TOMA LA VACUNA
ANITA BOTWIN
Pronto, nuestra ilusión por la esperada vacuna se vio enturbiada por noticias como el robo de vacunas por parte de cargos públicos, clérigos, militares. Desde casa no podíamos dar crédito a lo que estábamos viendo en este Atrapado en el Tiempo distópico con toque picaresco español a lo Escopeta Nacional. Si algo ha demostrado esta pandemia es lo peor y lo mejor del ser humano. Sanitarios en primera línea jugándose la vida y la de los suyos para salvar vidas y acompañar a quienes se iban solos sin sus seres queridos. En el lado opuesto, la vileza de quien, aprovechándose de su condición y clase social, roba lo que no es suyo, poniendo así en peligro la vida de tantas otras personas. Y el mejor ejemplo de esa codicia lo han demostrado a gran escala las empresas farmacéuticas, golpeándonos en la cara con el capitalismo atroz. Como ya ocurría al principio de la pandemia con las mascarillas o los respiradores o los guantes, quien más paga más tiene y sálvese quien pueda.
Tanto Pfizer como
AstraZeneca han incumplido el compromiso que habían adquirido con la Unión
Europea respecto al número de vacunas que llegaría cada semana, dejándonos con
la miel en los labios, con esa falsa esperanza de que el 70% de la población
(de los países ricos) estaría vacunada el próximo verano. O eso es lo que nos
dijeron los líderes políticos, esos mismos que ahora callan y otorgan y
permiten que nos roben a mano armada. Sin embargo, mientras estas empresas
rompían el acuerdo millonario con la UE, en otros países como Reino Unido, EEUU
o Israel los planes de inmunización marchaban a la perfección. Esos mismos
países serán los que más pronto llegarán a rozar la normalidad y, por tanto, la
recuperación económica. No quisiera pensar mal, pero cualquiera podría
sospechar que este tipo de maniobras pudieran tener más que ver con los
intereses geopolíticos de quienes más tienen, de cara a un futuro nuevo orden
mundial, más que el de parar una pandemia mundial. ¿Podría tratarse de la
primera gran batalla post-Brexit entre Londres y Bruselas?
Las farmacéuticas
aseguran que no pueden proveer de vacunas, pero lo cierto es que en Israel se
ha vacunado ya a un tercio de la población y Reino Unido ha inyectado este
remedio a 600.000 ciudadanos. Aquí huele a capitalismo, amigo. Por su parte, el
Consejo Europeo ya ha amenazado con aplicar el artículo 122 del Tratado de
Funcionamiento de la UE, que lo que viene a decir es que que se podrá recurrir
a medidas adecuadas a la situación económica, en particular si surgieran
dificultades graves en el suministro. Están tardando.
Estas vacunas han
salido al mercado gracias a las inversiones de dinero público: el problema es
que las administraciones dejan que luego las compañías controlen las patentes,
perdiendo el control sobre esa inversión, tal y como señalan desde Salud Por
Derecho. Esta organización ha solicitado ya al Gobierno de España que apoye una
propuesta a la Organización Mundial del Comercio para la suspensión de patentes
en vacunas, medicamentos y otros productos de la Covid 19. "La suspensión
temporal de las patentes hasta lograr la inmunidad mundial permitiría a todos
los países miembros de la OMC la posibilidad, si así lo consideran, de no
otorgar ni hacer cumplir las patentes y otras medidas de propiedad intelectual
sobre las tecnologías sanitarias que se desarrollen para luchar contra la
pandemia hasta que se logre la inmunidad de grupo mundial", añaden.
Las farmacéuticas
se han hecho de oro primero obteniendo fondos públicos para investigar las
vacunas y ahora especulando en bolsa y con los gobiernos, mientras están
muriendo más de 500 personas al día tan solo en nuestro país. Coge el dinero y
corre es lo que estos tiburones empresariales han practicado durante estos
meses en los que, mientras se publicitaban sobre la eficacia de sus vacunas, iban
subiendo en bolsa y llenándose los bolsillos con nuestro dinero.
En esta guerra
entre la Unión Europea y las farmacéuticas por el suministro y los contratos
firmados, perdemos los de siempre, los de abajo, los nadies. Por todo ello, es
momento de reaccionar ante los ataques neoliberales. Por parte de la sociedad
civil debemos reaccionar. Igual que en su momento tomamos las plazas, el
espacio público, que era nuestro; o Bankia, que había sido rescatada con dinero
público, mientras muchos desahuciados terminaban suicidándose, es momento de
llevar a cabo acciones populares contra estos buitres carroñeros. Debemos tomar
la vacuna, porque es nuestra, igual que lo era Bankia, la bestia.
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