LA MORAL DE LA AGRICULTURA ECOLÓGICA.
POR CARLOS ENRIQUE ÁLVAREZ
GONZÁLEZ
Científico Titular
jubilado del Consejo Superior
de Investigaciones
Científicas.
Por
agricultura ecológica se entiende toda forma de cultivo que tiende a valorizar
y conservar el sistema biológico de productividad, sin recurrir a sustancias
químicas de síntesis. Por contra la agricultura convencional utiliza productos
químicos para la producción, lo que da lugar a una producción de excedencia,
pérdida de la fertilidad del suelo, disturbio del equilibrio biológico, de la
calidad del ambiente agrario y alimentos contaminados por productos químicos.
El movimiento de producción ecológico ha contribuido a reclamar
la atención sobre estos problemas y solicitar un pensamiento de intervención en
agricultura y del modo de hacer agricultura. Introduce el concepto de calidad y
totalidad, que es un índice de la moralidad de la
producción,
implicando respeto del productor y del consumidor. La palabra ecológico conlleva otros conceptos como la naturaleza,
las interacciones, los ciclos de la vida y el ambiente. Ello quiere decir que
incluye principios éticos y sociales. Es considerado un método indispensable
para la supervivencia a largo plazo
de nuestro planeta, con una elevada moralidad dados sus importantes efectos. Un
agricultor debe ser consciente de que su actividad ejerce una influencia sobre
el medio ambiente y hace posible la convivencia armónica. Con una técnica
respetuosa la naturaleza puede mantenerse durante generaciones. La agricultura ecológica
considera que el suelo debe ser una base
sana, manteniendo su fertilidad para el crecimiento de las plantas. La
agricultura ecológica produce alimentos de elevado valor nutritivo y en
cantidad suficiente. Trabaja con método para involucrar
los
microorganismos, flora y fauna del
suelo, plantas y animales. Utiliza recursos renovables para el mantenimiento de
los elementos nutritivos. Garantiza que los animales tengan condiciones
adecuadas para que puedan llevar a cabo su comportamiento de una forma lo más
natural posible. Mantiene la diversidad genética del sistema agrícola y de su
entorno, incluyendo la protección de la planta y de su habitat. La elevada
moralidad de este tipo de agricultura viene también dada porque asegura al
productor una condición de vida adecuada, una retribución justa y un ambiente
de trabajo sano, mientras que contribuye a mantener la salud del consumidor. En este sentido, conviene notar que la
agricultura y ganadería convencionales tienen como objetivo producir plantas y
animales que procuren ganancias teniendo poco en cuenta las consecuencias sobre
el entorno y la salud de los consumidores, no siendo moralmente responsables de
estas consecuencias. En cambio, desde el punto de vista del importante concepto
filosófico de la unidad en la diversidad, el agricultor ecológico asume una
gran responsabilidad moral para conseguir que el cultivo se integre como una
unidad, en la que interviene desde un suelo fértil hasta la salud de quien come
los alimentos ecológicos. Hay que tener en cuenta que el suelo está formado por
un conjunto muy amplio de microorganismos
y pequeños animales que debe fomentar para que se mantenga la fertilidad del
suelo, utilizando para ellos fertilizantes de origen natural. El suelo se
mantiene así sano y es capaz
de
proporcionar los nutrientes necesarios para un buen crecimiento y producción de
las plantas que se cultiven, que produce sanamente. Esto es lo que hará que
también estén sanas las personas que las consumen.
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