EL POSTUREO DE ÁNGEL GABILONDO
JUAN TORTOSA
Sin la convulsión que ha supuesto la candidatura de Pablo Iglesias a la presidencia de la Comunidad de Madrid el PSOE sabe, y Ángel Gabilondo probablemente se entere alguna vez, que las elecciones del 4-M lo hubieran acabado barriendo del mapa a él y a su inanidad, esa flácida manera de entender el ejercicio de la política que tiene el hierático e impávido catedrático universitario.
El PSOE y Gabilondo saben que si existe alguna posibilidad de neutralizar a Isabel Díaz Ayuso es merced a la aparición de Iglesias en el escenario, y que tal decisión ha dejado desconcertada a la derecha y a la ultraderecha, a esta última porque si ya se temía que muchos de sus hooligans acabaran votando a Ayuso, ahora empiezan a considerarlo casi inevitable. Gabilondo y el PSOE saben que esto puede desembocar en que Vox no llegue ni al cinco por ciento, Ayuso se quede a un paso de la mayoría absoluta y haga falta la suma de todos los demás escaños para impedir la continuidad de la actual presidenta.
Así las cosas, ¿por
qué el candidato socialista ataca con más saña a Unidas Podemos que a sus
rivales de la derecha y la ultraderecha? ¿quién le engaña haciéndole pensar que
ese postureo, porque más vale que sea postureo, puede ayudarle a reunir más
votos de los que obtuvo en 2019? Nos ha tenido desesperados toda la
legislatura, sin plantar apenas cara a los desvaríos y frikadas de Ayuso, y
ahora solo se le ocurre buscar adeptos a su derecha respaldando hasta las
medidas fiscales del PP. El PSOE sabe que con la escasa trempera que demuestra
Gabilondo solo puede aspirar al suelo de votos que le aseguran los
incondicionales siempre que la modorra no lleve a estos, incluso a los más
adeptos, a quedarse en casa dando la batalla por perdida de antemano.
Desde que se abrió
el fuego, desde que empezó la precampaña, Ángel Gabilondo solo parece haber
espabilado a la hora de meterle caña a Iglesias, a quien ha atacado más en
quince días que a Díaz Ayuso en casi dos años. Ni una sola de las monstruosidades
de la presidenta, que ya se cuentan por centenares, ha tenido por parte del
líder del PSOE en la Asamblea de Madrid la contundente réplica que tantas veces
se ha merecido. Para tachar de radicales a Unidas Podemos, en cambio, le ha
faltado tiempo, igual que para lanzar al aire la primera frase con tintes de
eslogan salida de la factoría monclovita: "Con este Iglesias, no".
¿Acaso hay algún
otro Iglesias, señor Gabilondo? Sabe que no, así que entonces… ¿por qué brinda
munición gratis a los altavoces de la derecha? Dos años desaparecido en combate
y justo resucita para segarle la hierba bajo los pies a una formación que bajo
ningún concepto podrá ignorar si finalmente es posible echar a Ayuso y todo lo
que esta representa ¿O es que acaso no
quiere echarla? Nombrándole a usted como candidato es lo que parece que
pretende el PSOE. Proclama sin pudor que aspira a entenderse ahora con
Ciudadanos, partido junto al que podía haber promovido una moción de censura
hace ya más de un año, pero tampoco se atrevió. Y eso a pesar de lo bien que
conecta con las chicas y chicos del partido"Hacendado" del PSOE, la
marca blanca con la que hubiera podido sumar mayoría más que suficiente.
Mucho van a tener
que trabajar los fontaneros de Moncloa si quieren sacar algún partido de usted,
aunque si obtienen el mismo éxito que con Illa en Catalunya o con la frustrada
moción de censura en Murcia, apañados estamos. Si creen los socialistas que en
Madrid hay que derechizarse para ser votados se equivocan tanto usted como
Redondo y sus chicos. En Madrid hay miles y miles de personas, muchas más de la
que se piensa, deseando, ansiando, necesitando que las cosas cambien pero ya.
En muchísimos casos, porque es la única manera de reparar los destrozos de 25
años y devolver la luz a la autonomía madrileña, en otros por simple
supervivencia y en otros muchos... por dignidad pura y dura.
Produce mucha
vergüenza tener como presidenta de tu Comunidad a una persona de la catadura de
Isabel Díaz Ayuso. También indignación, porque no transcurre un día sin que nos
tome el pelo; ahora acaba de rematar con la promesa de bajar impuestos,
tratándonos una vez más como tontos a quienes, además de sufrir en la vida
cotidiana una gestión al estilo de Trump o Bolsonaro, vemos cómo van desfilando
por los juzgados, por corruptos o presuntos corruptos, todos los cargos
importantes que el Partido Popular ha tenido en su historia reciente. Uno a
uno, sin que falte nadie. Le puede pasar lo mismo a Ayuso apenas pierda el
poder, algo que está en las manos de un Gabilondo que en vez de ponerles el
espejo a diario y denunciar sus mentiras, su perfidia, su vileza y su falta de
pudor, se dedica a imprecar a aquellos con quienes no tendrá más remedio que
pactar si los números acaban haciendo posible un gobierno progresista.
Ser soso, incluso
serio y formal, no tiene por qué ser sinónimo de carencia de sangre en las
venas. Póngase las pilas, por favor, señor Gabilondo, aunque solo sea para que
los que votan siempre al PSOE sin importar quién encabece la lista, no acaben
desmotivados y tirando la toalla antes de tiempo. Los votos de los suyos
cuentan, así que no los espante también, no equivoque el tiro y espabile de una
vez, haga usted el favor. Ahora o nunca. Déjese ya de postureo, remánguese y
empléese a fondo en desenmascarar a esa derecha dispuesta a jodernos la vida si
gana ella. Aunque usted se empeñe en lo contrario, queda mucho partido por
jugar.
J.T.
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