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jueves, 11 de junio de 2020

ANN....11(CONTINUARÁ)


ANN....11(CONTINUARÁ)
DUNIA SANCHEZ
11

Me doy cuenta en este respirar de un pasado, de un pasado melancólico en el paso de las rutinas. Me presto a las noticias con este paquete de algún, de alguna desconocida que ha llegado a mis manos. Remonto las montañas de la memoria y llego al hoy. Me visto y salgo, voy a comprar algo para comer. Mis sentidos me dice que avance hasta el mercado más próximo. Voy por esta avenida donde una masa de aguas cristalina respira el descanso. No hay nadie. Si no más recuerdo hoy es el día del planeta tierra. Sí, el planeta tierra. Un planeta que se arruga a medida que lo pisoteamos, a medida que lo desgastamos, a medida que lo herimos de muerte…de muerte. El nos mira, frío, silencioso, con la nada de sus raíces y revienta. Sí, revienta con el aullido de la pena, con los colmillos del hambre. El nos mira en su escalofrío, en su temblor, en su adiós.

 Un adiós que supone nuestra ida, nuestra muerte…nuestra muerte. No hay nadie en el mercado, compro algo de fruta, de verdura, de pan y retorno con la cabeza gacha bajo mi techo. Mis pasos son lentos, son fuente de mi aliento, una  película a cámara lenta. No he comprado carne, me viene a mí esas celdas estrechas donde meten a los cerdos, esa matanza prematura de su verticalidad, presos con él miedo pegado a sus carnes, con sus ojos henchidos de tanto y tanto lamento. Por qué me viene esa imagen, ahora cuando la sociedad parece estar enferma, cuando me retraigo en mi infancia. El océano aunque el tiempo se está revolviendo está en calma, eso parece. Unas nubes vienen, nubes grises que apagan la mañana. Quizás llueva. Quizás no llueva. Me miro en un espejo pequeño, veo mis ojos, observo mis ojeras, palpo mis arrugas sobre las mejillas. No, no me molestan. Me aturde tanto mutismo en las calles. Y si la pardela volviera y picoteara mi ventana... pero su vuelo es libre, libre como un viento atusando cuando la noche es avara. Un viento gimoteando entre las sábanas de los sueños. Todo arderá en la hoguera, todo lo que no sea necesario decía mi madre para no decir, todo mal.  Íbamos escogiendo según sus órdenes todo aquello innecesario y lo llevábamos al patío de aquella casa. Un lugar de encuentro, allí todos los que vivíamos en la casa nos encontrábamos, nos saludábamos sin más palabra sino la precisa...CONTINUARÁ

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