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domingo, 19 de julio de 2020

MESTIZAJE DE DOMINIOS


MESTIZAJE DE DOMINIOS
EDUARDO SANGUINETTI
FILÓSOFO Y POETA.
Más que nunca, se impone hablar francamente, sin dobleces: sentir, pensar y decir, son la consigna. Mantener la lucidez, no desesperar y soportar con dignidad este tiempo de transición. Impedir que muera el genio. No dejarse llevar por la embestida del aparato represor. Y quizá, lo único que se le escapa a este tiempo sin tiempo, es una actitud plena de dignidad y ética, en temple y conocimiento de revelación apocalíptica. Esta es la coherencia, la fuerza de cohesión que nos sostiene. Un instante de verdad equivale a la eternidad, es la eternidad en un instante, enfrentada al instante mercantil descartable, desechable y perentorio.



Me abstengo de buscar un sentido de contrición a la existencia, se trata de un plano meramente humano sin la respuesta de trascendencia y sentido que se podría encontrar en la religión y las deidades a la carte. A través de mi agnosticismo humanista, solo deseo consumar el placer de imprimir en términos de mi propia experiencia, la realidad que me pertenece.

El hecho de preguntarnos día a día si tiene algún sentido simplemente actuar en el mundo nos lleva hacia el ‘absurdo’ y un misticismo bajo presión pandémica. Absurdo ante una falta de comprensión cabal del mundo que nos rodea en un punto extremadamente existencial y personal. Manifiesto que el hombre está dotado de una manía irreparable de buscarle un orden, un sentido a las cosas, origen del absurdo y del final de juego, donde comienzan a accionar los que huyen del planteo de preguntarse ¿qué hacemos aquí?… son los que han construido un mundo para pocos, juntando bibelots, son los parásitos colonizadores, que, cual virus de infecciones asintomáticas, en la ubicuidad de su ser y estar, lo degradan todo.

La ambición mediática, al no poder afiliarse a un ideal o una ideología política, sin causas éticas que defender, ni demandas sociales que satisfacer, va por acumular dividendos cuantiosos… mercenarios infiltrados en estas corporaciones económicas, hacen y deshacen la vida de los pueblos, ¿caben dudas?… tantos nombres para dar, tantos… lo dejo para lanzarlos en el momento preciso en que la crisis ya instalada, sea irrefrenable, no falta demasiado.

Infinidad de ciudadanos de las más diversas latitudes, desde las redes sociales, denuncian el espionaje y el control ejercidos por el Estado, pero sin embargo son muy pocos los ciudadanos que critican la vigilancia ejercida por las empresas privadas. Y no dudo que es tan peligrosa esta como la de los estados, pues no cabe duda de que no haya diferencia entre el Estado y las grandes empresas o corporaciones. Están unidos por los mismos intereses de poder y sojuzgamiento de los pueblos… lástima que no caen en la cuenta de que están unidos en un destino fraguado en usinas de inteligencia.

Frente a las corporaciones mediáticas, donde prevalece el optimismo, fomentado por la banalización de la verdad. Corporaciones mediáticas que cantan la liberación de la mentira, inmortalizan la “manipulación ideológica” y el “control social” detrás de sus aparatos de producción cultural, meras herramientas de encuadramiento y sujeción.

La dominación entonces: la comunicación. La lógica interna de las industrias culturales implica sin embargo la promoción de lo singular, lo sorprendente, incluso lo “anormal” de modo que el estereotipo consumidor, se nutre de una incesante y siempre azarosa fabricación de prototipos (discursos políticos, culturales, películas, canciones, vestimenta, gastronomía, delitos).

Los medios privilegian el momento técnico de la transmisión. A sus ojos, “medium is mesage”. De Edison a Bill Gates, de Bell a Negroponte, se confía únicamente, con una temible disposición en las propiedades intrínsecas de los dispositivos, postulando la mentalidad política del medio emisor. Se olvidan de las tendencias para hablar de performances.

El elogio del canal civilizador, oculta la naturaleza de los flujos y sus efectos de avasallamiento. La transmisión digitalizada y comunicada por las redes de la web, nos dicen hacen obsoletos el Estado-Nación, pero se reemplazan las disputas territoriales por las batallas de normas entre competidores -versión tecnológica eufemizada de la expansión nacionalista-.

Rechazo proclamado de la ideología, en realidad extremadamente ideológico, como es patente hoy en día en la exaltación euforizante de Internet y la salvación por la autopista de la información elevada a categoría de conocimiento: redes sociales y demás artilugios demonizantes de la verdad y la vida.

La conexión digital de todos con todos, se presenta como panóptica panacea, camino por fin descubierto hacia la expansión planetaria del individualismo democrático. La inclusión en la red como remedio imaginario a la exclusión, que en la realidad permanece más que nunca en la historia, sirve para enfriar en la asepsia técnica una cuestión caliente, claramente u oscuramente política.

La empresa mediática tal como se da actualmente, es un capricho megalómano y no un intento de saber reflexivo, sin siquiera examinar sus propias debilidades (lo que le hace obligatoria la modestia, mal que le pese).

El trabajo de desencantamiento no tiene fin, por suerte. ¿Cómo dudar que llegue el día en que algunos métodos de análisis incongruentes llegaron a sustituir a la Cultura y la Política, por la técnica?

Vivimos en un mestizaje de dominios, una desfiguración de lo “sublime” por lo “trivial”, ‘catástrofes’ y ‘parábolas’ que desestabilizan todas las categorías intelectuales. Toma ‘status’ de religión, la ambición mediática, que, al no poder afiliarse a tal o cual estadio del conocimiento ni a ideología política alguna, sin causa moral que defender, ni demanda social que satisfacer, busca refugio en un purgatorio perennis, entre el domicilio universitario perdido y el refugio “seguro” del poder financiero megalómano. A partir de allí, cobra sentido la necesidad epistemológica y hermenéutica de definir y establecer una nueva lectura: estamos ante una realidad compleja, y dentro de registros y códigos de saberes que fueron dejados de lado.

Vayan a hablarle de papiro y códice a un exégeta de Plotino y Descartes, o a preguntarle a un lacaniano, que sucedía con el “estadio del espejo” antes de los espejos… contratiempos previsibles, que no impedirán encontrar algún estímulo maníaco en las palabras de Hegel: “Si la realidad es inconcebible, será preciso que forjemos conceptos inconcebibles”. ¿Cómo dudar, ante la canibalización de la humanidad, que ha llegado el día en que algunos métodos de análisis incongruentes, llegaron a sustituir a la Cultura por la técnica?

Establezco a través de mi apocalipsis personal, la más formidable revelación de la inmundicia plutocrática, burguesa… nada nuevo, sólo una rutina que calará hondo en el devenir de esta tierra pródiga en exhibicionistas, chivos emisarios, traficantes de la muerte.

Enemigo de las conveniencias, oportunismos y especulaciones, fui, soy y seré irrecuperable para la burguesía de izquierda o de derecha… jamás me acomodaré bajo las faldas de esta señora, donde están empantanados entre olores fétidos, las lacras que dominan el mundo... aún en el imperio del Covid-19... y no lo olvidemos: “Ellos mandan hoy… porque tú obedeces”, Albert Camus.

(*) filósofo y poeta.

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