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jueves, 10 de septiembre de 2020

BANKIA: SILENCIOS QUE MATAN

 

BANKIA: SILENCIOS QUE MATAN

La operación con La Caixa solo tiene sentido político: se produce cuando las acciones de la antigua caja tienen un tercio de su valor, sin un plan de negocio destinado a crecer, con gran número de duplicidades y en contra de la competencia

JUAN RUIZ

 

En los programas electorales hay silencios que matan. En esta ocasión le ha tocado a la banca pública, pero si revisamos los cambios en los programas electorales del PSOE de 2016 a 2019 encontramos otros silencios. Silencios que dan a entender un viraje desde posturas socialistas hacia posturas más conservadoras. La Sareb, que iba a utilizarse para crear un parque de vivienda social de alquiler, ha desaparecido sin dejar rastro. Lo mismo ha pasado con la publicación del listado de defraudadores acogidos a la amnistía fiscal, o la autofinanciación de las confesiones religiosas. Al listado de silencios se añaden mutaciones, como en el caso de la reforma laboral. Respecto a Bankia encontramos que, según el PSOE de 2016, no se iba a malvender y su privatización se llevaría a cabo en el momento que permitiera recuperar todo o la mayor parte del valor invertido por el Estado.

 

Hay que ser muy experto para que, a la larga, este tipo de malabares no terminen por pasar factura electoral. El problema de la operación CaixaBank-Bankia es que no sirve para arreglar ninguno de los problemas económicos de España y, además, genera nuevos.

 

La nueva entidad no se expande en nuevos territorios, sino que sus operaciones se concentran en un territorio donde ambas están extensamente implantadas

 

1. Se realiza la operación cuando las acciones han perdido gran parte de su valor. A pesar del reciente aluvión de noticias sobre la fuerte subida de las acciones de Bankia (30% desde que se dio a conocer la fusión), lo cierto es que cuando el PSOE escribía en su programa de 2016 que no se iba a malvender valían tres veces más de lo que valen hoy.

 

2. Lo anterior lleva a que no sea la mejor operación, ni para recuperar el dinero del rescate, ni para fusionarse, ya que Bankia queda demasiado diluida en la fusión.

 

3. La operación tampoco tiene sentido a nivel de la industria bancaria. Se producen duplicidades y la nueva entidad no se expande en nuevos territorios, sino que sus operaciones se concentran en un territorio donde ambas están extensamente implantadas, no en vano el 23% de sus oficinas comparten código postal.

 

4. Por lo que la operación es una operación política, a pesar de que se intentará disfrazar con varios informes técnicos, como en su momento se hizo cuando se fusionaron las cajas de ahorros. Por el momento, no se ha presentado públicamente ningún plan de negocio y sería difícilmente creíble un plan expansivo.

 

5. A la vista de que no es el momento de ampliar el negocio vía préstamos, la única vía que parece clara es la disminución de costes. Lo que, unido a las fuertes duplicidades, va a repercutir en la plantilla en forma de despidos y prejubilaciones en un contexto de fuertes tensiones en el mercado laboral.

 

6. Al margen de lo anterior, es cierto que la digitalización ha revolucionado el negocio bancario y las sucursales corren el riesgo de convertirse en los nuevos videoclubs. El negocio bancario está experimentando profundos cambios, pero esto no es un problema que se resuelva con grandes fusiones. La digitalización es una herramienta excelente para un modelo más atomizado que fomente la competencia. Obviamente esto es contrario a los intereses del oligopolio. 

 

7. Se renuncia a la posibilidad de tener un banco público en un contexto donde la política económica ha de ser de reconstrucción. El banco público podría servir para muchos de los retos que están por venir. Como ejemplo, el modelo alemán donde, en 1948, en plena reconstrucción tras la II Guerra Mundial, se fundó el KfW, que actualmente cuenta con un patrimonio neto de 28.000 millones de euros y presenta mejores niveles de rating que los dos mayores bancos privados de Alemania (Deutsche Bank y Commerzbank).

 

8. La operación fomenta el modelo too big to fail y la concentración de un sector que cuenta con más herramientas que nunca para estar atomizado. En este sentido, clama al cielo que los partidos que se dicen liberales no denuncien esta operación por ir en contra de sus principios.

 

Se renuncia a la posibilidad de un banco público que podría servir para muchos de los retos que están por venir en un contexto en el que la política económica ha de ser de reconstrucción

 

9. Tenemos una historia reciente muy negativa de lo que han sido grandes fusiones cuando se han hecho sobre un territorio común sin ninguna perspectiva de aumentar el volumen de negocio de lo que sumaban las dos entidades por separado. Se genera una entidad privada donde se duplican los Consejos de Administración, se produce un agresivo ajuste de plantilla y la nueva entidad tiene escaso valor añadido respecto a las dos entidades iniciales.

 

10. Finalmente, las formas han sido negativas para la confianza dentro del propio Gobierno. 

 

Todos recordamos el informe de la crisis aprobado por el Congreso, donde se concluía con firmeza que el Banco de España no hizo frente a sus obligaciones para actuar durante la pasada burbuja. En esta ocasión, se elige la Caixa porque es la única entidad con la que cuadran los números para que la parte pública pueda ser controlada por el sector privado sin que suponga un problema.  En un momento en que las acciones tienen un tercio de su valor, sin un plan de negocio que vaya en el sentido del crecimiento, con gran número de duplicidades y en contra de la competencia. Una operación que solo tiene sentido político. Esperamos que no se repita el error que dio origen a Bankia y que ha costado más de 20.000 millones de dinero público. En aquel momento el BdE lo resolvió con una nota que decía:

 

“La Comisión Ejecutiva del Banco de España ha aprobado hoy el plan de integración […] presentado por Caja Madrid, Bancaja, Caixa Laietana, Caja Insular de Canarias, Caja de Ávila, Caja de Segovia y Caja Rioja. A juicio del Banco de España, este proyecto cumple los criterios de solidez y racionalidad económica que se han de exigir a este tipo de operaciones”.

 

Ya que la operación se encuadra dentro del calculado silencio electoral del PSOE, tal vez fuera bueno dar voz a las plantillas de las dos entidades para que se pronuncien sobre si están de acuerdo y si ven viable el acuerdo.

 

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Juan Ruiz es doctor en Economía por la UCM.


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