CONTINÚAN LOS INCENDIOS EN
TELEVISIÓN ESPAÑOLA
JUAN TORTOSA
Dos años ya de
gobierno progresista, los últimos seis meses con un Gobierno de coalición, y la
tele pública está peor que nunca, ¿hay alguien que pueda comprenderlo? ¿hay
alguien que pueda entender que una Administradora Única, nombrada con carácter
provisional (por unos tres meses, dijeron en su día) mientras se resolvía el
concurso público, vaya a cumplir ya nada menos que dos años completos en el
cargo? Dos años sin que se le vea la punta a todo esto porque, como ya he
contado otras veces, ese dichoso concurso pendiente parece que no hay manera de
que alguien se decida a meterle mano para resolverlo.
Ser Administradora
Única significa que no existe Consejo de Administración y eso a su vez quiere
decir que sus decisiones son soberanas y aplicables sin discusión. Ocupar un
cargo de manera provisional tendría que significar también no meterse en
demasiados charcos ni adoptar decisiones ejecutivas que hipotequen el futuro de
quienes vengan detrás. Pero dos años de provisionalidad es demasiada
provisionalidad y al final están reventando todas las costuras.
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Cada día que pasa
apetece menos sintonizar Televisión Española. Al menos a mí. Me refiero, sobre
todo, a los programas informativos. Si nos remontamos en el tiempo, es difícil
encontrar una época más nefasta. Han existido momentos vomitivos, es verdad,
por la manipulación tan descarada que, sin ir más lejos, practicaban los
comisarios políticos del Partido Popular en la época de Mariano Rajoy. Pero
desde los tiempos de la moción de censura que convirtió en presidente a Pedro
Sánchez, allá por junio del 18, el asunto no ha hecho más que empeorar a medida
que transcurren los meses.
Da pereza ponerse a
ver los telediarios. Ya no valen ni para cabrearse. Al menos cuando escuchas la
COPE o lees el ABC sabes que te vas a cabrear a conciencia porque quienes te
sacan de tus casillas saben hacerlo con arte. Pero es que Televisión Española
no es ni chicha ni limoná. Hay algo peor que manipular obedeciendo órdenes: que
lo hagas por miedo y sin que nadie te lo exija. Las piezas bien hechas, que las
hay, faltaría más, no consiguen esconder la desidia que rezuman el resto de sus
compañeras de escaleta. Como si se tratara de un reflejo del aire que se
respira en los pasillos, donde las frases que más se escuchan son "yo ya
no entiendo nada" o "lo único que quiero es jubilarme".
Según ella misma se
empeña en repetir a quien quiera oírla, la Administradora ya no decide, y quien
parece que lo hace, Enric Hernández, de momento se está cubriendo de gloria. Le
acusan de ser comisario de la Moncloa pero, si es así, se nota muy poco en el
producto. ¿Seguro que Moncloa iba a permitir, si de verdad ejerciera mando en
plaza, el ninguneo aplicado a muchos miembros del Gobierno empezando a veces
por el propio presidente? ¿seguro que no se hubiera prodigado un tratamiento
más amplio a la trascendencia de las medidas de tipo social adoptadas durante
el estado de alerta?
A juzgar por esto,
y sobre todo por la saña con la que se ha tratado, y aún se trata, a los
miembros de Podemos en el Ejecutivo, podría decirse que en los telediarios
manda todavía la derecha. De lo contrario, resulta difícil explicar el
despliegue otorgado a tanta tontería de Casado y compañía. Como tampoco hay
quien entienda la cancha otorgada a las barbaridades que sueltan por su boca
los diputados de Vox.
Sé que a muchos
trabajadores de "la casa",
como ellos la llaman, no les gusta un pelo lo que está pasando pero, por la razón
que sea, aquellos tiempos de los viernes negros pasaron a mejor vida y ahora,
cuando empiezan a manifestar su incomodidad con lo que sucede, quizás sea ya
demasiado arde.
Desde hace unas
semanas el equipo "provisional" ha empezado a cortar cabezas, decidir
nombramientos poco entendibles y realizar contrataciones cuando menos
controvertidas. Y eso lo ejecutan durante la resaca del estado de alerta, en
pleno verano y cuando lo que tenían que estar haciendo sería ir recogiendo sus
cosas para dejar paso a los sucesores, que han de llegar cuando en el
Parlamento los partidos se pongan a hacer sus deberes de una vez.
Hay quien sostiene
que la escabechina perpetrada estos días por Hernández es solo una triste huida
hacia delante. Unos dicen que está muy solo y otros que intenta consolidarse,
con apoyos de UGT principalmente, y así hacer inevitable su nombramiento como
presidente de la Corporación. Pero para que esto último fuera factible habría
que saltarse a la torera un concurso en mitad del proceso. No creo que el
Gobierno se atreva ni que el Parlamento lo consienta. Eso sí, tanto el Consejo
de Administración como su presidencia (diez personas en total) puede que salgan
de entre los casi cien aspirantes que se presentaron al concurso y no de los
veinte candidatos que hace año y medio seleccionó un comité de expertos.
Más vale que los
partidos políticos se den prisa en ponerse de acuerdo para acabar con la
provisionalidad de Televisión Española si no quieren que los incendios en
"la casa" sean cada vez más gordos y más difíciles de apagar. Estos
días le ha tocado el turno a los centros territoriales, en pie de guerra por el
relevo de los responsables de algunos de ellos. Hace unos días saltaron chispas
con la remodelación de la programación matinal y la eliminación de las
desconexiones informativas en algunos centros regionales…
¿Cuál será el
siguiente terremoto? Como decía, más vale que del Parlamento, que es donde la
ley dictamina que ha de hacerse, salga cuanto antes un Consejo de
Administración plural y una presidencia competente, un equipo dispuesto a pegar
cuantos puñetazos sobre la mesa sean necesarios para acabar de una vez con
tanto cachondeo en RTVE. ¿Se atreverán? De momento, vamos tarde.
J.T.
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