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sábado, 3 de julio de 2021

SOCIEDAD PRECARIZADA


SOCIEDAD PRECARIZADA

 

Por Eduardo Sanguinetti (*) especial para NOVA

 Ya no hace falta que se discutan en centros internacionales de exterminio una Ley de Eutanasia, el coronavirus llegó para ahorrarles la molestia de tomar decisiones un tanto antipáticas para los, aún, dueños del mundo y sus acólitos.

Este virus es solo el prólogo de lo porvenir, pues en la OMS ya se promociona considerar a la vejez como enfermedad. La vejez, considerada como horror ejemplar, cuando es un simple ciclo final de lo que denominamos vida.

No hay posibilidad de comprender nada, sin asimilarse al condicionamiento fantasmagórico de los medios de información falaz y su relación con los muertos, las víctimas, los desaparecidos que conforman bajo presión el imaginario social.

 

Hoy se navega con soltura en una vida vacua, frívola, jamás comprometida con la libertad en su concepción legítima, devaluando la verdad y el deber ser, precarizado el conocimiento que se inscribe también en la lógica de la sociedad del riesgo; es decir, una sociedad que se mueve en incerteza respecto a diversos temas entre los que destacan los valores sociales, el medio-ambiente, función civilizatoria, ideología y sobre todo la ética y la dignidad en franca desaparición.

 

No dejo de lado a los empresariuchos, bajo el amparo de una justicia sádica e inexistente, que especulan depositando sus enormes ganancias, sumadas por estafas y defraudaciones en paraísos fiscales, pagando miserias a sus empleados. El trabajo devino en empleo precarizado, trabajar decenas de horas para mantenerse en pie y en retroceso vital.

 

Miserable el sistema vigente ¿no les parece? Mientras tanto los herederos de tierras y empresas parásitas viven en sus espacios de confort obtenido por ser nenes de papá o mamá, "playmobils" carnales.

 

Un instante de verdad equivale a la eternidad. Es la eternidad en un instante, enfrentada al instante mercantil descartable, desechable perentorio, que anuncia la condena de los más débiles a una muerte asegurada, ya sea por virus instalados o ejecución directa.

 

¡Estamos aquí, todos nosotros! “los condenados”, con un pasado que nunca cesa, un futuro que nunca empieza, un presente que nunca acaba. ¿Dónde está la seguridad? ¿Qué protección pueden inventar que no se hayan imaginado ya? Es inútil pensar en la seguridad: no existe ni la más mínima.

 

No hay un lugar final donde retirarse… a no ser que nos quedemos quietos, inmóviles. Si llegamos a hacerlo, sin perder el equilibrio, sin dejarnos llevar por la embestida, puede ser que seamos capaces de controlarnos y de esa manera actuar.

 

Desde el momento de despertarnos por la mañana, hasta el momento de acostarnos, todo es una farsa, una vergüenza, una estafa, todo el mundo lo sabe y todo el mundo colabora con la perpetuación del fraude. Por eso es que quizás, nos parecemos tan desagradables unos a otros. Por eso es por lo que es tan fácil organizar una guerra o una cruzada contra el vacío…

 

Si todavía pudiéramos creer en un dios, lo convertiremos en un dios de venganza. Pondremos en su ser el trabajo de limpiar todo a fondo. El espacio de la política, hoy más que nunca, es el de la mentira sin lugar a dudas. Las mentiras de la política ya no dejan de tener contenidos inocultables que provocan una instancia paradójica en secretos develados, que todo ciudadano avezado no deja de conocer y deplorar, deviniendo en estos una sensación de impotencia e indignación producida por la violencia diferida del vector al que apunta la mentira: la necesidad de un sentido que no existe.

 

En la Sociedad de la Mentira el intelectual legítimo, debería tener un rol esencial, en su tarea irrenunciable de instalar la Voluntad de la Verdad; me resulta paradójicamente muy difícil definir a este mismo “intelectual”, con sentido de ser, portador de ideas y conductas a seguir por una población que se debate en un estado de inseguridad ante el simulacro como norma de vida.

 

La mentira se ha vuelto muy popular, replicada por los turistas de la vida, asegurado en sus tránsitos, mordiéndose la "cola". La mentira se ha convertido en tendencia de este tiempo, elevada a símbolo de los comportamientos que siguen millones de habitantes del planeta, por temor, por patologías varias o simplemente como nuevo deporte de las neo burguesías faranduleras y oligarquías plutocráticas reinantes, animadas de esplendor cosmiátrico.

 

Mi discurso no tiene la cobertura de prensa de la corporación de medios excluyentes de Argentina, como en tiempos pre digitales lo ha tenido, será que es desestabilizador de la farsa y antepone la sustancia de la verdad nutrida de argumentos válidos, muy bien fundados, eliminando a la mentira institucionalizada. Medios con los que me he negado sistemáticamente a negociar, medios conformados por corte de personajes ridículos e improvisados, clero secular de arrastrados “medio pelo” rentados/as y sus acólitos, intentando encontrar la palabra, sin “animus”, en empantanadas notas iluminadas con luz de neón; medios que monopolizan toda la publicidad de chatarra, consumida por millones de ciudadanos y viralizada por los “millennials”, tan volubles y volátiles a la hora de innovar.

 

Imposible visualizar un horizonte feliz en este tiempo de pandemia, pues ha llegado el momento de las comunidades zombies, con rutinas de consumo extremo y con final de fiesta sin sonrisas. Se movilizó rápidamente la derecha fascista autoritaria tomando la calle con el inestimable apuntalamiento de medios que no cesaron en año y medio de bombardear con fake news al espectador, que en su angustia Covid lo compró todo, logrando con alianzas obtusas que las generaciones nuevas se asimilaran al espejismo que les prometieron. Y el gobierno, en comportamiento demasiado sobrio, obedeciendo a consignas de algún asesor escondido, intentando dialogar con quienes no lo desean. Pactos en las sombras… ¿sabremos algún día por qué Alberto fue elegido por Cristina como presidente?

 

La “Mentira Superstar” se ha ubicado en el Top Ten de la pirámide de la simulación y la mentira, un hecho por demás deplorable y asqueroso, para mí, al menos, un “Baby Boomer”, perteneciente a una generación que ha mantenido sus principios y fines, con voluntad, coraje, persistencia, austeridad, animado de amor a la libertad, la armonía y la verdad, sin presiones de nada ni de nadie, salvo de una hipersensibilidad, que me mantiene vivo y de a ratos, muy alegre, de saber que lo peor no ha acontecido, aún.

 

(*) Filósofo y poeta

 


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