LA ESPADA Y LA PLUMA
ANÍBAL MALVAR
Está causando mucho ruido la alegre decisión del alcalde de Batres (Madrid) de negarse a pagar a Iberdrola la factura de la luz. En la nota de prensa en la que anunciaba la medida, hablaba Víctor Manuel López de "descomunal abuso", del "poder que estas multinacionales tienen en el control de los gobiernos" y, por supuesto, de "puertas giratorias".
La cosa es extravagante. Pues extravagante es el hecho de que el primer político que toma una medida contra esta fehaciente estafa sea el regidor de un pueblillo de menos de 2.000 habitantes. Cuando ya casi todos maliciamos que este fenómeno de la subida de la luz no es solo una cuestión de codicia, sino que tiene una evidente carga política: es el primer caso de magnicidio por electrocución que conozco en la historia. Las oligarquías quieren freír a voltios a Pedro Sánchez y su gobierno progre, pues ya no se estila lanzar sobre él a la División Azul o a la Legión Cóndor.
Pero, ya digo, a
pesar de ser las víctimas directas de este boicot antidemocrático, nuestros
presidentes, ministros, consejeros, alcaldes y demás electos han sido incapaces
de enfrentarse a los voltiogolpistas. Hasta que ha aparecido el irreductible
pueblecillo de Batres, cuyo alcalde se niega a que le conviertan el sillón
consistorial en una vulgar silla eléctrica.
Se comprende la
excepción batreña si uno repasa un poco su historia. Lugar de importancia
comercial y estratégica desde la antigüedad romana, en su castillo residió en
el siglo XVI Garcilaso de La Vega, la espada y la pluma, y si Garcilaso ha sido
alguna vez tu vecino, algo se te tiene que haber pegado.
Como ya habréis
sospechado, este alcalde de pluma y espada no es del PSOE. Eso ya hubiera sido
demasiado hermoso y renacentista. Pertenece a una de esas asociaciones
vecinales que desde hace años florecen en los pueblos, como síntoma inequívoco
de la pérdida de confianza popular en las grandes y vetustas siglas políticas.
Y en las nuevas también.
El alcalde Víctor
Manuel López ha cogido esta vez la pluma para anunciar la espada, y pone en un
serio problema a Iberdrola, pues la publicidad negativa que generaría cortarle
el suministro a un ayuntamiento podría tener consecuencias imprevisibles, tanto
comerciales como políticas. No sé si ya otros concejos se han sumado a la
rebelión, pero espero que sí.
Estos golpes de
Estado modernos, perpetrados sin coroneles ni curas, solo se pueden enfrentar
desde la guerra de guerrillas, desde las potencias diminutas de los pueblos y
los barrios. Y eso es lo que nos quiere decir el alcalde de Batres con su
sencilla y contundente nota de prensa.
De todos es sabido
que la única manera de regular los precios de los servicios básicos es mantener
empresas públicas en cada sector para competir con la voracidad de los
oligopolistas. Nuestros vecinos ricos europeos sí tienen empresas públicas de
electricidad, y unos sistemas regulatorios mucho menos relajados que este
cachondeíto nuestro.
Pero no confío yo
en que este PSOE se atreva a meterle mano al sector: le daría calambre a Felipe
González, por poner solo un ejemplo. Al PSOE, desde que regresamos a la
democracia, le ha sobrado siempre pluma y faltado espada garcilasianas.
Ya va siendo tiempo
de que el PSOE se empiece a comportar como un partido de izquierdas adulto, sin
miedo a las presiones paternalistas de los herederos del viejo y mismo poder
económico franquista que hoy pasean sus apellidos por los consejos de
administración de estas grandes corporaciones. Porque nuestro PSOE sigue siendo
un nini, que ni quiso estudiar cómo enfrentarse a los viejos poderes corruptos
de la dictadura ni hoy quiere trabajar
en combatir a sus herederos.
Lo cual que los
irreductibles de Batres no solo están poniendo en un aprieto a Iberdrola, sino
también al mismo Pedro Sánchez, que de Garcilaso se ha quedado solo con dos
versos: "Si quejas y lamentos pueden tanto que frenaron el curso de los
ríos...". Pero no, presidente. Solo en la poesía las quejas y lamentos
frenan el curso de los ríos. En política, no. Y de este gobierno progre ya nos
urge esperar algo más, en este asunto, que quejas y lamentos. Y solicitudes
mendicantes de empatía. Yo voy con los de Batre. Esos empezarían por negarse a
pagar los recibos de la Moncloa, del palacio de la Zarzuela y del Congreso de
los Diputados. Aunque cayeran en combate, como Garcilaso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario