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viernes, 24 de abril de 2020

LA ADQUISICIÓN DE “LA COMERCIAL” DE J. CABRERA Y HNO.


LA ADQUISICIÓN DE “LA COMERCIAL” 
DE J. CABRERA Y HNO. 
 GERARDO CABRERA SANTOS
Mi abuelo, José Cipriano Cabrera Reyes había nacido en 1861, en Puntallana, la Palma, Canarias, hijo único del matrimonio entre Juan Cabrera Guerra y María Reyes Guerra, y que había había quedado huérfano desde muy joven. Al parecer fue el primero de esa rama de las Cabreras en llegar Cuba.
Se estableció en la zona de Remedios, entonces provincia de Las Villas, Cuba, donde se dedicó al oficio de carpintero para la fabricación de ruedas de carreta, que en su época era el vehículo empleado para el transporte de la caña de azúcar desde los lugares de cosecha hasta los centros de colección y/o procesamiento, por tanto vehículo imprescindible para la gestión azucarera.

Por su parte mi abuela María del Carmen Agustina Delgado Hernández había nacido en Tenerife en 1877 y era hija del matrimonio de Juan Delgado Armas y Josefa Hernández Cabrera. Siendo muy niña fue traída a Cuba por sus padres alrededor de 1883, estableciéndose en una finca en la zona de Remedios. El matrimonio de Juan Delgado y Josefa Hernández tuvo en Cuba tres hijos más, Agustín, Germán y Cristóbal.

El matrimonio de los abuelos se efectuó en Remedios, Cuba el 18 de Diciembre de 1893 contando el abuelo con 32 años de edad y la abuela con 16. El matrimonio se efectuó en la iglesia San Juan de Remedio donde aún se conserva el acta de la celebración. Tomo 11 de Blanco Folio 173, número 173.
El oficio de carpintero para la fabricación de ruedas de carretas hubo de rendirle buenos dividendos y en pocos años logró reunir suma tal que le permitió regresar a Canarias y comprar una finca en los llanos de Fleitas en Puntallana, La Palma. Su esposa María en esa ocasión regresó a Canarias junto con él. La gestión de compra de la finca en Puntallana se vio forzada por una oferta superior, por parte de un vecino de la zona nombrado Rodrigo Rodríguez.

Ante su interés de compra se vio obligado a aceptar un precio mayor que el propuesto inicialmente. Hubo de adquirir la tierra bajo la condición de pago de la diferencia. Para cumplimentar lo acordado regresó a Cuba nuevamente para hacer el dinero restante. María Agustina queda en Canarias mientras su esposo regresó a Cuba temporalmente.

Paradójicamente, un hijo del Rodrigo, también llamado Rodrigo Rodríguez, se estableció en Cabaiguán como médico, donde ejerció su profesión con mucho éxito, siendo un gran amigo de la familia Cabrera-Santos.

José Cabrera Delgado, nacido en 1893, hijo mayor del matrimonio de José y María fue el primero de los hermanos Cabrera en llegar a Cuba procedente de Puntallana.
En aquellos años previos a 1920 la 1ra Guerra mundial acababa finalizar y la situación económica europea y con ello la de Canarias era desesperadamente crítica. Sin embargo, la de Cuba era floreciente, debido a que con su independencia sobrevino la liberación de las regulaciones comerciales establecidas por la colonización española y por consiguiente su expansión a nuevos mercados, que unido a los precios en alza que iban alcanzando el azúcar y el tabaco, rublos fundamentales de la economía cubana, canalizo el rápido incremento de la solvencia económica nacional.

La marcha de José hacia Cuba parece formar parte de la tradición familiar. Su arribo específicamente a Cabaiguán, se justificaría por la atracción económica que ofrecía la zona y también por relaciones previas adquiridas en Canarias.

Ya en esa época se habían radicado exitosamente algunas familias amigas, como lo era los Crespo Guerra, con cuyos contemporáneos habían compartido escuela en Puntallana. Esta relación amistosa, casi de hermandad, continúo durante toda la vida.

La procedencia del capital para financiar los negocios podía tener su origen en el ahorro, en los préstamos particulares o en los préstamos bancarios. Los isleños utilizaban las redes familiares como forma de financiación. Por ejemplo, Eulogio Crespo, que llegaría a fundar una importante entidad bancaria comenzó su negocio primario como vendedor ambulante de productos textiles, recorriendo con sus productos a lomo de mulas las vegas de tabaco y los asentamientos de isleños de la zona. Contaba con la ayuda de su hermano Antonio que ya estaba establecido con gran éxito. Eulogio inició su andadura financiera guardando los caudales de paisanos vegueros en la caja de seguridad de su pequeño establecimiento. Con el tiempo Crespo financiaría las actividades de otros isleños que solicitaban préstamos para iniciar fincas de caña, tabaco, realizar obras de construcción o abrir nuevos negocios.


También en esa época comenzaba el incremento exponencial de la inmigración canaria a Cuba. Los canarios se asentaron en varias zonas del centro y occidente del país, sin embargo, específicamente a Cabaiguán vino la inmensa mayoría, debido a la calidad de sus tierras pardas y a las oportunidades de asentamiento que se les brindaba. Esta etnia llegó a constituir la mayoría poblacional del territorio (85%).

La característica principal de José Cabrera, era la de ser un hombre de carácter, muy inteligente, enérgico y tenaz. Sus compatriotas y amigos que conocían de sus cualidades no dudaron en acogerlo. Inmediatamente después de su arribo, comenzó a trabajar como empleado de comercio, en una tienda mixta, muy bien montada, de un español de origen gallego. Esta tienda estaba situada frente al parque triangular, llamado “parque de la palma”, por tener una palma real sembrada en su centro, que quedaba bajando a la izquierda por la otrora calle Valle antes de llegar al entronque con la calle Masó. Era prácticamente el centro comercial del pueblo en aquella época.

Siguió sus pasos su hermano Anastasio, nacido en 1897, que fue el segundo de los hermanos en viajar a Cuba. Hizo el viaje desde La Palma a bordo del buque Conde Wilfredo, que había sido rentado por la compagina Pinillos, en sustitución del Valbanera que había naufragado recientemente.

Anastasio hubo de desembarcar por el puerto de Santiago de Cuba, motivado probablemente por el aura producida por la tragedia del buque Valbanera, que había acaecido recientemente, el 10 septiembre de 1919. Habiendo partido de Barcelona y haciendo escalas en Tenerife, en La Palma y en los puertos americanos de San Juan en Puerto Rico y Santiago de Cuba, donde había llegado el 5 de septiembre con algo mas de 1200 pasajeros, para luego continuar viaje hacia el puerto de La Habana hacia donde había partido con solo 488 pasajeros, pues el resto , unos 732 de forma sorprendente se habían bajado en Santiago, aunque para la mayoría el punto final de tal travesía era originalmente La Habana. Fue como si hubieran tenido una premonición de la tragedia y también unida al miedo al huracán del que ya se tenían noticias.

El Valbanera no pudo entrar a puerto en La Habana por encontrarse cerrado, pues la ciudad estaba esperando el azote del huracán y la intensa marejada y viento que lo predecía no permitían libre acceso. Bajo esa situación no se pudo disponer de un práctico que lo entrara a puerto, Luego de múltiples intentos fallidos de comunicación por medio de señales morse y el sonar de sus sirenas. Al no obtener respuesta, el capitán del buque no tuvo otra alternativa que retirarse mar adentro para tratar de capear el temporal, que finalmente provocó su hundimiento aproximadamente a las 11 de la noche del 10 de septiembre de 1919 cerca de la costa de los cayos de la florida. No hubo sobrevivientes. Este hecho había creado mal agüero tal, que durante algún tiempo incitaba a los pasajeros a tomar la determinación de desembarcar en Santiago de Cuba, como tabla de salvación, y no seguir hacia La Habana.

Anastasio fue de los que llegó por Santiago de Cuba, contando entonces con 23 años de edad. Hizo el viaje desde Santiago de Cuba directamente a Cabaiguán en tren.
Anastasio era un joven apuesto, simpático, y de fácil palabra- gustaba de componer décimas y hacer poesías- era elocuente y muy dado al diálogo. Sin duda era carismático y hábil para el establecimiento y cultivo de relaciones.

Es de destacar que sus primeros pasos en el aprendizaje escolar no le fue usual, pues en su época en Puntallana, su pueblo natal, no había escuelas sino sólo un maestro que daba clases en su casa a tantos niños como los que cabían en una mesa grande que tenía en el comedor. Anastasio no alcanzó asiento por lo que hizo su curso de pie. El era de los “paraditos". El pago lo hacían trabajando en la huerta del maestro.

Posteriormente se creó una escuela donde ya asistían masivamente los niños de la zona. Existe una foto que muestra el alumnado de la escuela de Puntallana, en la que aparecen Anastasio y un gran número de niños que luego al ser ya mayores eran identificables en Cabaiguán.

Recién llegado de Canarias su vida laboral en Cabaiguán comenzó también como empleado del comercio, trabajando en la tienda mixta de un español, asturiano, que le tomó inmediatamente afecto, y que vislumbró rápidamente sus cualidades. Este negocio se encontraba también en la misma calle Valle, pero en la acera de enfrente y más hacia el centro del pueblo que aquella donde trabajaba su hermano José. Ambos ocupaban como vivienda un pequeña accesoría en la trastienda del negocio.


El dueño de este negocio apoyándose en sus cualidades le fue encargando gestiones de cobro de deudas. Inclusive en una ocasión le asignó la misión de ir hasta Santa Cruz del Sur, lugar de difícil acceso y muy alejado en la costa sur de la provincia de Camagüey, donde debía contactar a un antiguo cliente para tratar de cobrarle una deuda importante que ya la habían dado por perdida. Sin embargo Anastasio tuvo éxito en esa gestión, lo que le valió de gran prestigio y le abrió puertas para su ulterior desarrollo.

Su capacidad comunicativa le fue generando, casi desde sus primeros tiempos, ofertas de trabajo por parte de importantes firmas comerciales de la época. Así llegó a asumir la representación de algunas, llegando a ser viajante de comercio en la provincia de Camagüey. Todo este quehacer le fue aportando cierta economía, que la unía al ahorro con vistas a poder establecer un negocio propio.

En una ocasión en que José atiende a un cliente que había consumido unas cervezas, que en aquella época venían de Alemania en botellas de cerámica, y que luego de consumirlas se percata de que no le alcanzaba el dinero para hacerle el pago correspondiente, es que le propone que acepte como pago un billete de lotería recién comprado y válido para el próximo sorteo. Como el aporte total del cliente era algo superior al adeudo es que José se lo acepta, poniendo de su propio bolsillo la diferencia y quedándose así con el billete, que de esa forma le salió más barato.

En una ocasión en que Anastasio va a la estación de correos a recoger la correspondencia del día observa que en la publicación de la lista de los números premiados en la lotería el primer premio correspondía al mismo número que tenía el billete de José. Al ser solo un billete de los cien que contiene una hoja con el mismo número, fue que solo le correspondió 1/100 del premio total. Aun así era una cantidad muy importante para la época y vital para labrarse el futuro.

Sería fácil imaginar la alegría de los dos jóvenes hermanos al recibir tal golpe de suerte, que les daba la ansiada oportunidad de juntando sus capitales acometer el sueño de adquisición de un negocio propio. Contaron para ello con el apoyo de sus coterráneos Antonio y Eulogio Crespo, en el financiamiento del nuevo negocio. Con estos amigos mantuvieron una relación económica y fraternal hasta el fin de sus tiempos. En aquella época Cabaiguán se encontraba en pleno auge de construcciones, fundamentalmente de madera, que abundaban en todas direcciones, originando un crecimiento acelerado del pueblo.

Los hermanos Cabrera adquieren la propiedad de toda una cuadra en la calle Tercera del Oeste desde la calle Hernández Leal hasta la calle Paraíso. En ambas esquinas existían construcciones con perspectivas de ser utilizadas para el establecimiento de tiendas. Se establecen ellos mismos en la esquina correspondiente a Hdez. Leal y 3ra del Oeste, “La Comercial”, relativamente bien ubicada y a una sola cuadra del centro económico en desarrollo del pueblo. Su situación era favorecida por estar además rodeada de lugares significativos como lo eran la Clínica del Dr. Fortun; estar frente a la línea del ferrocarril central de Cuba, frente la importante edificación de la Escogida de tabaco de Olegario Cuervo y a unos pocos metros al lado de la Escogida de tabaco de Félix Martín, etc. Esto aportaba una afluencia de público tanto urbano como rural, que le daba, además, promoción al negocio.

Esta edificación era relativamente nueva, contigua, con pared común, a la señorial casa de dos plantas de Don Hermenegildo Leal, que poseía en los altos un balcón a todo lo largo y cuyo portal se le adicionaba al total de la edificación, lo que le daba, además, elegancia y distinción a toda la construcción. Las columnas de soporte del portal estaban unidas entre sí por una viga para el amarre de los caballos de la clientela de la casa. La otra esquina de Tercera del Oeste y Paraíso se le alquiló a Modesto Sancho, también canario que inició en ella un negocio de Tienda de Víveres que llamaron “La Económica”, en la que trabajaba junto con sus hermanos.

Luego de la preparación y montaje de mostradores, anaqueles apropiados, pallets para la estiba de mercancías, etc. Luego de cubierta con una buena pintura de aceite tanto en exteriores como interiores inicia su gestión “La Comercial” de J. Cabrera y Hno., en la que se expendían además de víveres, vinos y licores finos, tanto nacionales como de importación, también semillas, aperos de labranza e implementos de trabajo para la gestión agropecuaria, como lo eran yugos, sogas, mecates de todo tipo, alambres, grasas lubricantes, y otros artículos menores de ferretería, etc.

Este título de La Comercial pintado en la fachada fue legible por más de 70 años hasta prácticamente los finales del siglo pasado. Posteriormente al negocio se fueron incorporando como empleados el resto de los hermanos Cabrera que fueron llegando desde Canarias hasta hacer un total de cuatro.

La educación y cultura de Anastasio había sido adquirida de forma autodidacta, dirigida principalmente en relación al negocio, como lo era la teneduría de libros y nociones de mercantilismo, etc. Fue una de sus propiedades más significativas su amor por la lectura con lo que ampliaba su cultura general que lo mantenía al día en el acontecer de su época. Su participación destacada en la vida económica y social del pueblo lo relacionaba con la crema y nata de la sociedad cabaiguanense, lo que unido a sus cualidades y a su simpatía personales le abrió puertas. Así, su quehacer desde temprano, le permitió ocupar un lugar significativo en la vida social y cultural del pueblo, como lo fue su participación en la directiva de la Asociación Canaria, en la Cámara del Comercio, en la Asociación de Detallistas, Caballero de Colón, y su aporte personal para la edificación de la nueva iglesia católica del pueblo, etc.

Fue significativo de su voluntad de superación que en el ocaso de su vida, contando con algo más de 70 años se matriculó en La Universidad de La Habana en la carrera de Ciencias Comerciales, venciendo exitosamente algunas asignaturas, pero el idioma inglés obligatorio puso límite a su intento.

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