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martes, 8 de diciembre de 2020

ZORRO ALEGRE

 

ZORRO ALEGRE

QUICOPURRIÑOS

Correrían, pienso, los principios de los años setenta. Y allí estábamos en ese colegio religioso en el que se llevaban sotanas y baberitos. Y a no sé quién, bueno sí, a Tinito Guimerá, se le ocurrió formar un grupo scout, porque él, scout desde que nació y scout para siempre, hizo la llamada, el aullido del lobo. Y claudicamos a su convocatoria, entusiasmados caímos a su invitación unos catorce imberbes, esos que llevábamos entonces pantalón cortito, pero entusiasmados con una ilusión enorme de ser niños exploradores, aunque mocosos, esos que con el palo queríamos hacer el oso. Pero contentos por empezar a patear los senderos de la isla, para dormir bajo tiendas de campaña, o a veces, también, al raso. Y  siempre guiados por el guía, por Tino, por el Zorro Alegre, y por el subguía, el recordado y querido  Walther Lhorum, el que jodidamente se fuera antes de tiempo. Cómo era, Walther, Murciélago…?

         Y como no. Se formaron dos patrullas, la de los halcones y la de los castores. Yo fui subguía de los halcones, y me puse de nombre Halcón Alegre, en homenaje al Zorro Alegre. Sí.

         Catorce niños, más o menos, integramos ese grupo. Catorce de los  que aún hoy, casi todos, mantenemos contacto, a través de las redes. Y eso tantos años después.

         Y tú sigues caminando los montes, con pantalón corto, en fines de semana, fotografiando la naturaleza que te rodea y compartiéndola. Muy bonito.

         Me ha dado por escribir, pues sí. Y también me ha dado por pintar. En el pasado mes de Julio presenté mi primera exposición de pintura seria, en el Casino de La Laguna. Y lo hice a lo bien. Mi comisaria, mi querida y entrañable Lucy Cova, se encargó de que fuera a lo grande, contactando con la prensa, donde Zenaido Hernández me escribió un artículo precioso en el Diario de Avisos.

         Pero es que, Zorro Alegre, tras casi cincuenta años, desde  Madrid donde ahora vives e impartes clases de historia en una universidad, en esa mi primera exposición, me dedicaste unas palabras preciosas que se plasmaron en papel, que todo el mundo pudo leer con satisfacción. Pues gracias Zorro Alegre, gracias por conservar ese cariño de las noches adolescentes de acampadas, de caminatas por la isla, de las celebraciones de San Jorge en Las Lagunetas, la  de aquella representación de “Los Tres Alpinos que Venían de la Guerra”. ¡Claro que me acuerdo, cómo no! Fue, es un recuerdo entrañable que permanecerá siempre en mi memoria,de la que formas parte.

         Buenas noches, Zorro Alegre.

 

                            quicopurriños, 5 de diciembre de 2020


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