DE VACACIONES EN VACACIONES Y ME
CONTAGIO PORQUE ME TOCA
DAVID BOLLERO
Arrancamos 2021 como cerramos 2020: con la mirada puesta en las próximas vacaciones, en si habrá o no habrá Semana Santa. Adiós al carpe diem, al vivir el día a día para saborear lo bueno que podemos extraer de la vida, incluso, en tiempos de pandemia. La sociedad vive su presente hipotecado al futuro con tasas de interés al alza dada la suma de irresponsabilidades. Es el 'de vacaciones en vacaciones y me contagio porque me toca'.
Estábamos
advertidos y advertidas, se venía hablando de la tercera ola desde hacía meses
y, pese a ello, comienzan a evidenciarse los excesos de navideños que engordan
las listas de hospitalizaciones y contagios en la práctica totalidad de
Comunidades Autónomas. Salvar la Navidades, como entonaban ciertos círculos,
era condenarnos y, cuando ni siquiera hemos rebasado la frontera del día de
Reyes, los pronósticos son fatales.
El ministerio de
Sanidad actualiza hoy las cifras oficiales de contagios; no lo hace desde el
jueves pasado y la bofetada de realidad se va a escuchar por doquier. A pesar
de ello, ya comienza a ponerse la mirada en la Semana Santa, encomendándose a
una vacuna que, en algunas de las regiones más afectadas como Madrid o
Catalunya, ni siquiera se están dispensando al ritmo deseable, vacunando un
porcentaje de las dosis que les llegan absolutamente ridículo (en Madrid un
6%).
A veces da la
sensación de que hemos perdido disfrute de los pequeños placeres, que terminan
por ser de los más grandes. Con la mirada en futuros que son más impredecibles
que nunca, muchas personas muestran su incapacidad para la diversión en
pequeños grupos, sin necesidad de congregarse en una muchedumbre desconocida de
riesgo.
Se puede culpar a
los promotores de esas fiestas y encuentros multitudinarios, a los espacios que
las albergan, a las Administraciones que las consienten... pero ninguna de
ellas se producirían si la gente no acudiera. Este modo de actuar no es
exclusivo de España, por el manido argumento de la cultura latina, porque si
miramos a Alemania, duramente golpeada por el coronavirus, vemos procederes
similares.
Bien es cierto que muchas personas responsables han pasado
unas Navidades inéditas, no sólo por privarse de muchos de los encuentros y acciones
que formaban sus particulares tradiciones sino, además, sin poder ver y abrazar
a sus seres más queridos. Es de justicia reconocerlas, pero las cifras de
contagios están ahí y toca golpear conciencias por ello.
Confundir el carpe diem con la irresponsabilidad, mirando a
un horizonte que ni siquiera tocamos, es conjugar un futuro pluscuamperfecto
que puede esfumarse entre los dedos, que no llega, sencillamente, porque no
llegamos nosotros y nosotras.
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