LA HABITACIÓN
DUNIA
SÁNCHEZ
La habitación. Una pared donde una obra cuelga
en el infinito de mis ojos. La observo en cada despertar, en cada huella
pincelada de mis manos. Mis manos, ejerciendo el mecer de los colores innatos
que se expande en un lienzo. Mis ojos lo miran, la obra está terminada. Me
desquito de mis manos manchadas de pintura y sigo examinándolo. Raíces que se
entregan a un mundo desorientado, en la incertidumbre de los vastos pasillos de
una luz que tal vez llegue. El día parece nublado. Un sol en el horizonte dice
de lluvias. Mientras vuelvo a la habitación donde en una pared una obra cuelga,
fresca, joven, con el rebozo de la vida. Me habla, me dice muchas cosas y yo
converso con la reconditez de mis sentidos y ella. Mi yema la roza sutilmente,
tardará en secarse. Mientras mis ojos absorbiendo de su entereza, compasiva y
quieta siento el mañana. Mis espaldas se emanan el suculento despliegue de su
verticalidad. La obra está acabada.
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