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jueves, 9 de abril de 2020

VICTOR RAMIREZ: UN ESCRITOR REBELDE EN EL PANORAMA CANARIO.

VICTOR RAMIREZ: UN ESCRITOR REBELDE EN EL PANORAMA CANARIO.
POR JOSÉ AMEIDA
Víctor Ramírez, que nació en el popular barrio de San Roque en 1944 y que todavía continúa viviendo en él, afirma tajante cuando se le pregunta sobre qué le gustaría ver en sus paisanos, «que por lo menos no aplaudan a los tiranos». Y es que él hace mucho tiempo que lo tiene claro. Ve claro que el pueblo canario al que pertenece ha vivido en un permanente y castrador estado de sumisión; que el pueblo canario que tanto le ha dado y por el que tantísimo sufre, está sumido en el pozo profundo de la ignorancia y el miedo por los muchos años de dominación, de ocultación de nuestras raíces, de cobardías bien dosificadas.

Pero esto es sólo un dato de su volcánica, inquieta y creativa personalidad. Casado feliz y padre de cuatro hijos, se gana el sustento familiar como maestro y siempre se muestra orgulloso de dedicarse a una profesión donde tanto abunda la incompetencia, la apatía y el desinterés por el verdadero saber, por el transmitir un mínimo conocimiento dignificante, dignificador.

Sus inicios en el arte de unir palabras -enriquecido posteriormente con miles de lecturas dispersas de los grandes maestros de la Literatura universal como Kafka, Vallejo, Cortázar, García Márquez, Lezama Lima, los hermanos Millares, Isaac de Vega y otros tantos- se lo debe al tantas veces celebrado y querido compositor mexicano José Alfredo Jiménez. Canciones rancheras, corridos y boleros que luego interpretaba acompañado por las notas de una guitarra.
Su primera novela, Cada cual arrastra su sombra, fue publicada en 1971 en la editorial Inventarios Provisionales; y ya desde ese momento se le consideró un nuevo valor en el panorama canario. Nuestro genial escritor Isaac de Vega -fundador junto a Rafael Arozarena y Antonio Bermejo del grupo Fetasa (una forma de entender la creación literaria e incluso una forma de entender la vida, el mundo), verdadero revulsivo de las letras canarias, dice que Víctor Ramírez 'pudo muy bien no haber sido influido por nadie. Su prosa es auténticamente propia porque corresponde a una forma sintetizada, de expresión popular de nuestras gentes, una traducción en palabras y sintáctica hasta ahora por ningún el otro alcanzada.
Víctor Ramírez es un ser enérgico, violento, no comulgador con ratonerías. El arte de escribir lo da en gran medida el azar, y él lo tiene en su corazón, un corazón generoso y grande que atiende cuidadoso a esas pequeñas mujeres y a esos hombrecillos que están latiendo en sus relatos'.

Aparte de su tarea como maestro, dirige la separata cultural del «Diario de Las Palmas», junto a Rafael Franquelo, que aparece todos los miércoles y en la que han ido apareciendo las figuras más reprentativas de las artes en Canarias (pintura, escultura, literatura, música, etc.). Escribe artículos de opinión en los que denuncia el estado de sometimiento en que se encuentra el pueblo canario, canta y dirige dos programas radiofónicos, uno musical en Radio Canarias-Antena 3, los domingos de doce a una y otro en Radio Guiniguada (emisora libre y comunitaria), los martes, a la misma hora junto a José Miguel Cuenca y conmigo -José Almeida-, programa en que se analiza la realidad política, social y cultural de Canarias.

Su novela "Nos dejaron el muerto" -editada por primera vez en 1984, luego en 1990 y la última en 1994, en ediciones La Palma, en Madrid- es, entre otras tantas cosas, un dibujo del «alma» esencial canaria. En "Nos dejaron el muerto", esa «alma» canaria aparece descarnadamente desnuda, despojada de todo ropaje que sublima engañando, ocultando o no diciendo toda la verdad.
No, Víctor RamÍrez no se presta al juegu muchas veces traicionero de la situación. Y si seduce, si nos seduce y nos lleva de la mano por el arte de la palabra, es por lo que nos muestra de nuestra nunca reconocida realidad: la hiriente e insoportable realidad de un pueblo, de unos personajes acogotados, miedosos, cobardes, sin los suficientes arrestos para enfrentar su propio destino.

Como se puede comprobar a poco que se empiece a leer esta novela, considerada por muchos como una de las mejores obras de la Literatura Canaria, la patética ironía, la crítica mordaz a toda la estructura social, no están reñidas con el humor, más bien al contrario: se potencian y nos descargan del tremendo dramatismo que destila toda la novela.
Una vez más comprobamos sorprendidos que la Literatura ha cumplido su función de espejo en el que nos miramos y nos reconocemos aunque la imagen que refleje no sea del todo alegre y satisfactoria. También alegres porque todavia es posible ejercer la rebeldía contenida a través del Arte, y mientras exista éste, hay un motivo para la esperanza.

Tenerife 30-abril-1994



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