EL BLOQUEO ES UN CRIMEN
DE LESA HUMANIDAD
FERNANDO
BUEN ABAD DOMÍNGUEZ
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), son crímenes contra la humanidad los que constituyen ataques generalizados o sistemáticos a la población civil. Son “crímenes de lesa humanidad” los exterminios, la esclavitud, la deportación o expulsión forzosa, la privación de la libertad física e intelectual que viola el derecho internacional. Son “crímenes de lesa humanidad” las torturas, las violaciones, la prostitución y la violencia sexual, la persecución de un colectivo (incluido su “linchamiento mediático”) por motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos o de género; la desaparición forzada de personas, el apartheid y otros actos que atenten contra la integridad de las personas y de los grupos sociales. Por ejemplo el Bloqueo, aunque lo llamen “embargo”. Antes de que los “puristas” de las clasificaciones leguleyas alienten esperanzas de ensayar elocuencias escolásticas, sepan que no tendrán lugar aquí. Es Delito de Lesa Humanidad todo cuanto atente contra la vida, la libertad, los derechos y la dignidad de las personas… y los Bloqueos son una de las formas de las guerras más alevosas, ilegales e ilegítimas, del capitalismo aunque contraten o inventen ideólogos, tratados internacionales y legislaciones para camuflarse.
Pero combatir al
Bloqueo no es asunto sólo “legal”, de poco han servido las decenas de repudios
internacionales en la ONU ni las proclamas airadas de las voces más indignadas.
La batalla contra el Bloqueo es una lucha política sin cuartel que no se
detiene a las puertas de las burocracias y que implica una batalla tenaz y
radical contra el capitalismo, su modo de producción y sus relaciones de
producción. Sin duda el capitalismo, en su desarrollo, luego de la Segunda
Guerra Mundial, produjo iguales o peores horrores contra la especie humana.
Produjo todo género de usurpaciones, invasiones y hurtos. Todo tipo de
engañifas, manipulaciones y humillaciones. Destrucción del planeta, de países y
de culturas. Vulgaridad, individualismo y racismo. Miseria, pobreza y
desamparo. Secuestros, usurpaciones y bloqueos. ¡Imposible maquillar tantos
horrores!. Las consecuencias empeoran y se comportan como pandemia. No hay
futuro para la humanidad bajo un sistema así. Y para castigar a quienes se
niegan a aplaudir sus horrores, el imperio impone sanciones, “embargos” y
bloqueos. Todo junto o separado, no son lo mismo. Son formas de una guerra
despiadada contra los pueblos y contra la humanidad. Por ejemplo, el Bloqueo
contra Cuba es el más prolongado que se conoce en la historia moderna. Aunque
ha sido condenado sinnúmero de ocasiones nada ocurre; lo mismo está sucediendo
contra Venezuela y contra todo aquel que intente desarrollar nexos de cualquier
orden con ambos países.
Algunos se
conduelen sólo por los “daños económicos” ocasionados por el Bloqueo, pero es
insuficiente para comprender y denunciar los estragos en los campos de la
salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la cultura. El Bloqueo, es parte
de la Guerra Psicológica imperial contra toda rebeldía. No olvidemos la
obligación ética, que tenemos todos, de denunciar el ataque sistemático contra
el estado de ánimo de los pueblos sometidos al bloqueo. Está más clara que
nunca la urgencia de una nueva proclama planetaria por los Derechos Humanos,
esta vez despejando toda huella de individualismo (del solo lamento por los
derechos individuales) para ascender a una práctica humanista que aprenda a no
reducir los Derechos y, a cambio, aprenda a expandir, y profundizar, todas sus
nociones a su carácter social necesario. Es hora de habilitarnos con un
programa humanista mundial nuevo, con carácter vinculante, en todos los cuerpos
constitucionales y en todas las jerarquías éticas con que debe armarse una
justicia social verdadera que nos ponga a salvo de las formas despiadadas de
desigualdad, desamparo y marginación reinantes.
Necesitamos una
Declaración de los Derechos Humanos de nuevo género que condene al Bloqueo,
esta vez democrática, suscrita por las organizaciones de los trabajadores y
trabajadoras, aceptada por los movimientos sociales en pie de lucha contra la
separación de la humanidad en clases sociales. Un sistema humanista nuevo, de
capítulos subordinados a una concepción dinámica e integral, capaz de
perfeccionarse con su práctica objetiva y con la organización democrática
permanente de veedores, supervisores y controladores organizados en comités
éticos para el desarrollo de los Derechos y las Responsabilidades colectivas.
Romper con toda “letanía de falsa democracia” para verdaderamente democratizar
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, renovarla desde los
consensos. Es un paso obligado en el corto plazo. Romper con la idea de que tal
Declaración ha de mantenerse enjaulada en la verborrea diplomática, para
ascender a una que se vuelva “carne de las luchas” humanistas de base
socialista. Una Declaración de los Derechos Humanos que sea sinónimo de
fortaleza práctica sostenida con pensamiento crítico. Necesitamos una
Declaración de los Derechos Humanos revolucionaria, que incluya debates y
escrutinio de los pueblos contra sus opresores.
Hasta hoy “Los
derechos humanos —escribe Marx— son los derechos de miembros de la sociedad
burguesa, es decir, de individuos egoístas, separados de sí y de la comunidad”…
pero los derechos del ciudadano son “derechos que sólo pueden ejercerse en
comunidad. Su contenido es la participación en la comunidad, y concretamente en
la comunidad política, en el Estado”. Ninguno de los derechos humanos trasciende
en individuos replegados en sí mismos. Necesitamos una Declaración de los
Derechos Humanos que sea herramienta de crítica cotidiana, cercana y en acción
cuyas proclamas luchen en el sentido fundamental del respeto inalienable por el
trabajo: “todos los miembros de la sociedad tienen igual derecho a percibir el
fruto íntegro del trabajo” o a un “reparto equitativo del fruto del trabajo”.
Necesitamos un
acuerdo internacionalista, de las bases, para re-fundar los Derechos Humanos de
manera esencialmente crítica contra el carácter sumamente limitado e inhumano
de la lógica del capital. Para luchar contra el Bloqueo (contra toda forma de
bloqueo) que constituye un crimen, flagrante y sistemático. Humanismo que sea
más que un compendio de “buenos propósitos” filantrópicos; que sea una manera
más de ascender a la práctica emancipadora. Como lo pensaba Marx, a la luz de
la Historia, inseparable del contenido insuflado por las fuerzas sociales en
sus luchas emancipadoras. Humanismo de “nuevo género” como acción deseable,
posible y realizable para las fuerzas que se fundamentan en la democracia
participativa y revolucionaria. Humanismo, hoy más necesario que nunca, para no
sucumbir a la opresión ideológica más feroz implícita en la sustracción de
plusvalía. Humanismo que no se detenga ante nada, que defienda a la naturaleza,
que proteja al patrimonio cultural, que combata a los negocios de las guerras,
de los bancos buitres y de los “mass media” máquinas de guerra ideológica. No
traguemos más engaños, el Bloqueo es un Crimen de lesa Humanidad. Y hay que
frenarlo, sancionarlo y obligarlo a reparar los daños, globalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario