Del libro
CONSTANTES DE LA NARRATIVA CANARIA DE LOS SETENTA.
APARTADO III : LA
TRAGEDIA COMO FIN
FCO JUAN QUEVEDO GARCÍA
VÍCTOR RAMÍREZ: “CADA CUAL ARRASTRA SU SOMBRA” Y “PERO COMO SI NO”.
EL ALCANCE DE LA DESGRACIA
Víctor Ramírez es un ejemplo significativo del cuidado
por la expresión literaria que se observa en la narrativa canaria de los
setenta. Juan Manuel García Ramos, en Ensayos del Nuevo Mundo, -escribe
sobre este autor:
La condición humana del insular, como señalaría Domingo
Pérez Minik, encuentra su entonación más arraigada en las frases largas y
musicales de Víctor Ramírez, en sus arriesgados encabalgamientos. Cada cual
arrastra su sombra es hasta el presente la obra más acabada de ese autor y
su aparición en 1971 nos descubrió con vigor a todos que un estrato social de
las islas no sólo tenía un modo de pensar y de pensarse, sino una forma muy
particular y sugestiva -y hasta ese momento desconocida para la literatura- de
expresarlo.
Cada cual arrastra su sombra es una narración corta que Víctor
Ramírez entresaca de la realidad canaria. En esta ocasión le cede al escritor
una historia de amor, de celos, de venganza, de deshonra, de un hombre en el
sendero de una desgracia envilecida por todos los lados de su existencia.
Desairado por su novia -su mujer luego- con la sombra de la duda:
En mala hora vienes y te pones novia. La silla en que
ella se sentaba cuando yo la visitaba, tallada con tanto esmero, si vieras el
tallado y el tiempo que empleé én él, se la hice yo. Pero la ella no estaba sentada
en mi sillita. Ella se sentaba en el sillón grande, el de
271. García Ramos, J.-M., op. cit., 1993, p. 93.
mimbre pajizo. Y conmigo nunca, nunca, se había sentado
en el sillón grande, el de mimbre [...] Yo los vi. Vi a su primito sentado
junto a ella, pegadito. No estarían haciendo nada malo, no sé. Pero estaban los
dos sentados juntitos, pegados, hombro con hombro, cadera contra cadera.272
Más desairado aún con la certeza la noche de bodas:
Ahora me siento nada: ni viudo, ni casado, ni soltero, nada.
Uno es, ha sido, honrado, mala suerte. Voy; y te casan ayer por la tarde [...]
y te quedas, ¡al fin!, a solas con ella. El mundo es tuyo, hambriento.
Ha llegado el momento de la verdad, la golosina que te
engatusa durante ar,os. Eres honrado, mala cosa. Felicidad mortal, instantánea,
pero ves que no soltó sangre. Y un latigazo estremece tu decencia [. . .] Yo me
vestía silencioso, destrozado, el llanto seco. 273
Desairada toda su familia por el Rimero, un personaje
infar::.=: componedor de la muerte de su padre y agravio constante para __
madre:
Decía que el Rimero, y si en la guerra, que cementándose
mi alma con la resignación, tener que venir ese diablo, una sonrisa lobuna con
diente de oro y un cartucho lleno de comidas agarrado contra el pecho por las
dos manos, vaya qué obra de caridad [...] había tanta hambre, y mis pobres
hijitos, Dios lo sabe, y aquel malvado pagaba en algo, aunque fuese mínimo, lo
hecho
272. Ramírez, V., Cada cual arrastra su sombra, en
Cuentos cobardes, Madrid, Taller de Ediciones Josefina Betancor, 1977, pp. 49 Y
50.
273. Ibíd., p. 61.
LA TRAGEDIA COMO FIN
267
a ffi¡ pobre marid0274
La confesi6n de su madre, la relaci6n de su novia con su
primo, lo atraen a la desgracia, como nos atraen a nosotros, sumergidos en su
ámbito gracias a ese modelo expresivo intenso arraigado en la condici6n
insular, en el que apreciamos la singularidad del habla de los personajes en
los diálogos, y los puntos de vista del narrador. Los personajes son
verosímiles, su madre, su novia, el Rimero, su padre muerto con la Guerra Civil
como trasfondo, el propio narrador. Víctor Ramírez los crea con los perfiles de
la realidad. Para ello recurre a esa "forma muy particular y sugestiva -y
hasta ese momento desconocida para la literatura- de expresarlo", como
afirmaba Juan-Manuel García Ramos, y a la temática que nos remite a la
concepci6n universal de los seres humanos atosigados por los marchamos del
deshonor y la deshonra.
Como en la tragedia lorquiana, como en La familia de
Pascual Duarte, las ficciones marcadas por estos motivos derivan hacia la
violencia como un destino insobornable -"Haya luz, haya penumbra, siempre
habrá una sombra que se arrastre, delante o detrás, a un lado o a otro. Y en la
tiniebla todo serás sombra, y tu sombra ya no es tuya, eres tú mismo"275-:
entré en la tenducha del cubano, como le decimos, y ponga
un ron, Virginito, luego otro, otro, iban siete por lo menos, la cabeza
engomándoseme· y los ojos vidriándose, el corazón que me acelera sus pálpitos,
cuando el diablo me trajo a mi presencia al Rimero mismo, la cara una maceta
roja del alcohólico que se ríe apestando alcohol y tabaco, la mirada pantanosa
de buey que rumia confiado [...] mi cuerpo tirándose hacia adelante, el brazo
en asta abanderando el negro hierro de dos kilos contra la
274. Ramírez, V., op. cit., 1977, pp. 46-48.
275.lbíd., p. 58.
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cara del Rimero que se asusta y se ladea y que recibe un
solo golpe en el hombro, ¡qué alarido!, y me envalentono y tiro al suelo la
pesa y cerrando los dos puños cruzo con el derecho un trompazo antes que se
caiga al suelo, y cruzo con el izquierdo, y otro y otro, verdugándole el
rostro, hasta que cayó sin sentid0276
La sacudida de la violencia y del sufrimiento acontecen
este relato de Víctor Ramírez. Son elementos que se despliegan en creación como
resultado de una postura literaria establecida antemano. En
"Contrapeso", recogido en Aislada órbita, nos ex las razones de su
acercamiento a la escritura:
Escribo por venganza, por profundo sentimiento de
frustración, por punzante rencor ante tanto mal, porque me da la gana, por
distraer el rato, por sádicos deseos de crear seres que sufran como los que de
veras existen por ahí, por jugar a darme alguna explicación que me engañe algo,
por esto y seguro que por muchos motivos más que no alcanzo, ni me preocupo en
alcanzar, a ver. Y siempre sabiéndome cómplice del lector; lector que busca
corroboración en el autor, corroboración insana a sus insanas perspectivas de
la vida. m
La actitud de rebeldía del escritor se decanta en éste
desde primera confesión: "Escribo por venganza". Frente a la existe _
procelosa que lo rodea, su trabajo consiste en "crear seres que su como
los que de veras existen por ahí". Su literatura cae en el mu real y su
caída necesita del lector, le confiere el entendimiento de _ técnica, e
interpreta su compromiso y sus argumen _
276. Ramírez, V., op. cit., 1977, pp. 59 Y 60.
m. Ídem, "Contrapeso", en Aislada órbita, de
V.V. A.A.
(Ed. de R. Franquelo), Las Palmas de Gran Canaria,
Inventarias Provisionales, 1973, p. 149.
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:...A TRAGEDIA COMO FIN
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.. ecíprocamente, el lector necesita de su ficción
literaria para -eencontrar su experiencia: "Y siempre sabiéndome cómplice
del "" tor; lector que busca corroboración en el autor, corroboración
. ana a sus insanas perspectivas de la vida".
En Pero como si no, otra de las narraciones cortas de
Víctor amírez, también salen a la luz personajes sufrientes:
(seguías ovillado en el suelo y no viste cómo la agarré y
la arrastré para afuera, ¿sabes?, casi me da por echada escaleras abajo, y todo
esto para que , ¿para qué?, para tú pudriendo la tierra y yo hecho un, hecho
un, oh Santiaguillo.
¿Oyó pariente? ¿es cierto lo de los Ravelos?
¿que se botó el chico de un noveno piso y que mancaron
los Rutinas al más viejo?.. Sí, señor; así mismito... ¿Pero los dos brazos?
Junjun: ¿Y cómo demontres le dio al Santiago liarse con la Rutino, lo penca que
siempre ha sido? .. Pues ya usted ve, compañero: las guerras de la paz...
¿Eh?... Nada, nada... 278
El escritor nos presenta una historia luctuosa entre
familias, en la que la atracción por una mujer se constituye en desencadenante
e la desgracia: " ¿Y cómo demontres le dio a Santiago liarse con la
Rufino, lo penca que siempre ha sido?". Este lenguaje coloquial facilita
la verosimilitud de los personajes que conversan, lo que oadyuva a estimar lo
que se nos está transmitiendo como verdadero, aunque sea acoplable a la
irracionalidad: "no viste cómo la agarré y la arrastré para afuera,
¿sabes?, casi me da por echarla escaleras abajo"; "y todo eso para
que, ¿para qué?, para tú pudriendo la tierra y yo hecho un, hecho un, oh
Santiaguillo".
Pero aún se quiere acentuar más la tragedia. Por ello se
nos precisa c6mo se produjo la muerte de Santiago y qué es lo que le
278. Ramírez, V., Pero como si no, en Cuentos cobardes,
Madrid, Taller de Ediciones Josetina Betancor, 1977, p. 87.
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pasó realmente a su hermano: "¿Oyó pariente? ¿es
cierto lo de los Ravelos? ¿que se botó el chico de un noveno y que mancaron los
Rutinos al más viejo?.. Sí, señor; así mismito... ¿Pero los dos brazos?
Junjun".
Para penetrar en el concepto de la violencia, de la
tragedia, aunado al afán de dar a conocer la realidad sobre el que se construye
la narrativa canaria de los setenta, recogemos el siguiente texto escrito por
el propio Víctor Ramírez, en el que hace referencia a Miguel Hernández y a
Antonio Bermejo:
Sí; este narrador acepta las palabras de Miguel
Hernández, "nuesto cimiento será siempre el mismo; la tierra. Nuestro
destino es parar en las manos del pueblo". Si esto no fuera así,
maldeciría este narrador su obra, por estéril o por traicionera. Y para concluir
quiere recordar a Antonio Bermejo, uno de los narradores canarios que más
aprecia y fallecido el año pasado, con unas palabras que este narrador
escribiera para prologarle el libro La Huida:
«Aquí queda su palabra aguda, precisa, irónica de
seriedad, hilvanada con intuitiva maestría para no recordamos que somos islas
apresadas por aguas y por leyes inhumanas que nos agusanan hasta la ignominia,
islas hechas destino triste y sumiso, islas en las que hasta la rabia resulta
mezquina y colonizada y llenas de miedos a la libertad.,,279
279. Ramírez, V., "Este narrador", en El
Urogallo, Madrid, diciembre de 1988-enero de 1989, p. 45.
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