EDUARDO
SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Y POETA.
El 8 de diciembre
del año 2000, Fidel Castro inauguró un monumento de bronce de un "héroe de
la paz": John Lennon. Una imagen de este artista inolvidable, sentado en
un banco del parque "John Lennon", de La Habana, mientras se oía como
sonido de fondo "All you need is love", la recordada y sentida
canción del ex-Beatle.
Un acto cual
símbolo de inclusión, amor y unión de los pueblos, llevado a cabo por Fidel
Castro en un acto de entrega al talento y ausencia de fronteras. John Lennon en
sus actos de vida y obra fue un visionario, aventador de rutinas y prejuicios
en los planos más generales del pensamiento, que Castro ha sabido comprender y
hacerlos suyos, conforme se aceleraron en tiempo y espacio los procesos de
disolución de los conceptos de "honestidad, "verdad",
"libertad", "valentía", "renuncia",
"autodeterminación", "obligaciones", "derechos" y
"ética" en su sentido primigenio.
Un pasado abolido,
en el reinado del Covid-19, es enterrado en ceremonias fúnebres, boatos de luto
y nostalgia, junto a una espectacular euforia de los fantoches que gobiernan en
el mundo, quienes operan con la mentira, hoy la llaman "posverdad",
manipulando emociones de la Opinión Pública, acompañado por pseudoartistas ultraegocéntricos
y sin talento alguno, sponsoreados por multinacionales criminales, simuladores
y mercenarios de aparatos mediáticos y de Silicon Valley, tan alejados del
sentir de John Lennon.
“Lo que estamos
descubriendo es que la mentira es una dinámica social, y es en ese marco en el
que se decide lo que es aceptable o no”, nos dice Dan Ariel, investigador de la
Universidad de Duke. Intentaré no hablar de la historia del espíritu, ni de las
aproximaciones fisiológicas, psicológicas, sino del final.
No hablaré de las
realidades perturbadoras de psicópatas represores sin género definido, ni de
jerarquías, ni de corruptelas; no hablaré de religiones, de parlamentos, ni de
apatías, ni de simpatías; ¿sería necesario que hablara de todo esto?...
imposible hacerlo hoy... mañana tal vez, quizás, sin dudas, intentaré.
Así pasan los días
y las horas se convierten en asuntos negociables, todo tiene valor en moneda.
El mercantilismo impuso su substancia, todo tomó forma de envoltura y nadie,
nadie explica por qué la bestia ha abierto más su apetito.
La velocidad
especula, consume al invasor. Las ideas no obstante dejan desnuda la batalla.
Ya no hay porqué ni para qué. La falsa cultura besa en la boca al enemigo y
luego lo penetra, mientras la manada se distrae y abre los brazos con signo
acogedor y complaciente, luego la manada es tomada como rehén y asiste con
placer a su exterminio.
Jóvenes ideales
pasan, hablan de referentes de algún muerto con las vísceras fuera o de pasar
con rapidez las pruebas de oposiciones y de suposiciones, de objeciones. Ya no,
ya nadie objeta nada, tú mismo puedes ser un infiltrado, un ser social o
antisocial, qué importa.
Hay demasiados
muertos sin vigencia, sentenciada la calle por el mainstream
comunicacional-político-empresarial de la mano con la Justicia espectral, que
promueve a los "idiotas útiles" en cualquier espacio. En medio del
drama hay numerosos premios, la gente dice estupideces en 100 pulgadas, un
imbécil, un enigma, una clave, paralizados en la anarquía de la página, adoran
la justicia cuando está de su lado. Previsible final a todo celuloide. Y ahí
están los “indispensables”, los siempre amigos reptando hacia la cima.
Hemos vivido
enfrentamientos armados, censuras, exilios… Hemos visto morir a miles luchando
por ideales que jamás se cristalizaron... Todo ha continuado, en la realidad,
todo ha cambiado, en la realidad, todo ha cambiado en verdad…El dolor por el
absurdo nos atraviesa: "¿Y debemos soportar a los incontinentes sicarios
de la posverdad?” Vendernos baratijas en tiendas de accesorios, ¡vaya! qué
atrevidos estos mitómanos reptilianos, ¿no? Creen que sus guiños los tomarán
los valientes, los pensantes, los que resisten todavía al poder de estos vacuos
defecadores funcionales de una historiola fundada en la simulación y el
desparpajo.
Asistimos a una
situación de crisis absoluta de valores: una absoluta crisis de lo absoluto.
Para algunos un síntoma infernal de la confusión del mundo, los demonios y la
carne; para otros la conformación del “paraíso” de la desigualdad, de la
acumulación, de la serialización de originales desaparecidos, de la muerte del
autor y del “ser”. Finalmente, para todos, un flujo irreversible de
acontecimientos cuya flexibilización no consigue ocultar su extremo rigor.
Desacreditamos viejos paradigmas por considerarlos inútiles, para enfrentar una
nueva realidad, cuando el equívoco es utilizarlos y la tentación más fácil
fingir una crisis.
Pero no hay
exactamente crisis de valores, imperan unos nuevos apenas identificados, tanto
más peligrosos cuanto más invisibles a los ojos del ciudadano distraído en sus
rutinas prostibularias, de esclavo del tercer milenio… cuánto menos se
discuten.
Desde las oscuras
trincheras del “orden” resucitan ciertos impulsos mesiánicos de liberación e
higiene frente a un mundo donde la incertidumbre es la única certeza de
filiación a lo ya experimentado, vivido y sufrido… permanecemos en una Edad
Media de alta tecnología barroca, que ya sustituye paradigmas originales.
Lo único que se le
escapa a este tiempo sin tiempo es una actitud plena de dignidad y ética, en
temple y conocimiento, de revelación apocalíptica. Esta es la coherencia, la
fuerza de cohesión que nos sostiene. Un instante de verdad equivale a la
eternidad es la eternidad en un instante, enfrentada al instante mercantil
descartable, desechable y perentorio.
Es la última
oportunidad de nuestra especie que tiene la posibilidad de modificar su
destino, haciéndose oír, logrando la adecuación entre emoción y la expresión
inmediata de decir lo que los alcahuetes temen escuchar: los "circuncisos
de la sintaxis", los "castrados del academicismo
mercantilizado", los "mercachifles fragmentados de la cultura del
chisme".
Establezco a través
de mi apocalipsis personal, la más formidable revelación de la inmundicia plutocrática,
burguesa... nada nuevo, sólo una rutina que calará hondo en el devenir de esta
tierra pródiga en exhibicionistas, chivos emisarios, traficantes de la muerte.
Enemigo de las
conveniencias, oportunismos y especulaciones, fui, soy y seré irrecuperable
para la burguesía plutocrática de izquierda o de derecha; jamás me acomodaré
bajo las faldas de esta señora, donde están empantanados entre olores fétidos,
las lacras que dominan el mundo.
El juego del mundo
ha cambiado singularmente, puesto que ha devenido el juego que diverge. Sigo
aquí pese a todo.
(*) Filósofo y
poeta
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