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martes, 17 de noviembre de 2020

ESPEJO, ¡ESPEJITO MÁGICO!

 

ESPEJO, ¡ESPEJITO MÁGICO!

QUICOPURRIÑOS.

Salgo de la habitación. O  cuando  entro en casa y lo veo y  me tropiezo con él me vuelvo a sorprender. Me encuentro con el espejo, ese espejito mágico parecido al de la madre de Blancanieves y que ahora descubro  en el baño, en la entrada del hogar , aunque no hayan siete  enanitos caminando por donde vivo,  o en el dormitorio del fondo. Paso por delante y me veo reflejado en él. Soy yo, pienso. Y…¿ qué veo?. En principio solo eso, una copia de mí, de mi mismo. De tan solo un cuerpo flaco y desgarbado, como soy. Veo un simple reflejo de mi persona que no podría desfilar en la pasarela Cibeles. Esa, la de Madrid,  porque no daría la talla. Calvin Klein no me contrataría para promocionar sus calzoncillos. ¿Y eso porqué? Pues por flaco aunque pudiera rellenar el producto a promocionar con mis atributos, que delgado no está reñido con esos, aunque me falte, eso sí, musculatura, masa muscular  por lo que, los del  marketing, los que hacen la selección, los del casting, me rechazarían, porque no doy imagen de macho potente, de tío cachas . ¡Eso es evidente, pero tengo gracia. No me acompleja ser flaquito ni narigudo! Pero luego, hablando del espejito, reflexionas, porque vas y  lo  vuelves a mirar. Y ves otra imagen de ti, que dice mucho, que dice tanto, otra cosa. Y tanto. Tanto y tanto de tu ser, de tu interior. Porque ves o vas y descubres lo que hay detrás del espejo, cuando, viendo esa imagen, la analizas y ves  tu rostro,  tu mirada y tu expresión de otra forma. Y, claro, lo interpretas de manera distinta. Esa imagen, ese reflejo ahora es otra, diferente, porque descubres  el lenguaje no verbal que tanto habla.  Cuando ves, lo que ves y piensas… me gusta o no me gusta, y  te dices me quedo así o he de cambiarme.

         El espejo te refleja, te retrata. Pero no solo devuelve tu rostro, tu cara, tu cuerpo o tu mirada. Es más, el espejo te hace pensar. Sí, te obliga a pensar aunque, cierto es que, es más barato que la consulta de un sicólogo o de la un siquiatra. ¿Estás contento con lo que ves de ti reflejado?

         Pero es que en el espejo se puede ver también a alguien más, que vive o pasa por allí o que convive contigo. Y entonces te obliga a hacer las mismas reflexiones, las mismas preguntas, las mismas dudas o incertidumbres.

         No sé si dejarlos (a los espejitos) en las paredes, en esas de mi casa, en los lugares de siempre, o coger esa piedra, la que vi esta mañana por  fuera del portal, en la calle, junto al contenedor de basura y lanzarla con fuerza y rabia contra ellos para que, de una vez y para siempre se rompan en mil pedazos y  de esa manera  poder seguir viviendo, tranquilo y apaciguado, sin la tortura de verme reflejado cada vez que camino  y los veo en el lugar en el que vivo y duermo cada día.

 

                                               quicopurriños. Noviembre 2020

 

 Nota: Dedicado a Samuel, el “loquito” de El Hierro, ese que me inspiró este cuento hace un par de días mientras tomábamos un café en una terraza cualquiera de Santa Cruz, a mitad de mi casa y de la suya, al preguntarme, Quico: ¿Tú que ves en un espejo?


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