¿DE VERDAD LES IMPORTA TANTO LA VIDA?
ANA BERNAL TRIVIÑO
Fachada del hospital Gómez Ulla de Madrid.-
Hay que hablar más de la vida y de la muerte, porque está
aquí, a cada instante.
Hace unos días leí que una mujer se suicidó en un hotel después de solicitar la eutanasia. Tras la entrada de la ley, todo parecía ir bien para ella hasta que, unas horas después, su profesional sanitaria se declaró objetora de conciencia. Según su denuncia, nadie más evaluó su caso. Tenía casi setenta años. Desde hacía 14 años padecía una enfermedad grave incurable, agravada con un cáncer de vejiga avanzado.
Esa mujer habló días antes de su
muerte con el diario El País: "Tengo alternativas. No son agradables, pero
las hay. Es violento pensar: 'Me estoy suicidando'. Yo no quiero eso. No quiero
suicidarme. Solo quiero que me ayuden a dejar de sufrir. Nada más. Para mí es
inconcebible que haya una ley y que no se pueda aplicar", dijo.
Me imagino a esa señora la
satisfacción que pudo sentir cuando escuchó en las noticias la ley de la
eutanasia. Me imagino a esa señora, luego, con la decepción de ver que su caso
entraba en un punto muerto donde nadie le atendía. Y me imagino a esa señora
viéndose acorralada, sin saber qué más hacer, mientras la enfermedad la
limitaba en sus tareas diarias o en su propia higiene día a día. Me la imagino
en ese hotel, dispuesta a suicidarse, aunque ella no quería. No sé si la
persona que se declaró objetora de conciencia tiene ahora su conciencia en
calma visto cómo ha acabado.
La semana pasada, tras escribir
sobre el aborto, recibí una docena de mensajes contra él. Entre ellos, un
doctor objetor de conciencia. La objeción de conciencia siempre es un no a la
ley, un acto que puede interpretarse también como de desobediencia. Nadie puede
oponerse, obviamente. Pero no puede ser que tanto en el aborto como en la
eutanasia no funcionen otros mecanismos que los aseguren y no sean papel
mojado.
Está muy bien que hagamos leyes
que nos lleven a la cabeza de Europa en derechos civiles, pero lo que realmente
estaría muy bien es que puedan ejercerse. Con plenas garantías, más allá de los
titulares. La objeción de conciencia no puede ser un obstáculo que deje en un
limbo a las personas que reclamen la eutanasia, como tampoco puede serlo en
aquellas mujeres que quieren abortar y se encuentran con respuestas tardías y
vagas en un momento donde tienen un contador con una cuenta atrás, porque el
embarazo prosigue. No se puede parar, como tampoco se paran enfermedades
crónicas y degenerativas y su deterioro. Necesitan respuestas urgentes.
A la misma vez leo que el
suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte en la juventud
española. Nunca había ocurrido. Y que, además, los intentos de suicidio o
autolesión entre la población infantil y juvenil han aumentado un 250% durante
la pandemia, según el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Entre algunos
de los motivos, la incertidumbre económica y laboral.
Siento que la muerte de la persona
que pidió la eutanasia ha pasado de puntillas entre la actualidad informativa.
También los casos de acoso a mujeres en clínicas abortivas. También el aumento
del suicidio en la juventud. Creo que pasa de puntillas, precisamente, el que
se deje de cumplir el derecho a personas adultas, a las que se infatilizan
cuando toman una decisión bajo su responsabilidad y que, en cambio, se haga
mutis por el foro con la prevención sobre el suicidio entre unos jóvenes que
necesitan asistencia y, sobre todo, un futuro con esperanza. Si les importa
tanto la vida, no veo a esos grupos que deciden sobre el aborto o la eutanasia
preocupados por el futuro de los jóvenes.
Decía la mujer que se suicidó,
"solo quiero dejar de sufrir". Ella quería dejar de sufrir. Las
mujeres que quieren abortar quieren dejar de sufrir la incertidumbre del
proceso. Y los jóvenes que pretenden suicidarse quieren un impulso para
agarrarse a la vida. Defender la vida sí, por supuesto, pero que no usen esa
defensa para comulgar con ruedas de molino. Que, en lugar de tanto debate
estéril e inútil, los objetores de conciencia y sus seguidores no pongan obstáculos. Al final, lo que hay que
garantizar es la libertad a decidir para que tengamos no solo vidas dignas sino
también muertes dignas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario