TOLETE GOFIÓN
AIZPURUA tar JOSU Mª
Los poco dotados de
neuronas y que además no entrenan, son un segmento social universal, cuyos
respectivos entornos sociales les dan una impronta peculiar, pueblerina,
diferencial, y entre ellos se encuentra el tolete gofión, que prolifera entre
los canarios. Es similar al resto mundial, pero con sus rasgos canarios.
El principal rasgo
canario es su colonización y su sumisión a la colonia y al cacique.
Por ello el tolete gofión, es alguien que en su mente lleva impreso el servilismo incondicional que le facilita el ascenso en el universo colonial y en casos extremos; en el peninsular.
Solo así podremos
entender que un espécimen como Marchena sea un “jefe” jurídico elegido por oscuros
acuerdos partidistas que se enfrenta a un diputado como Alberto, elegido por
los votos democráticos que él no tuvo. El sentido común le hubiera aconsejado
mirara para otro lado, pero consignas fachas obligan para mantener un buen
cargo. Estos jueces aspirantes a estrella olvidan donde están; en una
democracia 2021, que dejó atrás el franquismo fascista, donde se alojó 40 años
la derecha, pero donde no puede seguir alojándose hoy.
Los tres poderes,
hoy son ficticios y el único democrático es el Legislativo, que se somete a la
urna democrática, y elige al Ejecutivo, y nombra al Judicial.
Marchena y los
suyos, ensoñan un Poder Judicial, garante de no se sabe qué: ¿Las esencias
patrias? ¿Los fundamentos de la Casta? ¿Las cloacas? En cualquier caso, nada
que aporte credibilidad a la Democracia. Sus sentencias no son populares, del
Pueblo, si no argumentos torticeros sacados de no se saben que artículo
incomprensible, que transforma lo blanco en negro.
La cúpula judicial
debiera someterse a urnas para tener credibilidad y oficio.
El oficio de Juez
no puede tener prevalencia sobre el de Político, que es elegido y responsable
de la dirección del Estado y sometido al veredicto popular que le confirma o
arrebata su poder. Hay jueces que, anclados en el franquismo y sus pompas, se
consideran infalibles y acreedores a un respeto rayano en la veneración, que ya
no son propios del siglo XXI.
Hoy los jueces no
están en la situación con Montesquieu, de honores y prevalencias, la sociedad
cambió y solo su buena práctica merecerá el respeto popular, pero sus errores y
sectarismos serán denunciados amparados en la libertad de opinión, que no puede
limitarse y menos con argumentos sectarios y gremiales, pues NADA excede a la
Libertad de Expresión, que será acertada o errada; pero siempre LIBRE. Nadie
está libre de la crítica.
Muchos pensamos
(casi todos) que desde la judicatura se sigue la consigna facha de acabar con
el Gobierno Social-Comunista, que se centra en UP como primer objetivo. Los
enfoques del caso Alberto nos lo evidencian, pero un grupo de jueces se imponen
sobre la lógica de una patada-patadita supuestamente dada por un tiarrón que si
te patea; te deja paralímpico.
El actual ataque
institucional desde el Judicial al Legislativo es más grave y más golpe, que el
de los catalanes del Procés. La venda de la Justicia tiene un agujerito y saben
a quién juzgan.
Este asunto no es
jurídico, es político camuflado con la toga.
¡Viva la Libertad
de Expresión! Y al que no le guste que se meta en un convento.
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