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jueves, 22 de abril de 2021

AGUIRRE EN LA SUPERLIGA DE LA JUSTICIA

 

AGUIRRE EN LA SUPERLIGA DE LA JUSTICIA

DAVID TORRES

Mucho hablar de feminismo y de empoderamiento, pero la derecha en Madrid ha hecho más por la libertad y la emancipación de las mujeres que todas las leyes habidas y por haber, más un montón de sufijos y desinencias. Concretamente, de tres mujeres, Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes e Isabel Díaz Ayuso, con quienes Hollywood podría filmar una franquicia al estilo de La liga de la justicia o Los vengadores que ríete tú de Wonder Woman, de Superwoman y de X Woman, si la hubiera o hubiese. No sé si será la Liga o la Superliga, pero en Madrid la justicia, cada vez que tropieza con una presidenta, se quita la venda de los ojos, pide perdón y se agacha a recoger la balanza.

 

La semana pasada Ayuso tuvo que rectificar su declaración de bienes después de descubrirse que había estado ocultando a la Asamblea de Madrid su participación en una sociedad durante dos años. Ayer mismo se supo que el juez archivó el caso Púnica para Cifuentes, meses después de que otro juez considerase que ella era inocente de la falsificación de las actas en la Universidad Rey Juan Carlos, que tenía las manos limpias y que la culpa recaía en las inconscientes a quienes se les ocurrió la peregrina idea de regalarle un máster. La sentencia es tan escandalosa que la Fiscalía ha pedido repetir el juicio, pero lo mismo la juzgan otra vez y condenan al Eroski por meterle a la fuerza unos botes de crema en el bolso. Menos mal que la justicia española no se encargó del caso, que si no le caen diez años y un día al encargado de seguridad del Eroski.

 

En cuanto a Esperanza Aguirre, tiene tantas causas pendientes, entre la Gürtel, la Púnica y la Lezo, que una más no importa. Ahora que se ha descubierto que utilizó su cargo para ocultar un Goya inédito, podría decirle al fiscal encargado del caso lo mismo que le decía Jesús Gil a los incautos que pretendían demandarlo: "Ponte a la cola". Una mujer que ha sobrevivido a un atentado en Bombay, a la caída de un helicóptero, al acoso de un agente de movilidad en la Gran Vía y a la tempestad de mierda que ha llevado a varios colaboradores suyos a a cárcel, no se va a asustar ahora por un cuadro. Porque es un Goya, porque son ocho millones de euros y porque es Esperanza Aguirre, porque se llega a enterar la prensa de que Pablo Iglesias simuló una donación para apropiarse de un cromo repe de Quini y defraudar quince euros a Hacienda y no habría mayúsculas lo bastante gordas en las portadas.

 

Se ve que el cargo de presidenta de Comunidad de Madrid concede superpoderes a las mujeres que lo ostentan, los suficientes para salir airosas de cualquier encontronazo con la justicia. Por desgracia, Goya no tuvo oportunidad de retratar a Esperanza Aguirre, con lo que nos queda la duda si la habría pintado de pie, sentada o recostada, vestida o desnuda, aunque lo más probable es que la pintara con el puño en alto y una capa, en plan Superwoman, sobrevolando la Ciudad de la Justicia. También podía haber hecho una versión del lienzo de Rubens, Las tres Gracias, con Aguirre, Cifuentes y Ayuso bailando junto a un madroño y Madrid, en lugar de Paris, sin tener ni puta idea de qué hacer con la manzana.


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