BENEFICIO DE INVENTARIO
Eduardo Sanguinetti, filósofo y poeta.
"La extranjeridad es buena", sumergirse, no ser nadie, no tener nombre, nada que sirva como recordatorio, para así experimentar, ensayar, para ver qué cosas todavía brindan placer, para evitar los golpes, para perderse entre todas las cosas bellas de este mundo". (Fragmento de mi libro "Blues Circunstancial", Prosa Editores, 2017).
El sujeto atravesado por la historia y finalmente constituido por la acción de la otredad, en tiempo presente: tal la cuestión que me preocupa desde hace años y que acarrea la utopía y la implacable imposibilidad de constituirla. Sin embargo, este viejo estribillo está rodeado hoy de una nueva aura, un novedoso misterio, desde el fracaso rotundo de las máquinas de explicación, el fracaso de lo sistemático.
El alma y la
metafísica del idealismo, la naturaleza y la raza del fascismo, lo social y
económico del materialismo progresista, toda una serie de entidades
personalizadas y cosificadas, de agentes históricos que, a fuerza de oponerse y
de girar en el vacío, se han vaciado de sentido.
Momento propicio,
por lo tanto, para mirar, seguir pistas, intentar volver a trazar el mapa de lo
imaginario, de permanecer fragmentario, de pasearse en la ruina de los
discursos altisonantes y de hacer “cosecha propia”.
Paradójico que
desde los poderes asimilados al régimen de un capitalismo fundante y
perseverante de la ley de mercado, donde no existen amigos ni enemigos eternos,
solo intereses absolutamente vigentes en Argentina y el planeta, a pesar de
discursos embaucadores de libertad, solidaridad y fraternidad, las acciones
congeladas de funcionarios y demás miembros de un Gobierno que parece retirarse
de sus responsabilidades y obligaciones, para con la verdad y la libertad en
sus políticas fundamentales, una inmensa sombra (esa niebla de Cortázar, un desterrado
del peronismo iniciático, en “El Examen” o la de Bianciotti en “Lo que la noche
le cuenta al día”) da idea de opresión, de deseo fracasado: la sombra de un
autoritarismo empapa la institución y las disputas del campo intelectual
argentino escenifican la falta de una verdadera disputa. La canonización de la
farsa es evidente.
No deseo dejar de
mencionar a los vacunados VIP, oportunistas personajes, ellos/as y sus
familias, que en nombre de "la Patria es el otro" fueron vacunados,
dejando a miles de seres del personal de la salud y adultos mayores en riesgo,
sin esa vacuna… la segunda dosis de la vacuna ¿se las aplicarán en algún
Juzgado?
En respuesta
simulando repudio, los PRO convocaron a sus seguidores a una de sus marchas
violentas, excluyentes, en este caso, con final atroz, colgando bolsas
mortuorias en las rejas de la Casa Rosada, cada una con el nombre de los
vacunados VIP, un acto terrorista que recuerda el tiempo de la genocida
dictadura cívico-militar y los 30.000 desaparecidos… Dos facciones conforman el
“extraño” arco político de Argentina, con diferencias claras: el oportunismo de
los VIP, el terror y la violencia, sembrada por los PRO, nos invitan a
experimentar en un presente incierto, una democracia restringida, sin proyecto
de vida digno, igualitario, en armonía, de responsabilidad colectiva.
No ignoro que
acróbatas de medios crean tendencias que el pueblo consume, coronada su
mediocridad en grotescos personajes que confunden, degradan y ensucian el
tejido social, ya de por sí caotizado… Un pueblo, que no se decide a despertar
de su sueño fingido por temor, indecisión o simplemente desidia, ante
evidencias de estafas cotidianas, en conocimiento pleno de que existe
"blindaje" político, judicial, legislativo, el mediático los apuntala,
siguen esperando lo que jamás llegará: claridad y pureza en actos de gobiernos,
siempre a la zaga de simular y engañar.
Redefinir la
democracia debería ser el horizonte a alcanzar, pues los intereses nacionales
están subordinados a políticas exteriores de imperios hegemónicos, sin importar
el partido gobernante, tampoco si se aplica en estado de derecho o en
democracia.
Eludir compromisos
deviene en eludir la realidad, y la vida está plena de compromisos, sobre todo
el de uno con uno mismo.
La vida nos invita
a optar, en adquirir y eliminar vínculos de todo tipo. Quien pretenda almacenar
intacta su capacidad de optar no es libre: es un prisionero de su indecisión.
La huida de la realidad convierte al hombre en simple espectador de su vida.
Pienso que todo es
tan grave, en lo que hace al núcleo esencial de la vida misma, que debería
dejarse una constancia histórica de los ilícitos financieros de activos
incorpóreos, de las estafas, del abuso de poder, de la censura y persecución de
todos los que no deseamos formar parte del “festival de miserables” en que se
debate el mundo. Biden bombardeando Siria guarda fidelidad al “reaseguramiento
estratégico” de su país, buen ejemplo de que la pandemia de Covid-19 no ha
dejado enseñanza alguna, nada que haga modificar conductas ni ADN.
A partir de ellos,
en relación con ellos, se juega con títulos, deudas, tasas de interés y de
cambios desprovistas de todo sentido, basadas en proyecciones arbitrarias,
próximas a las fantasías más degradantes; pueblos expuestos a estas jugadas y
apuestas de gobiernos aliados de las transnacionales, alejados de toda
realidad, que constituyen un colosal mercado simulado, basado en nada, un
círculo cerrado, ficticio: se especula ad infinitum sobre la especulación y así
sucesivamente.
Los pueblos están
agotados, han cedido demasiado esperando cándidamente que se modifiquen
conductas, pero jamás se producirá el milagro, está en la naturaleza de estos
simuladores, dejar de lado lo esencial. Los pueblos se encuentran muy solos,
desprotegidos por las traiciones de quienes desde sus sitiales de honor,
pudieran dar un viraje al estado de las cosas a pueblos abrumados por el
denominado “pensamiento único”, la “mentira de ninguna verdad”, cuál norma a
seguir, cuál tendencia de estación, que se cobra la muerte de cientos de miles
de hombres y mujeres que deambulan cual parias por una tierra de la que fueron
excluidos.
De todos modos,
sigo caminando, silbando las melodías que he aprendido, en este tiempo de
traidores, ignorantes y cobardes, de acomodaticios y de vacunados VIP y
terroristas PRO… nada que exaltar, demasiado que condenar, derrumbando las
últimas fronteras que me separan del mundo de mis ficciones.
(*) Filósofo y
poeta.
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