‘LA SEXTA NOCHE’: CUANDO LO IRRESPONSABLE
TIENE PREMIO
Lo peor de Victoria Abril no es Victoria Abril, sino el oficio
del periodismo yonki que le da altavoz a irresponsabilidades como la suya
GERARDO TECÉ
De vez en cuando surgen de lugares tan inesperados como el mundo del fútbol aportaciones de peso al debate social. En marzo de 2020, mientras el matador de toros Fran Rivera recorría las tertulias matinales de Antena 3 opinando sobre las medidas necesarias para hacer frente a la covid-19, el entrenador del Liverpool FC, Jürgen Klopp, se cabreaba en rueda de prensa al ser preguntado por el asunto que tanto preocupaba al planeta. No sé si eres consciente de que soy un entrenador de fútbol, respondió Klopp molesto con el periodista. Le estás preguntando a un tío con gorra de deporte y barba mal afeitada que, por muy famoso que sea, no tiene ni puñetera idea de esto, sentenció el asunto dejando, probablemente, el análisis de situación más certero de toda la pandemia y de lo que va de desquiciado siglo.
Lo peor de Victoria Abril no es el daño que puedan hacer sus declaraciones negando un problema que necesita precisamente de conocimiento, conciencia y compromiso social para ser resuelto. Probablemente el impacto sanitario que tenga la opinión científica de Victoria Abril sea mínimo. Doña Angustias, soy su médico de cabecera, ya tiene usted cita para venir a vacunarse. Usted será médico, pero Victoria Abril tiene un Goya por Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto y dice que nanai. No. No parece que esto vaya a ocurrir. Lo peor de Victoria Abril no es tampoco esa cultura del analfabetismo vestido de superioridad impostada que lucen quienes, como Victoria Abril, pretenden ser más listos que el resto de una manera sencilla y rápida. Más listos incluso que la comunidad científica, con el cómodo método de independizarse de la cruda realidad usando conceptos tan originales y trabajados como “plandemia” o “coronacirco”. Hay quien dedica una vida entera a la ciencia y hay quien dedica un cuarto de hora a construir un juego de palabras infantiloide. Son los segundos quienes se atreven a ir por ahí asegurando que tienen la verdad. Tampoco es lo peor de Victoria Abril el egoísmo que ha demostrado. La falta de empatía con tantos compañeros del gremio del cine reventando un acto a cambio de unos minutos de ridículo lucimiento. No es lo peor que se haya cargado, con la que le está cayendo al mundo de la cultura, la presentación de unos premios como los Feroz.
Lo peor de Victoria
Abril no es Victoria Abril, sino el oficio del periodismo yonki que le da
altavoz a irresponsabilidades como la suya. Tras sus declaraciones negando una
pandemia mundial que cuesta vidas y pobreza, La sexta noche se lanzó a
entrevistarla sin pudor el sábado 27. Con esa doble moral tan habitual
consistente en querer ser, al mismo tiempo, periodista y vendedor de mercancía
barata en mal estado a cambio de unos gramos de share. Miren ustedes qué
barbaridades dice, mírenla después de la publicidad. Y, como lo que aquí
hacemos es periodismo, tras darle voz a la estupidez y a la irresponsabilidad,
hemos traído a un doctor en medicina que desmontará escandalizado estas
declaraciones tan irresponsables. En The Newsroom, de Aaron Sorkin, serie de
culto para muchos periodistas de grandes canales de televisión progresistas, a
juzgar por la insistencia con la que citan la serie en sus redes sociales, hay
un capítulo en el que Will McAvoy le explica a Sloan Sabbith por qué se está
comportando en antena como una traficante de droga cuando permite que durante
la emisión de su programa alguien mienta. “Vale, tú no eres la que vende la
droga, pero eres la que conduce el coche que lleva al traficante a la puerta
del colegio”.
Decía otro
entrenador de fútbol, Juanma Lillo, que hay que respetar el derecho a que todos
podamos dar nuestras opiniones –ha costado mucho dolor y sufrimiento a lo largo
de la historia conseguir este derecho– pero que no todas las opiniones son
respetables, ni mucho menos merecedoras de ser escuchadas. Mala época cuando
hasta el mundo del fútbol se permite recordarle al periodismo en qué consiste
su trabajo. Igual es momento de dejar de nombrar referentes tan pretenciosos
como The Newsroom para luego traicionarlos y apostar por algo más básico, pero
efectivo. No sé, propongo poner a Javier Clemente al frente de un espacio
informativo. Lo mismo así el periodismo español pasa alguna vez de cuartos en
el torneo de la decencia.
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