VENEZUELA Y LA RAPIÑA IMPERIALISTA
CRISTOBAL LEON CAMPOS
Reactivando formas
de piratería modernizada un juzgado británico ha negado a Venezuela el acceso a
las 31 toneladas de oro (valoradas al menos en mil millones de dólares) que
tiene depositadas en el Banco de Inglaterra, con la excusa y juego político de no
reconocer a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de
Venezuela y sí al lacayo Juan Guaidó, entre otras cosas, resultaría por demás
curiosa la decisión del juzgado británico si no fuera evidencia su cinismo y
servilismo imperialista, pues el reclamo del gobierno legítimo venezolano de
Maduro para acceder sus reservas de oro data de por lo menos octubre de 2018,
es decir, meses antes de la aparición de Guaidó autoproclamado “presidente”,
recuérdese que la pantomima del “niño débil” según la definición de Donald
Trump, sucedió hasta enero de 2019. Es evidente que Inglaterra continúa con sus
viejas prácticas de saqueo e intento de coloniaje a favor del imperialismo.
Otra vertiente que
resultaría curiosa si no fuera también muestra del descaro imperialista, es que
la embajadora venezolana, Ms. Roció Maneiro Des, acreditada por la jefatura del
estado británico fue nombrada desde el 20 de noviembre 2014 por Nicolás Maduro
y, de igual forma, el representante diplomático británico en Venezuela fue
acreditado por Maduro, así que el supuesto reconocimiento oficial de Inglaterra
a Guaidó como acuerdo de Estado, queda en entredicho por la resolución del
juzgado que otorga un manto indefinido de aparente legalidad al autoproclamado
contraviniendo todo el actuar jurídico interno y externo del propio gobierno
británico, dicho en pocas palabras, el enredo telenovelero que han creado para
pretender justificar el saqueo que buscan hacer sobre Venezuela se les
desmorona a la hora de intentar darle carácter legal a sus acciones que a todas
luces son ilegales. Desde luego, se sabe desde hace mucho que al imperialismo
lo que menos le importa es la legalidad cuando de sus intereses se habla,
aunque en ocasiones busque encubrir su naturaleza con fórmulas discursivas
revestidas de legalidad.
Un tercer hecho del
mismo acto que pudiera estar cargado de curiosidad si no fuera además de cínico
y descarado una acción absolutamente inhumana, es la justificación de grupos
afines a Guiadó que dicen alegremente que el Banco de Inglaterra evitó con la
decisión de no entregar el oro a Venezuela que Maduro usara ese recurso
económico para enriquecerse y adquirir armamento para nuclear, los traidores
justificadores de la flagrante violación a la soberanía venezolana y cómplices del
saqueo imperialista, omiten decir como acostumbran la verdad. El gobierno
bolivariano de Maduro propuso sabiendo el contexto de disputa que existe por el
oro que fuera la Organización de las Naciones Unidas (ONU) quien se encargara
de vender el oro y de adquirir con la ganancia todo lo necesario (objetos,
maquinarias, medicinas, artefactos médicos) para el combate a la pandemia del
COVID-19, es decir, sería mediante la ONU que ese recurso se usaría para
contribuir al cuidado de cientos de miles de vidas humanas en territorio
venezolano. Al respecto el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab,
mencionó que: “Ese oro depositado en el Reino Unido, el estado venezolano había
instruido que pudiese a través de un organismo multilateral de las Naciones Unidas,
ser usado para la compra de medicinas, alimentos y enfrentar la pandemia de
COVID-19; pero la respuesta del rancio imperio británico fue todo lo
contrario”. Como puede notarse a simple vista, a los imperialistas y sus
lacayos nada les importa la salud y la vida humana, únicamente buscan la
satisfacción de sus intereses sin advertir que para conseguirlos deban pasar
sobre toda una nación y sus pobladores.
El embajador de
Venezuela ante la ONU, Samuel Moncada, ha dicho sobre la decisión del juzgado
británico que: “Eso es un saqueo imperial, el Banco de Inglaterra (BoE)
reconoce a Guaidó (como presidente encargado de Venezuela) que lo usan como
excusa y es el instrumento que se presta para el saqueo”. No es primera vez que
algo similar ocurre, como antecedentes se tienen los casos del dinero de PDVSA
y el Banco Central de Venezuela transferido a cuentas del Tesoro Estadounidense
y usado para la construcción del muro fronterizo entre los Estados Unidos y
México. La respuesta del gobierno bolivariano no se ha hecho esperar, y ha
ordenado mediante el Ministerio Público la congelación de bienes en contra de
tres de los principales presentantes de Guaidó en el exterior implicados en el
robo del oro, asó lo refiere un comunicado: “El Ministerio Público ha solicitado
orden de aprehensión y congelamiento de bienes en contra los falsos
representantes de Venezuela que han intervenido en la apropiación del oro:
Vanessa Neumann, responsable de negociar junto con la élite terrorista de
Voluntad Popular [partido opositor] el territorio del Esequibo a cambio del
apoyo del Gobierno británico a este Gobierno de ficción y entregar el oro (…);
Julio Borges, y Carlos Vecchio”, también se ha ordenado la detención de un
listado de operadores en todo ámbito sometidos al deseo imperialista. Por su
parte, El Banco Central de Venezuela recurrirá al Tribunal de Apelaciones para
solicitar se ha reconsiderada la absurda decisión y así frenar este descarado
robo.
La acciones de
saqueo e injerencia británica sobre Venezuela, es parte de la agresión
imperialista que desde hace años se comete, el robo al viejo estilo de la
piratería inglesa muy conocida en América, es intolerable e impermisible, ya el
gobierno bolivariano organiza la defensa de sus recursos, la opinión pública
debe conocer y reconocer estos actos ilegales e inhumanos del imperialismo, las
formas legaloides y políticas con que se presentan quieren distorsionar la
naturaleza económica de los hechos, lo que busca Estados Unidos y sus aliados
europeos así como sus lacayos al interior de Venezuela, es regresar a los años
de coloniaje para la destrucción de todo bienestar social. La unidad
latinoamericana es urgente para frenar acompañando la resistencia bolivariana
las agresiones y los atracos del imperialismo decadente.
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