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lunes, 6 de abril de 2020

EXTRAORDINARIA Y APASIONANTE: "LARGO OSCURO ORIGEN


EXTRAORDINARIA Y APASIONANTE: 
"LARGO OSCURO ORIGEN
PEPITA AURORA RODRÍGUEZ SILVERA
Confieso que leer esta novela me ha resultado un ejercicio de entretenimiento difícil y minucioso; pero una agradable sorpresa y enormemente enriquecedor.

Eso me pasó ya con la lectura del primer párrafo, que lo tuve que repetir para entenderlo mejor.
Y, a partir de entonces, ya no pude parar: aunque tuviera que repetir muchas de las páginas, una y otra vez, enganchada a la magia de las palabras, tratando de comprender -como maestra de escuela que soy y como lectora adicta- todos los vocablos, las formas de los verbos, los nombres y pronombres situados en impecables, novedosas y extraordinarias construcciones lingüísticas que me estaban hechizando. Pero sobre todo, tratando de asimilar ciertos vocablos, transmisores de recuerdos y verdades como puños convertidas en frases tajantes, que te desconciertan la lectura y te obligan a parar, para entender y reflexionar sobre lo que estas leyendo.

Me costó leer la novela, cierto. Pero cada página que leía -incluso las tuve que leer varias veces- era un descubrimiento del que aprendía: como si pudiera apoderarme de esa magia madura y magistral, propia de un gran maestro de la literatura y de la propia vida. No en vano Víctor ha sido maestro profesional día a día más de cuarenta años.
Y aprovecho para contar que conocí a Víctor en el curso 69-70. Tenía él, por entonces, una academia en Schaman, dando clases particulares de casi todas las asignaturas: para sacar adelante a su joven familia. Y sucedió que un grupo de once chicas, muy jóvenes entre las que me contaba, recién acabada la carrera de magisterio, asistimos a sus clases para preparar las oposiciones. La primera sorpresa que nos llevamos fue la juventud del profesor, que era de nuestra misma edad. La segunda, y más importante, era su forma de impartir las clases. Con unas cuantas lecciones -no teníamos demasiado tiempo hasta el examen- nos aclaró un montón de dudas y nos dotó de recursos, que sesudos catedráticos de La Escuela de Magisterio no habían conseguido. Él nos dio clases de Lengua, Matemáticas y de todo el programa de las oposiciones. Basta decir que de las once, ocho obtuvimos plaza de las sólo 30 que había, en una proporción de 15 maestros por plaza.
Lo que Víctor no sabe, y se lo voy a decir ahora, es que su forma, o llamémosle, su pedagogía a la hora enseñar -ese ir al grano, al fondo de los problemas, de explicarlos diseccionados con palabras sencillas, adecuadas a la raíz de las cosas- me hizo pensar mucho en cuanto me enfrenté ya profesionalmente a una clase: influyendo muchísimo en mi trabajo de transformar la escuela para acomodarla a los alumnos y no al revés -como siempre había yo aprendido.
Tampoco sabe Víctor -y en estos momentos se lo digo- que conocí a los escritores canarios y comencé a leer sus obras -y sobre todo comencé a amar la literatura hecha en nuestras islas- gracias a las recopilaciones divulgativas tituladas Literatura Canaria: siglos XVI-XX (1976) Cuentos Canarios Contemporáneos (1975) y años después (1985- 89) Narrativa Canaria del siglo XX en tres volúmenes que él y su amigo –y también maestro- Rafael Franquelo nos mostraron con su trabajo.
Ellos recopilaron cuentos y hermosas páginas literarias de una pléyade de magníficos escritores que, por decisiones del sistema, no tenían cabida en los planes de estudios de los jóvenes canarios,  ni siquiera en la Universidad, y me dio pie para seguir ahondando en esos autores y conocer más y mejor mi propio espacio vital.
A la vez que trabajaba con Franquelo en esas recopilaciones, Víctor hacía su propia literatura con un lenguaje propio, directo y libre, que tanto gusta a jóvenes y mayores. Fue en esas décadas cuando publicó Cada cual arrastra su sombra (1972) Cuentos Cobardes (1974) y  Lo más hermoso de mi vida (1979).
Creo firmemente que es uno de los representantes más brillantes de la llamada generación de los 70. Posee una amplia e interesante bibliografía con más de treinta títulos, cientos de artículos periodísticos, libros de recopilaciones, didácticos, y diferentes colaboraciones en revistas literarias y prensa.
Hace unos años, cuando comencé a tomar apuntes para escribir la historia de la Literatura Infantil en Canarias, me di cuenta de que algunos narraciones para adultos de Víctor eran también un regalo para los jóvenes, por su cercanía en los temas. Ya los había trabajado en las clases con mucho éxito: esos libros me permitieron entablar un diálogo crítico y enriquecedor con los niños mayores. Y si a esa cercanía le unía también que poseían un lenguaje directo, claro y honesto, debían estar por derecho en ese catálogo que yo escribía.
A medida que los trabajaba me iba dando cuenta de que Víctor, como todos los que hacen buena literatura, jamás se ha preocupado por la edad de sus lectores. Simplemente hace acopio de experiencias vitales  con una calidad insuperable y las va soltando en cada uno de los momentos de sus historias. Así, en esa especie de catalogación de obras y autores, yo he recogido como cercanas a los jóvenes, títulos como Lo más hermoso de mi vida, Nos dejaron el muerto… además de una serie de cuentos cortos, que le he rogado en varias ocasiones que lo reedite, porque me parecen que serían muy convenientes para chicos de secundaria y bachillerato. ¡Menos mal que ya se ha puesto manos a la obra! Y lo felicito por ello.
Y, ¿¡como no!?, también son importantes para los jóvenes de Secundaria y Bachillerato los libros de recopilaciones de los años setenta que hizo con Rafael Franquelo y que recoge títulos de Leandro Perdomo, Isaac de Vega, Pinto Grote, Alfonso García Ramos, Vázquez Figueroa, Alfonso Osanahan, Ángel Guerra… etc, que -en mi modesto entender- les da a los jóvenes una más clara visión de su propio yo.
He leído y comentado muchas de sus obras, e incluso he contado algunas de sus historias cuando viajaba a los festivales de narración oral en Hispanoamérica. Tengo predilección por sus libros Cuentos cobardes, Nos dejaron el muerto, El arrorró del cabrero o Cada cual arrastra su sombra.
Estaba convencida que conocía el lenguaje y el estilo de Víctor, y que no me iba a sorprender esta nueva novela, pero me equivoqué. Largo oscuro origen es diferente a todas las demás: se sale de madre… Es como si el autor hubiese estado toda una vida practicando ejercicios libres con el lenguaje y la imaginación, para, en plena madurez, comenzar a escribir esta prenda.
Desde que comencé a leerla fui conquistada por la magia de sus vocablos, que me creaba imágenes a veces escalofriantes, por la cantidad de entresijos sintácticos, por los giros, los tiempos de los verbos, por los nombre y pronombres y por su forma de engarzar las frases. Y se ha convertido en mi novela de cabecera; la sustituiré cuando encuentre otra que me entusiasme más o como ella. La puedo leer muchas veces y descubrir nuevos giros cada vez. No se parece a ninguna otra que haya leído antes; pero la verdad es que, por ahora, no sabría cómo contarla ni cómo transformarla en narración oral.
La novela nos cuenta diferentes versiones del asesinato del Tunicio en un barrio de una ciudad como Las Palmas; pero que podría haber sucedido en cualquier pueblo de las islas y en el propio corazón de la ciudad o en cualquier otra ciudad del mundo. Y deslumbran sus personajes.
Agradezco a Víctor esta nueva lección de lengua y literatura con su Largo oscuro origen, cuya lectura me ha hecho repasar una y otra vez la complejidad artística de las construcciones lingüísticas, para mí novedosas.

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