'PENITENCIAGITE': LA IGLESIA COMULGA
CON PABLO IGLESIAS
ANÍBAL MALVAR
Me he pasado media
madrugada buscando en nuestros viejos periódicos carpetovetónicos algún
editorial que critique a la iglesia española por demandar el ingreso mínimo
vital, también, para los migrantes sin papeles. Quería leer cómo en ABC, La
Razón y El Mundo calificaban a los obispos de bolivarianos, defensores de la
paguita y la pereza, bolchecuras, abertzales proetarras, sepultureros,
vendepatrias y otras lindezas. Para mi disgusto, nada encontré. Ni siquiera
tuvieron el ingenio de rebautizar a Pablo Iglesias El Coletas como Iglesias El
Tonsurado. Con la iglesia, por fin, han topado ellos, amigo Sancho. No ladran,
luego cabalgamos.
Ya cuando el papa
Francisco escribió en abril que "es tiempo de pensar en un salario
universal", hubo que darle las sales a más de una marquesa. Solo Santiago
Abascal se atrevió entonces a degradar al papa al rango de "ciudadano
Bergoglio", demostrando que no solo se desmarca de la "derechita
cobarde", sino también de la derechita meapilas. Al final, los de Vox se
van a quedar solo con la cabra de la legión como único dios verdadero.
Pocos días antes de
que los obispos españoles respaldaran la paguita para temporeros y otras
turbamultas de mal vivir, el muy piadoso diario ABC, que hace un siglo había
aclamado con entusiasmo el apoyo del Vaticano a Hitler, Mussolini y Franco,
publicaba una viñeta de jmnieto (Fe de ratas) donde se definía perfectamente lo
que nuestra derecha torcuatiana piensa del ingreso mínimo vital. Será torpeza
mía, pero por mucho que busco hoy en la web el dibujito no lo encuentro. Los
designios cibernáuticos del señor son inescrutables.
Tras el
insospechado giro al bolivarianismo de nuestra iglesia, una de las cosas que
más preocupa a la inmensa mayoría de los españoles es saber qué hará a partir
de ahora Isabel Díaz Ayuso los domingos. Como todos recordaréis, la Burguer
Queen madrileña abandonó una conferencia de presidentes, en plena crisis
pandémica, porque tenía que ir a misa. Una decisión aplaudida por los más
reputados científicos del planeta.
Como sigamos así,
en breve la curia planteará beatificar a Rita Maestre por haber enseñado las
tetas en una capilla. Y ahora se entienden aquellas disculpas de la hogaño
concejala por aquel episodio. Disculpas que a muchos nos parecieron,
equivocadamente por supuesto, de una cobardía espeluznante. Todo se está dando
la vuelta y la iglesia está montando un sindiós. Antaño se beatificaba a unas
pastorcillas porque se les había aparecido la virgen en una cueva sin decir
nada. Pero si la virgen te decía algo, en plan Juana de Arco, te quemaban por
bruja. Ahora va a ser al revés. Cuidaos de las cuevas, pastorcillas.
Esta
cristianizacion de la iglesia católica está bien, aunque llegue con veintiún
siglos de retraso. Tampoco era cuestión de precipitarse. Pero es asunto que va
a dejar a más de uno descolocado. Con esta decisión de la iglesia, y con su
secular poder sobre la política patria, el gobierno de España sin duda ha
dejado de ser bipartito. Ahora tendremos que rebautizarlo como 'gobierno uno y
trino', por mucho que nos extienda los titulares.
A pesar del
aplaudido giro al infierno de nuestra curia, uno malicia que tan calculadora
institución quizá esté cambiando sus viejos principios con menos inocencia de
lo que pueda parecer. Toda religión está basada en la negación del conocimiento
científico. Y por eso fueron torturados tantos galileos. Ahora que la ciencia
está considerada universalmente como un bien de primera necesidad gracias al
bichito, los cardenales sienten su supervivencia amenazada. Lo de la plaga divina
ya no cuela, ni aun estando Pablo Iglesias como presidente.
Vamos a ver qué
hace este gobierno progresista con su nuevo socio uno y trino, que nos cuesta,
entre pitos y chiripitiflautas, más de 10.000 millones de dinero público:
entradas a las catedrales que no tributan, propiedades latifundistas que no
tributan, millones en limosnas que no tributan, inmatriculaciones de terrenos
públicos, profesores del dedo de dios pagados por fondos públicos sin pasar por
oposición y otras divinas prebendas gubernamentales paleofranquistas. No
estaría de más que, aparte de estas modernidades del salario mínimo vital,
pusieran algo de su parte. "El que no renuncia a todo lo que posee, no
puede ser mi discípulo", se dice en el evangelio de Lucas (14, 25-33). Mientras
no den este segundo paso, yo tampoco me fiaría mucho. Tampoco pido que se
conviertan en dulcinitas y empiecen a asesinar amancios ortegas. Dios no me
confunda.
No creo que mi
desconfianza pueda disgustar al pensamiento franciscano de Guillermo de Occam,
casi herético amante del empirismo por encima de ideas absurdas sobre señoras
nacidas de la costilla de un señor. Salvo que la costilla de Adán sea metáfora
de otro palo que no debo nombrar aquí.
Toda esta
divagación me lleva a recordar las Apostillas de Umberto Eco: "Empecé a
escribir [El nombre de la rosa] en marzo de 1978, impulsado por una idea
seminal: tenía ganas de envenenar a un monje". Pues oye: ¿se os han
quitado a vosotros, con las últimas noticias, las ganas de envenenar a un
monje? Es que a mí no. Esta conversión me parece escaso penitenciagite
(penitentia agite). Y es que yo siempre he tirado un poco a dulcinita
literario. Qué os voy a contar.
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