisario es
porque el vuelo fue ilegal. Y que nadie, pediría el TBE, lo compare con el paso
por España de los vuelos de la CIA llenos de presos torturados camino a
Guantánamo por nuestro socio y amigo del alma George Bush: hacerlo sería un
acto de demagogia antiespañola. Que, si hay que empurar a un rapero por decir
en las letras de sus canciones que el rey roba o si hay que declarar inocentes
a guardias civiles disparando contra personas a nado, pues se hace porque la
buena españolidad es lo primero. Y punto. Necesitamos certidumbres.
Necesitamos, con urgencia, un tribunal que nos hable claro.
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