CASADO EN PLAN CIENTÍFICO
DAVID TORRES
Casi me atraganto
de la risa al leer que Pablo Casado ha propuesto un pacto de estado por la
sanidad para fortalecer el sistema nacional de salud y la investigación
científica. Es un chiste de tres toneladas, de los de mear y no echar gota, no
sólo por el desmantelamiento de la sanidad pública que ha realizado el PP a lo
largo de las últimas décadas en diversas comunidades autónomas, sino también
por los cuantiosos destrozos en el terreno educativo y por su sempiterno
desprecio hacia las artes y las ciencias. Algo que les viene ya de antiguo.
Anda que no tiene
chufla que Casado denomine Plan Cajal a su proyecto de unidad cuando lo primero
que hizo Franco tras el triunfo del golpe de estado fue exiliar, represaliar e
inhabilitar a la mayoría de científicos y médicos al frente del Instituto Ramón
y Cajal y de la Junta de Ampliación de Estudios. De los casi 600 catedráticos
que había en la universidad española, unos 200 huyeron por patas al extranjero,
150 fueron desposeídos de su cátedra y 20 pasados por las armas. Y no fusilaron
al propio Cajal porque se había muerto en 1934. Forges resumió en una viñeta
magistral lo que era la cultura en tiempos del franquismo: se veía al dictador
manejando unos títeres en un guiñol y cuando un edecán venía a informarle que
le habían dado el premio Nobel de Literatura a Juan Ramón Jiménez se oía su
vocecita de eunuco: "Los trinquen".
Lo más cerca que
Casado habrá estado nunca de un proyecto científico fue cuando le regalaron un
Quimicefa por la primera comunión, hasta que la semana pasada visitó un
laboratorio para hacerse varias fotos disfrazado con una mascarilla y una bata
blanca. Está muy preocupado porque el plan de desescalada del gobierno le
parece caótico y partidista, y ha pedido conocer los nombres de los supuestos
expertos que asesoran a Sánchez. Necesita saberlo, ante todo, para iniciar una
campaña de desprestigio contra ellos más o menos similar a la que han lanzado
contra el epidemiólogo Fernando Simón, al que sus seguidores acusan de no tener
ni puta idea de nada y mucho menos de luchar contra una pandemia. Para ello,
Casado cuenta con un comité alternativo de expertos formado por Quique San
Francisco, Pablo Motos, Ana Rosa Quintana, Javier Negre y muy en especial, Fran
Rivera, que dice que hay que aislar al bichito, sacarlo a los medios, pegarle
unas chicuelinas y matarlo de una estocada en toda la proteína. Eso si Teodoro
García Egea no lo desgracia antes con un certero huesazo de aceituna.
Cuando casi tengo
que llamar a urgencias es en el momento en que Casado ha puesto a Ayuso como
ejemplo de gestión eficaz que debería seguirse en toda España: pensé que,
viendo lo que ha hecho en Madrid con las residencias de ancianos, lo siguiente
sería declarar una ley de eutanasia obligatoria en todo el territorio. Al menos
Casado ha preferido desligarse de la iniciativa de manifestación
automovilística propuesta por Vox para el próximo 23 de mayo, donde pretenden
ahuyentar al bichito conforme a la estrategia típica de esta gente: gritos,
banderas y bocinazos. Ya sabemos que la propuesta de Abascal consiste en una
España avanzada científicamente con la ayuda de Dios, es decir, más o menos el
mismo concepto que Franco, quien habría ordenado primero una misa y luego una batida
contra la pandemia judeomasónica para cazarla a perdigonadas, como si los virus
fuesen codornices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario