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sábado, 17 de abril de 2021

PODEMOS IS DIFFERENT

 

PODEMOS IS DIFFERENT

DAVID TORRES

España, decía Max Estrella en Luces de bohemia, es una deformación grotesca de la civilización europea, una afirmación que Valle-Inclán tuvo que poner en labios de un poeta borracho y que don Manuel Fraga suavizó con un eslogan en inglés para atraer al turismo: Spain is different. En realidad, quien preparó toda la campaña turística española fue Hemingway, que se hinchó a visitar tablaos, a correr en los sanfermines y a aceptar brindis de toreros en Las Ventas mucho antes del auge de Alfredo Landa y de que Fraga inaugurase los bañadores de cuello alto tirándose a bomba en Palomares. A los extranjeros les fascina España desde siempre, no sólo por el sol, el flamenco y los toros, sino porque aquí pueden hacer cosas que en su país no les permiten hacer ni locos, como tirarse a una piscina desde la terraza del quinto piso de un hotel o emborracharse en medio de una pandemia mundial estilo horda vikinga.

 

La deformación grotesca typical spanish aparece a simple vista, apenas se asoma uno a periódicos y telediarios y asiste al escrutinio enloquecido al que se somete diariamente a un partido como Unidas Podemos, una lupa de aumento mediática y jurídica, una inquisición de paparruchas en la que no paran de publicar en primera plana escándalos terribles que luego se diluyen a la primera de cambio. Habla mucho del ahínco y la perseverancia de nuestros periodistas de investigación -de Inda para abajo- la insistencia con que siguen buscándole trapos sucios a la formación después de la cantidad de chascos que se han llevado en los tribunales. Son periodistas de dibujos animados: evocan la persecución infinita del Coyote detrás del Correcaminos, así le estalle un barreno marca ACME en todo el morro, o la tenacidad nipona del Doctor Infierno y del Barón Ashler enviando un robot gigante detrás de otro contra Mazinger Z y cosechando únicamente montones de chatarra. Daría lástima verlo, si no diera otra cosa.

 

 

En el Callejón del Gato de la política española, los auténticos corruptos se pasean a sus anchas con carretadas de dinero negro y cuadrantes de contabilidad llenos de mierda y nombres propios. Sin embargo, los sabuesos del periodismo andan demasiado ocupados con el rastro de Podemos en Venezuela como para perder el tiempo con las diversas condenas a Espinosa de los Monteros o para contratar a un detective que averigüe de una vez por todas la misteriosa identidad de ese tal "M. Rajoy" que aparece en los papeles de Bárcenas.

 

El penúltimo escándalo -para rasgarse las vestiduras y tirarse de los pelos hasta hacerse una coleta- consiste en una reforma que Iglesias y Montero hicieron en su chalet y en la que incluyeron, colmo de los colmos, una barbacoa. Hasta que la lupa alcance la letra pequeña, la cosa llegue a juicio y se aclare la diferencia entre presupuestos y facturas, habrá portadas para rato, suficientes para tapar de momento el enésimo tropezón de Ayuso, esta vez por ocultar datos esenciales en su declaración de bienes. Cuando le preguntaron por qué no había declarado una participación del 50% en Sismédica SL, Ayuso respondió: "Yo de las cosas de Podemos no hablo, gracias". Podían haberle respondido con otro fragmento de Luces de Bohemia: "En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo". La dice un sepulturero.


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