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jueves, 26 de noviembre de 2020

AMADA (TEATRO)

 

AMADA (TEATRO)

DUNIA SANCHEZ

ESCENA 1

 

Viene el amanecer con una luna difusa en las horas. Ella, Amada , circula a través del monte con la distancia de los pinares, con la distancia el monteverde. En sus pasos lleva pan y queso(elaborado por ella). Se halla dichosa, entremezclada con los senderos solo conocimiento de ella ascendía a la cumbre. Una alegría la asumía en sus años donde la entereza la transformaba como pinzón azul de aquellas tierras. Abajo el pueblo, se iba alejando como la noche del día.

 

TOMÁS:

 

 Oh amada, aquí estoy con la temprana examinando la cosecha. Ya te diriges a tu hogar. Oh, amada, quieres tomar algo. Traigo café y yo supongo que tú, con tus manos dichosas llevas consigo algo para picar.

 

AMADA:

 

Sí, retorno. Que belleza nos asombra en estas tierras ¿Cómo va tu cosecha? Por lo que puedo observar bien. Sí, tomaré de tu café. Yo traigo algo de pan y queso.

 

 

 

TOMÁS:

 

Sentémonos Amada. Aquí, en esta piedra. Brindemos con lo que la tierra nos da. Oh , Amada qué sabroso es tu pan y tu queso. Corriente arriba vas con tu rebaño al azoque de tu techo.

 

AMADA:

 

Ay Tomás. Todos los amaneceres me dices lo mismo. Yo brindo porque siembra sea fructífera. Qué tu siembra con este buen café te de lo que quieras para continuar con estos saludos tan dichosos.

 

TOMÁS:

 

Porque no dejas la cumbre , Amada…ahí, tan sola.

 

AMADA:

 

No, Tomás. Ahí me mezo con la memoria , con mi mundo. Prefiero esa oledad apoderada de recuerdos alegres, de recuerdos míos. Solo míos.

 

:TOMÁS

 

Por cierto, he de decirte algo. Ha venido un médico Amada. Parece buena persona…

 

 

 

AMADA:

 

No me preocupa Tomás. Siempre el extraño es bien recibido en estas tierras mientras respete nuestro sentido de la vida.

 

TOMÁS:

 

En mi cabeza ronda cuando sanaste a mi hijo querida Amada.

 

AMADA:

 

Me marcho. Gracias por tu café. Voy con mis cabras hasta mi cueva. Ellas me acompañan. Mira Tomás, lo hermoso que se el pueblo. Mira Tomás, qué bello es este monte. Pero te digo una cosa, el tiempo habla de tormenta. Tu también deberías irte a tu casa. Una tormenta que nos deja los ojos rasgados de llanto cuando nuestra cosecha se derrumba, te digo Tomás. Pero no te preocupes, conversa con la fe , con la clemencia del tiempo y verás que todo es pasajero. No, no pongas esa cara.

 

TOMÁS:

 

Adiós Amada. Ya nos veremos otro día, otro día donde nuestras palabras esbozaran esperanza, alegría. Sí , me preocupa esas nubes grises, pesadas. Todo será cuestión de paciencia y tal vez se alejen.

 

 

AMADA:

 

Oh  Tomás. Que sople el viento en el encuentro de tu calma. Que sople fuerte…muy fuerte y los nubarrones se los lleve el mar. Adiós Tomás.

 

VOZ FONDO:

 

Amada se levanta. Amada se va . Amada sube por nadie la ve con su rebaño. Amada la desconocida. Amada la misteriosa. Amada sigilosa en la fuente de su verticalidad se va. Mientras exhorta un rezó. Deseo de todo bien a su amigo.

 

AMADA:

 

Que no venga la tormenta.

Que las aguas sean leves.

Que las gentes se nutran de beldad.

Que no venga la tormenta.

Que las horas sean mansas.

 

ESCENA 2

 

VOZ FONDO:

 

Surge  Amada tierras arriba, tierras ovacionadas por el canto de sus manos, por el rincón de su rebaño. Una cueva donde nadie la ve. Una cueva donde teje cada uno de sus pensamientos ¡Ay sus pensamientos¡ Se yerguen en su hija, lejos, en el cauce de su formación como mujer del hoy y ella como mujer del ayer. Inverno. Es invierno en ese fragmento de la isla, un invierno largo y arduo. La tempestad asoma a sus ojos y ella expulsa su grito. Ahí, en la soledad de la cumbre cercana, aislada.

 

 

 

AMADA:

 

Aquí estoy próxima a mi guarida. Aquí estoy con mis cavilaciones , con mis oraciones ahuyentando la tormenta feroz, cruel. Aquí estoy pensando en ella. Aquí estoy en el lucero del alba llegando donde mi mundo se guarda en mi memoria.

 

Fuera de aquí lluvias infernales.

Fuera de aquí viento feroz.

No, no vengas tiempo dislocado.

Apacigua tus aguas.

Calma ese vient

Para estas gentes que te aman.

 

Puede ser que se largue, puede ser que converse con otros lugares, puede ser que este invierno no nos castigue con su presencia, puede ser que se fugue en la insistencia de nuestra fe y puede ser que nuestras tierras emerjan en bondad por ellos , por nosotros. Oh querido  amigo ya sabes que estoy aquí, deja de ladrar. Aunque tu conversación sea rito de la alegría. Sí, si…ya he llegado. Estoy contigo fiel compañero. Me encuentro hoy algo cansada. Mira esas casitas blancas ahí abajo. Las campanadas de  la iglesia se escuchan, son sonido repetitivo en la jornada del hoy ¿Cómo estará mi hija? La he alejado de todo esto por su bien. Se construirá como persona en largo de los años ¡Qué opinará de mi¡ Yo ausente. Ella ausente. Pero, la vida es así amigo Canelo. Sí…si, ya entro en casa. Déjame en mis recuerdos. Déjame en el sabor de esta mañana reciente.

Fuera de aquí lluvias infernales.

Fuera de aquí viento feroz.

No, no vengas tiempo dislocado.

Apacigua tus aguas.

 

Calma ese viento

Para estas gentes que te aman.

 

VOZ FONDO:

 

Y amada entra en su cueva. Y amada se desliza en el vaivén de su ayer. Y Amada resurge entre el callado tiempo y la soledad. No le agrada esa mudez del tiempo. Es un callar con colmillos de derrotas. Y se siente ante su mesa a la luz de una vela que se desvanece con las horas.

 

AMADA:

 

Venid

Venid aquí espíritus del mal , espíritus del bien.

Os convoco ante el caos de esta atmósfera.

Os incito a lucha del poder

Espíritus del bien expulsar todo mal de esa aldea.

Espíritus del bien derrocar lo terrible del mal.

Venid.

Venid aquí espíritus del mal, espíritus del bien.

Os espero en el conjuro de un tiempo que no se detiene.

Os espero en el equilibrio de vuestra fuerza.

Que el bien sobreviva al mal

Y sea negado a este lugar donde la paz tiene alas.

 

Venid, yo la mujer de las cumbres.

Venid, yo soy la mujer de las soledades.

Venid, yo soy la sangre de esta tierra.

 

Venid…venid estáticos en vuestros arrebatos.

Que la tierra brote en belleza

Que la tierra despierte en nuestros labios.

Venid, venid….

La buena tierra nos mece en la vida, en la alegría

Que no se pierda, que no se pierda

Os convoco en el caos de esta atmósfera

 

VOZ DEL FONDO:

 

Y los espíritus del bien, y los espíritus del mal se reflejan en la cueva de Amada. Una lucha bestial por la victoria. Y la victoria llega y Amada llora de alegría ante los espíritus del bien y Amada cansada se tiende en su cama y sueña y sueña por un pequeño instante de tiempo.

 

ESCENA 3

 

VOZ DE FONDO:

 

Quince años es el viaje de los inviernos pasados ante Amada. Corre Amada ¡Corre Amada¡  para dar lumbre bajo la sangre de la isla, bajo la sangre de un cráter. Y Amada corre y corre acogida en la sombra de un drago para dar a luz a su hija. El dolor es intenso, es rompiente sudoración fría que la insufla en un grito en un su soledad, en su aislamiento ¡Corre Amada¡ corre Amada . Ahí la hija de tus entrañas. Y Amada rajada por la fatiga, y Amada luchadora de las corrientes a su contra coge a la niña y la pone en su pecho. Y la niña llora y la niña bebe de su pecho. Y ella deja que gotas de la sangre del drago que le da sombra empapen sus labios. Y Amada se levanta, eleva a su hija hasta sus ojos y sonríe.

 

 

 

AMADA:

 

Es la noche. Noche de luna. Noche de helada. Noche donde las yeguas trepan en sus buenaventura. Bienvenida hija mía, bienvenida al mundo de los humanos, de los vivos. Querida hija retornamos a nuestro techo. Pero no antes decirte que eres hija de los vientos sonoros de este invierno. Que eres hija de un buen destino. Crecerás a mi vera. Crecerás para luego cuando tus sentidos despierten te vayas lejos….muy lejos ¡No hija¡ no quiero que sigas mi misma vida ¡Oh drago de los deseos¡ Deseo todo su bien. Tu eres la señal. Que tu sangre corra por sus venas y la lleve a lo más alto de su ser.

 

VOZ DE FONDO:

 

Amada ante la ventisca gélida que viene retorna a su cueva, con ella su hija pegada a su pecho. Sus latidos son tambores que reproducen un estado de bienestar, de alegría. Sola, con el silbo de un clima traicionero rompe el mar de nubes. Con su danza particular penetra en su gruta. Deja a su hija dormida sobre su cama y se queda mirándola como mira el nacer de cada nueva jornada. Por su rostro caen lágrimas. Un cierta pena vaga en su corazón, su pulso se vuelve apagado ¡Ay Amada¡ su memoria usa las malas costumbres de un ayer. De estaciones atrás. Amada sale de su cueva. El invierno se hace fiero pero ella en vertical, indomable planta un gajo de ese drago que vio la luz de su hija ¡No Amada¡ El ya no está. Ya no está Amada, se ha ido. Sin embargo, donde quiera que esté el te abraza, te quiere. Y Amada llora, se confunde su pena y la felicidad. Y Amada tiende sus ojos a la luna blanca, a la luna llena. El rumor de aves nocturnas la acecha, la protegen ante cualquier intruso. Amada vuelve a su cueva. Y su hija duerme plácidamente. Embelesa la recorre escenas en sus pensamientos.

 

 

 

AMADA:

 

Que ninguna fuerza del mal te albergue hija querida, querida hija. Que la nada no te haga ser pájaro sin alas. Qué el vacío no te distraiga en tu canto, en ese largo recorrido de la vida ¡Ay pequeña mía¡ Se fiel a la fuente de tu destino. Se fiel a los consejos de tu alma. Se fiel a la belleza de los corazones ¡No te pierdas hija¡ no te pierdas…Busca hija…Busca y busca en tu encuentro y no dejes de bailar en tu alegría de existir. El mundo es sencillo hija, caminar sin ataduras pisando donde los soles aman a las lunas, donde las lunas aman a los soles. Siempre erguida. Siempre con tus grandes sueños acogiéndote en tus pasos. Nunca te rindas ¡Nunca¡ Todo lo dañino es herida hija, pienso solo ello. Pero el mal se va, es cuestión de tiempo, es cuestión de los pronunciamientos de nuestras cimas. Bajaras, subirás…subirás, bajaras hasta llegar al equilibrio. Hija mía…querida hija te ofrezco a la vida. Yo algún día no estaré aquí, yo algún día seré tierra. Te hablarán muchas cosas de mí pero, hija, atiende a tus emociones, a tus creencias. Todo es una batalla que según como se mire puede ser violenta o un campo de siemprevivas. Cuando las observes, cuando las sientas verás la eternidad de nuestros actos, de nuestra construcción en el paso de los años ¡El paso de los años…¡ Ahora vive, sé feliz.

 

VOZ DE FONDO:

 

Y la noche cabalga entre una luna que huye. Y la noche hace a Amada caer en el letargo. Y la noche fría se calla. Y la noche las ampara en un largo descanso.

 

 

ESCENA 4

 

 

 

VOZ DEL FONDO:

 

De repente como caballo desbocado la cumbre tiembla. Al derredor el ardor de una tierra que estalla en cenizas como borrachera engendrada de un volcán. Las humaredas desgarra los ojos atentos ante el desvarío de las entrañas de la tierra. Un desvaría que hace que los ojos naveguen en ciénagas del terror. Una explosión. Otra explosión. Una corriente de fuego lamiendo las laderas de esa cumbre. Amada...¡Amada¡ Despierta ….despierta Amada tu amado Pablo aun no ha vuelto al hogar. Amada…¡Amada¡ Despierta….despierta Amada. Y Amada siente un mal pronóstico. Se levanta airada, brusca, violentada con sus pasos acelerados fuera de la cueva. A través de sus ojos el ademán de la desgracia, de la traición ¡Pablo¡ ¡Pablo¡ grita con la intensidad estremecedores de una tierra moviéndose vertiginosamente, hacía el abismo. Y Amada sin el temor de la nada, del vacío, se vuelca en su búsqueda. Desnuda se erige a ese epicentro de la erupción con su vientre abultado.

 

 

 

AMADA:

 

¡Pablo¡ ¡Pablo¡…Ah, querido mío. Todavía nos has llegado y esta cumbre se ciega, se hace sorda de tu aliento. Ah, querido mío ¿Dónde estás? Voy a por ti amado esposo ¡Pablo¡ ¡Pablo¡ Todo se quema, todo es muerte pero tú no amado mío. Pablo del alma mía, respóndeme. Escucha amor mío ¿estás cercas? Contesta por el amor de los espíritus de nuestros antepasados. Aquí estoy querido mío. No me ves ¡Pablo¡ ¡Pablo¡ un puñal atraviesa mi pecho. Un puñal se clava y se clava en mis sienes. Un puñal raja mi garganta. Un puñal me amenaza con el tormento. Pablo del alma mía, respóndeme. Di algo amor. Caigo y caigo en los pozos del horror, de lo terrible y una pena me persigue, una pena me atosiga, una pena me muerde, una pena que me impide ser ojos de tus ojos, mano de tu mano ¡Pablo¡ ¡Pablo¡ ay, querido mío.

 

 

 

VOZ DEL FONDO:

 

Y la cumbre tiembla. Y las campanas redoblan ante la desgracia. Todos miran a  la cumbre. Escuchan el jadeo de la pena, del llanto de Amada. Todos se miran. Y las campanas redoblan ante la desgracia. Los valientes salen del pueblo en sentido de la atrocidad, de lo aberrante de la muerte. Los valientes buscan a Pablo. Los valientes temen por su vida. La extrañeza llega a todos  cuando de inmediato se hace silencio. Un silencio pronunciando muerte….muerte. Los valientes se miran. Los valientes desatan chispas de lágrimas ante el quejido de Amada. Los valientes vuelven al pueblo. Y las campanas redoblan ante la muerte. Y las campanas cantan a la amargura de los valientes que han vuelto. Todo es callado. Todo es sombra. Todo es muerte.

 

 

 

AMADA:

 

Oh , querido Pablo. Estás durmiendo? Despierta querido, tenemos que volver a casa. Ah, querido Pablo te has ido sin esperarme. No respiras Pablo ¡Porqué Dios del universo¡ No Pablo. Pablo no, no te vayas. Toca…toca mi estómago. Aquí tu hija. Oh, querido Pablo…

 

 

 

VOZ DEL FONDO:

 

 

 

Amada descompuesta. Amada destruida. Amada se lo lleva arrastrando hasta sus tierras ¿ A dónde vas Amada? Lo que tanto amas te lo ha arrebatado ¿A dónde vas Amada? Las almas del ayer siguen su ruta en un quejido sutil. Las almas del ayer lloran la muerte de Pablo, la desdicha de Amada.

 

ESCENA 5

 

 

 

VOZ  DEL FONDO

 

El sol dice de Amada. El sol dice de la grieta abierta en su dolor. El sol dice de la pena negra acariciando a Amada. Tiende el cuerpo de su marido en la cama. Amada desnuda su corpulencia inerte, neutra. Amada limpia cada rincón de su piel. Amada cierra los ojos de su agonía. Amada besa su vientre. Amada lo arrastra hasta un pedazo de tierra. Amada con el temblor de su sudor cava su fosa. Amada olisquea con sus ojos abiertos esa cavidad del terror. Pensativa, Amada, echa el cuerpo de su esposo en el agujero donde se dice el adiós. Amada con la pesadez del mundo, del aire que la rodea le echa tierra. Amada le habla, conversa con el silencio de las sombras vagando a su alrededor.

 

 

 

AMADA:

 

Hasta luego querido Pablo. Mi mente me hace vagar en el submundo de las ánimas.  Vienen ….vienen a mí para llevarte donde la paz sea alta roca de tus cantos. Descansa querido Pablo. Aquí estoy. Aquí desorientada. Cercada por los punzantes latidos de mi corazón ¿Cuándo despertaras Pablo del alma mía? Sabes, aquí llevo a tu hija. Sabes, cuando ella sea luz en las sombras nos encontraremos más allá de los astros ¡como curarme¡ la vida me observa con desprecio, con engaño ¡La mentira¡ Oh, Pablo del alma mía. Mira querido espeso lo que nos rodea. Este monte con sus pinares falderos ahuyentando las gentes. Mira querido esposo ¿vas a despertar? ¡No¡ ¡No¡ te quiero  y ahora me siento abatida, tirada desde algún precipicio a las mareas grotescas de la muerte ¡Ah la vida¡ que tortuosa es cuando es estampida violenta de la sin razón, de una tumba donde las siemprevivas dirán que aquí estas amado mío. No tengo lágrimas querido Pablo, esta es mi despedida, esta es tu despedida. Le hablaré a tu hija de ti. Y tu hija te querrá. Y tu hija te recordará cuando yo esté junto a ti.

 

 

 

VOZ DEL FONDO:

 

El pueblo escucha atento el eco del quejido de Amada. El pueblo teme la pisada de un cura  que viene a ellos. El pueblo asiente y se vuelcan en el abrazo de la distancia. Las campanas todavía tocan. Las campanas sin descanso quieren ese cuerpo plomizo, marmóreo.

 

 

 

PÁRROCO:

 

Traer ¡ Traer el muerto¡ No atiendo a vuestras palabras. Quiero el cuerpo presente para darle la sepultura debida. Los demonios nos arrebatarán la vida. El infierno caerá sobre vosotros. Trae ¡Traer al muerto¡ Que los cielo inspire vuestra búsqueda. No temer a esa hechicera. A esa que dice tener poderes. A esa que habla con el diablo. Debe ser enterrado en tierras de Dios como todos ¡No¡ no acepto vuestras miradas ¡Dios de todos los santos¡ Escucha esta plegaría. Gracias por salvar nuestro pueblo. Pero, perdona la pecadora de esa cumbre. Pronto con la avidez de estos valientes estará Pablo entre nosotros.

 

 

 

VOZ DE FONDO:

 

Todos rendidos. Todos angustiados. Todos perdidos. Todos con el miedo cruzando sus cabezas. Todos remordiendo sus creencias. Todos suben con los huesos engarrotados ante el quejido de Amada . No quieren dañarla más. No quieren apuñalarla por la espalda. No quieren ….pero una fuerza tremenda, gigantes los asesta en la búsqueda. La búsqueda donde Amada tiene su calma, donde Amada tiene su equilibrio.

 

 

 

GENTES DEL PUEBLO:

 

¡ Huye Amada¡ Vamos a por ti. Vamos a por Pablo. Amada , huye. Cobíjate  donde los ojos son ciegos , donde los oídos son sordos ¡Huye Amada¡

 

 

ESCENA 6

 

 

 

VOZ DE FONDO

 

 

 

La espera de  la noche. De una noche sin alas de  luna. De una noche donde las antorchas vagaran en su chispear a través de la laurisilva sorteando su suelo húmedo, su suelo embarrado , su suelo deslizante. Todos parten con la llama del temblor. Todo es silencio. Todo es un conversar con la suave brisa que hace danzar el fuego. La mirada vaga en la nada. Atravesado  el boscaje de  laureles, los helechos grandiosos llegan a los pinares. El sabor de su olor los enmudece, los detiene por unos instantes. Al unísono respiran en el cavilar de sus razones. Las antorchas se apagan. Las antorchas se callan y solos en la oscuridad. Una lechuza sobrevuela en sus ojos desechos. Esperan que el nocturno sea más profundo para adentrarse en las tierras de Amada ¡Ay Amada¡ Van a por Pablo.

 

 

 

GENTES DEL PUEBLO:

 

La oscuridad está presente. La pena está presente. El remorder está presente. Una maldición jugará con  nuestras vidas ¡ Oh Amada¡ perdona nuestras pisadas en tus tierras. Perdona nuestro cuchillazo a tu paz. Perdona pero el Dios grande nos obliga. Pablo será enterrado en el camposanto con una cruz de hierro ¡ Oh Amada¡ Somos intrusos de tu dignidad. Perdona por la traición. Queremos vivir tranquilos, que nuestros hijos crezcan, que nuestra cosecha sea rica. Nos llevamos a tu esposo Amada.

 

 

 

VOZ DE FONDO:

 

Y se llevan al cuerpo. Amada duerme con su vientre abultado. Amada gime entre sueños que la hacen despertar. Y se llevan al cuerpo de callada manera. Y Amada corre escalofriante a sus tierras, ahí donde cavó la fosa de Pablo. Se queda estática ante la noche cerrada, ante un vientecillo que le trae su aroma. Cierra los ojos, se acaricia su vientre y con el poder de sus oraciones Pablo le escucha. Pablo, muerto. Y se han llevado el cuerpo. Y llegan a la aldea. Un sudor frío corre por sus frentes, por sus piernas, por sus espaldas. Temen a Amada. Temen a su Dios. Lo entierra en la orden del párroco. Levanta el crucifijo que tiene en su cuello y lo beso. Ora para él . Ora para ellos. Y el cielo viene con la celeridad de una noche de destemplada. Una tormenta se aproxima con la celeridad del grito de Amada. Todos le dan la espalda al cura y vuelven temerosos a sus casas. Y la tormenta ya está encima aromatizada con los despojos de la erupción. Y todo se vuelve oscuro. Y todo se vuelve brumoso. Solo el cura. Cuando va a situar la cruz de hierro la tumba está vacía, intacta.

 

 

 

PARROCO:

 

Misericordia ante los demonios de esta tierra. He visto sus cuernos. He visto su maleficio ¡Dios¡ no me dejes solo ante la adversidad portentosa  y maligna de esa mujer ¡Dios¡ suplico ante la derrota de lo bueno ante lo malo. El infierno es presa de esa mujer. El infierno es presencia quemante ¡Aparta tu lengua de mi¡ ¡Aparta tus garras de esta tierra santa¡ No Dios, no puede ser. Todos huyen….todos huyen….

 

 

 

VOZ DE FONDO:

 

 

 

Amada invocando a las almas idas. Amada velando a su esposo. Amada besando su frente. Amada queriéndolo. Amada conversando con su muerte. Y Amada ¡Ah Amada¡ duerme junto a su tumba. Qué no lo lleven…qué no se lo lleven. Las constelaciones la miran. Las constelaciones le hablan. Las constelaciones la besan.

 

 

ESCENA 7

 

 

 

VOZ DE FONDO:

 

Entre estaciones. El tiempo pasa con la avidez de los pinzones azules, con la somnolencia de la memoria, con el paso lento de la existencia. La bruma recorre el pueblo. Campanas esbozando el lamento se apodera de él. La enfermedad ha llegado, se ha introducido en la profundidad del dolor, del llanto.

 

 

 

TOMÁS:

 

Te vas hijo mío sin que yo puede hacer algo ¡Que venga el médico¡ ¡Qué venga el médico¡ Me siento impotente, agravado por la pena hijo mío. No, no te vayas. Hola hijo mío, di algo. La fiebre es alta pero ya verás que curaras.

 

 

 

VOZ DE FONDO:

 

Y el médico viene. Y él médico compungido no mira el rostro de Tomás. Y el médico se sienta a las afuera de la casa como otros aldeanos. Esperan. Esperan que la agonía de ese muchacho acabe pronto. Esperan en un rezo que no les da esperanza. La bruma asciende y asciende  hasta llegar donde nunca había llegado. Las campanas toman celeridad, febriles piden auxilio a Dios. Y solo el   tiempo calma el dolor. Amada escucha ese quebranto, esa queja. Amada comprende que es un espíritu joven. Amada aislada. Amada sola. Amada se eleva y se pone frente a su drago. Amada coge un cuchillo y hace un orificio. Amada deja que caiga su sangre, sangre de drago, en una pequeña bolsa de piel de cabra. Amada espera la noche. Amada no se desespera. Las campanadas delirantes cantan a una despedida próxima. Amada escucha. Amada baja el monte. Amada se deja ver los gentes del pueblo. Los ojos se yerguen herido. Los ojos se visten ya de luto. Amada entra bajo el techo de Tomás.

 

TOMÁS:

 

El chico se va Amada ¡mi hijo¡ no hay nada que hacer Amada ¡Mi hijo¡ Mi hijo se muere Amada. No hay remedio.


VOZ DE FONDO:

 

Y Amada extiende la sangre del drago por el cuerpo del muchacho. Y Amada convoca las almas idas. Y Amada evoca el viento. Y Amada se va. Y amada asciende hasta su guarida. Y Amada escucha las campanas de la vida. Y Amada comprende que ha sanado.



 

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