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jueves, 11 de marzo de 2021

¡ÚLTIMA HORA! EL CORONAVIRUS COMPARECE POR VIDEOCONFERENCIA

 

¡ÚLTIMA HORA! EL CORONAVIRUS COMPARECE POR VIDEOCONFERENCIA

AGUSTIN GAJATE

A continuación difundimos, pese a las recomendaciones contrarias por parte de las autoridades sanitarias por la crudeza de los mensajes expresados, la transcripción íntegra y sin censuras de la comparecencia sin preguntas y por videoconferencia convocada por el cornonavirus y finalizada hace escasos minutos, para trasladar a la opinión pública su versión sobre la actual pandemia de la que se le hace responsable. Lamentamos que los demás medios y canales de comunicación no se estén haciendo eco de esta importante noticia y advertimos que este contenido puede herir la sensibilidad del lector.

“¡Ustedes no saben con quién están tratando! Se piensan que todos somos iguales, pero somos bastante diferentes, aunque nos parecemos y juntos conformamos una gran familia de abolengo, prestigio, efectividad en la batalla y otras cualidades contrastadas durante siglos. Creen que resulta fácil encontrarnos, encerrarnos, experimentar con nosotros y luego liquidarnos. Pero somos muchos... Muchos más de los que imaginan.

 

Pueden capturar unos pocos, miles o millones y sacarles toda la información que puedan darles, pero ya será tarde... Somos pura resistencia y antes incluso de que encuentren la fórmula para exterminarnos, habremos encontrado la manera de reorganizarnos y modificar nuestra estrategia de ataque.

 

Ustedes los humanos se creen muy listos, pero no lo son. La inteligencia o la sabiduría no es lo que ustedes piensan. Nosotros sí somos inteligentes, capaces de evolucionar cuando las circunstancias cambian, cuando el entorno exige tomar decisiones rápidas y drásticas para sobrevivir. Y así llevamos miles de millones de años sobre este planeta y probablemente también sobre muchos otros en el universo. ¿Cuánto tiempo llevan los 'homo sapiens' compartiendo nuestro espacio? ¿315.000 años como afirman algunos antropólogos, o menos?

 

Algunos de sus científicos afirman que nosotros somos la entidad biológica más abundante de este planeta y también la más diminuta y una de las más antiguas. Grupos de investigación aseguran que somos incluso anteriores al último antepasado común universal del que se han originado todos los seres que habitan ahora este planeta y que vivió hace unos 4.250 millones de años. Así que un respeto. Gracias a nosotros están donde están, porque merced a nuestro trabajo hemos ido mejorando su especie y eliminando a sus competidores: Nos deben la vida tal y como la conocen hasta llegar a esta época. Y cuando morimos, no pedimos que nos lloren, nos recuerden, nos entierren o nos incineren, sino que desaparecemos sin dejar rastro.

 

Además, somos preciosos en nuestra amplia heterogeneidad: unos poliédricos, otros helicoides y otros capaces de adoptar las formas más diversas. ¿Y saben cuál es más guapo? Uno de los que más miedo generó a finales del siglo pasado: el VIH, que desencadenó el SIDA y que tiene una forma de icosaedro (un poliedro con múltiples caras), toda una obra de ingeniería genética que no ha recibido el reconocimiento que merece.

 

Matamos o dejamos secuelas irreversibles y ahí están los ejemplos de la gripe, la varicela, la poliomielitis, los herpes, el ébola, las hepatitis, la viruela, la rabia o la mononucleosis, e incluso llegamos a provocar cánceres, como ocurre con el papiloma o el sarcoma de Kaposi, así como algunos linfomas y leucemias.

 

No parece muy inteligente que nos nieguen o que no quieran vacunarse, cuando las vacunas han demostrado una gran efectividad en su lucha contra algunos históricos de nuestra familia, como la viruela o la polio, mientras que lleva mucho más tiempo desarrollar antivirales. Tampoco se entiende que organicen concentraciones para contagiarse sin garantía de inmunizarse. ¿Harían lo mismo estos grupos con la hepatitis, por ejemplo?

 

Aunque tampoco nos extraña que quieran inmolarse, porque somos capaces de conseguir que los seres a los que infectamos prefieran morir antes que seguir padeciéndonos. La mejor en eso de modificar las conductas es la rabia, que es capaz de transformar a un manso perro de compañía o de trabajo en una fiera incapaz de comer o beber y cuyo único objetivo es morder a otro para trasmitirle el virus a través de su espumosa saliva.

 

En esta guerra biológica pueden ser valientes y luchar contra nosotros cara a cara como sanitarios y científicos o ayudar desde la retaguardia, parapetándose tras las mascarillas, cuidando la higiene y manteniendo las distancias. Pero lo que no pueden hacer es ser inconscientes, porque entonces tenemos todas las de ganar. Aunque no es la primera vez que, teniendo la batalla ganada, decidimos desaparecer del escenario. No duden que se trata de una estrategia para emboscarles más adelante con nuevo armamento viral de impredecibles consecuencias.

 

Y para concluir, voy a enumerar nuestras condiciones para suscribir un tratado de paz duradero entre virus y humanos: Olvídense de la economía actual de la oferta y la demanda y el falso libre mercado y empiecen a estudiar en qué consiste la bioeconomía; transformen su sistema productivo y cambien sus costumbres, su forma de consumir y el uso abusivo de energía, y comprométanse con la sostenibilidad el planeta y la supervivencia de las especies que lo habitan. Todas, incluida la plaga humana, están en peligro crítico. Si se comprometen a cumplir estas condiciones tendrán una oportunidad de futuro. Avisados quedan. Salud y buena suerte.”


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