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miércoles, 17 de junio de 2020

VÍCTOR RAMÍREZ Y SU "NOVELITO" "DIOSNOSLIBRE": CONTAR ALGO MIRANDO AL CAMINO


VÍCTOR RAMÍREZ Y SU "NOVELITO"
"DIOSNOSLIBRE": CONTAR ALGO MIRANDO AL CAMINO
IGNACIO GASPAR EN TIBICENA (1982)
Víctor Ramírez acaba de publicar en Tenerife, en edición totalmente popular (fotocopias grapadas y encuadernadas con un cartón mínimo) una narración breve que él llama 'novelito' bajo el titulo de «DiosNosLibre» (es decir, 'Dios nos libre'), nombre de un hijo de una madre que tiene otros hijos y que ha tenido muchos maridos. Ofrecemos al lector de «Tibicena» un breve fragmento de este «DiosNosLibre» y un apunte critico de otro joven narrador canario, tinerfeño él, llamado Ignacio Gaspar, que ha publicado ya un texto titulado «485 años después de la nana». Victor Ramírez sigue con su costumbre de escribir a impulsos, bien por requerimientos éticos, bien por imperativos amistosos o por el simple gusto de escribir, pero siempre con un estilo en el que aparecen personajes y situaciones del universo de su ámbito vital (el Risco de San Roque), en una loma que mira para Barranco Seco y para un estanque -el de Calderin- vacío, en el que su fabulación situó recientemente el escenario de unas insólitas peleas de bobos de barrio, y en el que, pese a todo, sobresalen el ansia y el gusto de vivir, porque, como él gusta repetir, la vida sigue siendo bella.


* * *

La noticia puede ser y es interesante. Víctor Ramírez ha publicado un cuento a multicopia, con portada de papel y dibujo de un niño, aproximadamente de catorce folias, a doble espacio, y está dedicado a Ricardo García Luis. El cuento se titula «DiosNoslibre».
         La cosa la empezó fácil. Llamó a un nombre «Sietesitios», lo enterró en la tierra y echó para adelante: como Eduardo Mignagna comenzó una buena novela lIamada «Cuatrocasas».
"Sietesitios queda dentro, en una hoya. Queda tras aquellas cumbres pelonas.» (Víctor Ramírez). "Le voy a contar, mi don. A Berenice la conocí ahí. Por Cuatrocasas.» (Eduardo. Mignagna).
         Victor cuenta una historia que parece que está alejada del personaje que la relata, aunque realmente esté más cerca de la intimidad y la conciencia de los conocimientos que posee. Lo primero que hace es meterle mano a la descripción geográfica de asentamiento del espacio físico-moral-narrativo del personaje que quiere describir y le pone un nombre: Andreíta Casiana. El personaje que habla se llama a la fuerza DiosNoslibre.
.- "Sietesitios, sabe Dios que no miento, se me antoja cada vez más lejos. Además allí no perdona la calor y ni están para trates estas piernitas de una»,

Lo más probable es que el escritor se esté confesando, y eso lo sabrá él mejor que nadie. Si Juan Rulfo leyera esto anterior, lo más seguro es que creería que lo habría escrito él mismo, y hasta podrá jurarlo -"Cuando el aire de agosto sopla caliente" (Juan Rulfo, "Pedro Páramo". ). Y no es que Ramírez esté o no influenciado por Rulfo, que al fin y al cabo éste no ha hecho ninguna cosa del otro mundo, sino que el lenguaje cumple en la narrativa de Víctor una función muy importante, imprescindible, y se hace paralelo al de Rulfo.
         La cultura de todos los pueblos subdesarrollados del mundo se comunica subterráneamente y eso le suena a Ramírez y lo ve cualquiera, es un hecho. Con una gran cantidad de poesía comunicativa, y eso es al fin narrativa, novela a cuento, es el punto mágico de la comunicación literaria de las organizaciones de las comunidades de los pueblos subdesarrollados en el estudio del proceso de las bases filosóficas de la tradición oral a la largo de la historia.

Ya, cuando Andreíta Casiana se instala en lo alto del cafetín Moruna consumiendo precipitadamente su espacio urbano, su escena fija de movimiento. a lo largo de la narración, ya esta mujer trae consigo su historia, toda la información y bagaje cultural a través del cual se apoyan el personaje y el escritor que describen y trazan la historia, tanto la de uno como la de otro. Arrastran por el lenguaje rápido, espontáneo, coloquial, directamente transformado de la realidad cultural campesina, de la que es propietaria la tradición oral. Se asientan en propiedad casi exclusiva del escritor.
         Está claro que el solar urbano de las países subdesarrollados se configura con los elementos del campesinado procedente de la migración interior que hace que en la misma historia literaria se mezclen dos versiones de mentira fantástica y cuento rural/urbano. Esto se les nota a los personajes desde primera hora hasta por la forma de caminar.
          La imaginación del escritor está fluyendo, yendo y viniendo del espacio abierto sin fronteras y sin límites del campesino, los llanos, la casa, la cama y su intimidad mitológica de praxis filosófica de la casa, la cama y el cuarto que ocupa en el suburbio del barrio de la ciudad.

DiosNosLibre es el personaje que relata la historia del novelito, como aparece en la última página, y la cuenta a todo el mundo, mirando para el camino, conversando con alguien o consigo mismo, justificándose en la historia de mentiras que se está inventando. Éste fija su residencia de niño con la mejor de las madres, Andreita Casiana, y se separa de ella, para que ella a su vez abandone a sus maridos y sus hijos.
         Una vez que la deja instalada en Sietesitios, él ya se había separado mucho antes, sólo queda en visitarla de vez en cuando. El personaje concreta estos movimientos a través de la mente intuitiva del escritor para poder afirmar desde fuera el poder de control y el dominio del esquema estructural de la narración, para manejar toda la serie de generaciones que tuvo y que aparentemente tiene. Con esto está consiguiendo arrastrar detrás una buena parte de la historia del cuento, el trasvase clásico e imprescindible que le da ya impuesto institivamente la formación cultural de la tradición oral.

Sólo en los países subdesarrollados se dan estas historias confusas, esta trama generacional mezclada, miedosa, porque él, e1 escritor, el contador del cuento, trata a los personajes uno por uno; no existe un mínimo de organización instintiva frente a nada, ni frente a algo, sino que va y viene de un lado para otro, hasta que ella misma lo dice, "el sol está frío y los muertos tienen hambre los pobrecitos".
         Ya en este momento el personaje tiene el miedo de la muerte metida en el cuerpo y no lo niega; este punto es imprescindible para el escritor que está viendo el final de la narración muy cerca, que su imaginación se lo está pidiendo.

La lucha por las coincidencias de generaciones anónimas, tomada de individuo en individuo, donde cada uno se revuelve por su lado, a su manera, por sobrevivir, sigue en pie, sin fallecer hasta última hora, nunca desaparece. Tal es el comportamiento que tiene madre Andreíta Casiana con DiosNosLibre cuando éste va a visitarla y se encuentran presentes algunos de sus padres o algunos de sus hermanos de otras épocas; ella no lo trata de la misma forma, lo que le hace desembocar en el instintivo de falta de cariño maternal del personaje y lo mueve como a una planta, lo induce a pensar y a decir "pero jamás me acarició la cabeza".

La personaje, la mejor de las madres de DiosNosLibre, se mueve siempre en su propio terreno, en su propio medio creado por ella misma: "se levanta en la mitad del silencio que todo lo dice"; esa mujer sabe de memoria lo que tiene que hacer y sabe también perfectamente cuándo es el momento en que tiene que hacerse notar para que sepan que está ahí sin abrir la boca para nada no le es necesario -"las gallinas cesaban su alboroto al verla".
         Tenia que ser DiosNosLibre el hijo más hijo, el que contara la historia por sí mismo -"cuando me tocó ser su hijo, fui el que más hijo suyo fue". Si hubiera sido otro de los hijos, seria éste el que más hijo le hubiera tocado ser.
         La narración se debe a la justificación de la forma de vida de DiosNosLibre, y lo que cuenta de los demás hermanos, de los demás hijos, padres y madres que conoció mientras vivió con madre Andreíta Casiana durmiendo en el suelo encima de una estera de palma con la hermana más hermana, Noemí Candelaria, que le enseñaba las canciones tristes con final feliz -fiel reflejo de las tradiciones de los que ostentaban el poder cultural y la educación impuesta por las formas de gobierno y del régimen económico y político de los que ellos eran- son su producto directo.
         Desde que persignarse para empezar a rezar el rosario hasta la misma forma de morirse de hambre que sufren los personajes desde primera hora, desde el final hasta el principio de la narración, sensibiliza al escritor, es cuando toma más conciencia de la ferocidad de la represión del subdesarrollo de su país sobre el cual escribe, también sin saber por qué.

El escritor inventa la historia de una hermana, Noemí Candelaria, y la adosa al cuento para que lave la narración y haga de alma buena y sufrida mujer justificando a la personaje que va a venir después y preñándola a ésta y haciéndola abortar más tarde de un susto. N
         Los diálogos de los personajes son directos, espontáneos; llegan de la tradición oral rural como ya he señalado. Se parecen mucho al ángulo que ocupan los de Gárcía Márquez.
         No es que Márquez se los haya inventado y escrito, sino que están ahí en el medio, a la misma altura para todo el mundo; mientras que lo hecho, afirmaciones y confirmaciones son del escritor, son elaboradas y concretas, y casi no se identifican con el personaje que cuenta la historia, que la desconoce y que sólo está nadando dentro de la exclusiva imaginación del escritor.

Éste podría ser uno de los presumibles errores en donde podía caer Víctor sin darse cuenta, rayando de manera peligrosa a caballo entre la línea de la marca rural/campesina y lo urbano intrascendente; de ahí la mezcla entre el lenguaje rural coloquial y la condensación de la idea urbana sin más vuelta de hoja.
         Ahí es donde estriba la importancia de la narrativa de Ramírez, en la carrera de perro que sostiene entre su desconocimiento del medio rural y el invento y aclimatación lo urbanizado de la ciudad donde el escritor se mueve y conoce mejor.
         He aquí un punto muy importante de interés de la narrativa del cuento de Ramírez; lo que hace que, en vez de ir hacia el fondo del conocimiento campesino, relacione a los personajes de su país o gente que se va a trabajar fuera y que regresa; y surge así desde otro plano una segunda colonización o el dominio permanente, la esperada de los regalos que éstos traen consigo y que hacen despertar de las enfermedades a los autóctonos que se quedan callados atentos y escuchando a ver qué es lo que hay y en qué para.
         Si los personajes de la narración se llegaran a conocer unos a otros en la ficción de la realidad, viéndose, serían indiscutiblemente DiosNosLibre de gente ruin.

Llega un momento en que la narración se limita por su cuenta, y lo más probable es que sea porque está contada por un solo individuo. El escritor que está detrás del personaje tiene la suficiente facilidad, la suficiente experiencia y nivel como para desarrollar sin condicionamientos la vida de los otros personajes que comparten el mismo terreno, cada uno por su lado, independientes, enriqueciendo el tratamiento del lenguaje campesino qué le conduciría a una mayor profundidad y conocimiento temático de lo que quiere realmente tratar, y a librar cuestiones filosóficas básicas de la motivación, de la existencia y el desarrollo de esos individuos, de esos personajes llevados a la ficción de la realidad elemental y en la ficción narrada de la que solamente se hace cargo Víctor Ramírez.
         El hecho de que el cuento esté narrado por un solo personaje es muy importante porque lo convierte en el límite que habíamos señalado antes, y parece que esa lucha de ir y venir lo engloba todo, la línea del miedo de los personajes y del narrador DiosNosLibre, sólo que aquí el narrador cuenta el miedo tanteando por encima de una cultura que hereda, miedo subdesarrollado y colonizado que está en cada tarareo, en cada pensamiento y que hace que también sea lo suficientemente profundo como para ser más complicado que lo que aparentemente parece y exigir otra clase de estudio.

Este hecho, por ejemplo, no se da en el principio de la narración, cuando el narrador se está implantando, sentando las correas de la narración. Es a medida que el cuento comienza a estirarse y a caminar cuando parece que DiosNosLibre esté dominando el relato, y nunca en su corta vida se hace dueño de ese espacio que está recorriendo: es el escritor quien lo está alimentando a empujones.
         Víctor se afirma a sí mismo construyendo el cuento, lo escribe de carretilla, parece que se lo sabe de memoria; y esta seguridad en sí mismo es lo que le hace realmente como es, un individuo del subdesarrollo al servicio instintivo de formar parte de la cultura, de su cultura y no de otra, aunque él no lo crea.
         Sólo es menester echarle un ojo al medio social que respiran las patas de la cama que cogió en sus manos el trasiego de generaciones que se crean en su cuento: detrás de todo eso sólo hay un pueblo, concreto, de la geografía del mundo.

Ya, cuando llegamos al capítulo XIV, DiosNosLibre comienza a hacer un recuerdo apresurado de su historia y de la narración, echa a correr como un tiro por la ladera para abajo. Al final, con la conformidad y la complacencia propias de un personaje subdesarrollado, el error de que el asma no se cura cerca de la costa sino en la cumbre es la última sensación que tiene el lector de la resignación de vivir la vida como le viene, que "han sido buenos conmigo, muy buenos con su hermanito DiosNosLibre".
         Yo pienso que si el escritor hubiera dejado a DiosNosLibre seguir sacando agua, lo hubiera acabado de regar todo sin necesidad de esperar para otro día.


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