EL REY ESTÁ DESNUDO
JON IÑARRITU
Una persona participa en su balcón
en la cacerolada
contra la Monarquía,
¿Estamos ante el
fin de la monarquía en el Estado español? ¿Fue la cacerolada durante el
discurso de Felipe VI su ‘momento Ceauçescu’? El tiempo nos dirá si es así. Lo
que parece una certeza es que la maniobra de Estado para que Felipe VI
repudiara a su padre no ha funcionado. Cada día son más aquellos que rechazan
la monarquía y que no se creen los mitos creados en torno a supuestos reyes
modélicos. Por mucho que los corifeos monárquicos pongan en valor el comunicado
de la Casa del Rey ha quedado en evidencia, como narró Andersen, que el rey
está desnudo.
El domingo, 15 de
marzo, fue el primer día del Estado de Alarma y la ciudadanía afrontaba con preocupación
una crisis sanitaria no conocida en el último siglo. Ese día, un domingo por la
tarde, fue el elegido por la Casa del Rey para publicar un comunicado insólito
contra el rey emérito. ¿Fue casualidad o un intento de que pasara lo más
desapercibido posible? De igual forma, el martes 18 de marzo, Felipe VI decidió
dar un discurso sobre la crisis del Coronavirus. Lo curioso es que mientras él
narraba un discurso sin contenido relevante alguno, gran parte de la ciudadanía
pensaba en el escándalo de las comisiones, las cuentas en paraísos fiscales y
las donaciones no declaradas por el rey emérito y sobre las que prefirió no
mencionar nada. Surrealista, ¿verdad?
Como señalábamos,
han sido varios los medios del Establishment que han puesto en valor la gesta
del rey actual por haber repudiado a su padre, haber renunciado a una posible
herencia y además haberle dejado sin asignación económica. Ahora bien, son
varios los análisis jurídicos que han dejado en evidencia que la renuncia a la
posible herencia, no es más que un gesto ya que carece de validez jurídica. Más
desapercibido ha pasado el hecho de que la Casa del Rey conociera los
chanchullos de Juan Carlos I, al menos, desde marzo de 2019 y que haya pasado
un año para que haya tenido que reconocerlo públicamente. ¿Es un comportamiento
ejemplar? La cacerolada y las encuestas apuntan lo contrario.
Las monarquías
actuales se vienen a definir como un residuo del Antiguo Régimen anterior a la
Revolución Francesa. En las democracias liberales, los Estados que aún
conservan casas reales, el papel de estas ha quedado reducido a un papel
mayormente simbólico en lo que se conocen como monarquías parlamentarias.
Además, aunque pueda parecer contradictorio, teniendo en cuenta la naturaleza misma
de la monarquía, algunas de las democracias más avanzadas del mundo son
monarquías parlamentarias. Lo que diferencia a la española con la otra decena
de monarquías que reinan en el marco europeo es que, además de ser un residuo
del Antiguo Régimen, está conectada con el régimen anterior, el franquista,
pero no solo eso. Son al menos 3 las diferencias con el caso español.
En primer lugar,
las Casas Reales actualmente reinantes tuvieron un papel antifascista en
defensa de sus sociedades en el contexto la II Guerra Mundial y los
totalitarismos del siglo XX, como decíamos, la española justo lo contrario. En
segundo lugar, España es un caso sui generis en el que tras haberse convertido
en una república, y por dos veces, ha vuelto a introducirse la monarquía y en
tercer lugar, la española es la monarquía más cuestionada de Europa, motivo por
el cual hasta el mismo CIS ha dejado de preguntar por ella.
La segunda
restauración borbónica, decidida por el dictador Franco, fue acompañada de una
posterior introducción en el pack constitucional. El mismo Suarez reconoció en
una entrevista que no se hizo un referéndum ex ante, como se hizo en Italia, ya
que la opción monárquica hubiera perdido. Del mismo modo, el Establishment creó
una serie de mitos relacionados con la imagen del jefe del Estado. Los mitos
por todos conocidos van desde lo personal, diciendo que era un rey cercano,
‘campechano’ e incluso austero. Se extendió la idea que la democracia llegó
gracias a él, o que, salvó a España de un golpe de Estado.
En resumen, una
leyenda sobre un monarca ejemplar que no participaba en política y que se
dedicaba a sus funciones constitucionales. Lo máximo que se rumoreaba, dentro
del tabú comunicativo, era que tenía una vida más propia de una película de
Alfredo Landa o de Ozores, pero eso no afectó a su imagen, más allá de que
ahora haya algunas personas que reclamen su paternidad. El hecho de que su
entorno de amigos acabara condenado por todo tipo de delitos económicos, no
sembró sospechas y tuvo que llegar el caso Noos, que afectó a su hija y a su
yerno, para que se empezara a asumir que quizás el rey fuera un comisionista y
que tuviera cuentas en paraísos fiscales, algo que su examiga Corinna Larssen
vino a confirmar, al igual que lo ha acabado haciendo su propio hijo. ¿Quedan
juancarlistas? Parece que no.
El actual monarca,
Felipe VI, fue coronado por medio de una operación de Estado fugaz que tenía
como objetivo salvar a la monarquía entre tanto escándalo. El monarca también
conocido como ‘El Preparado’, por haber hecho estudios universitarios, un
master y la carrera militar en menos tiempo que el Sr. Casado, ha intentado
pisar menos charcos, pero no lo ha conseguido. En octubre de 2017 cuando tuvo
oportunidad de arbitrar y mediar en relación a Cataluña, prefirió dar un
discurso bélico y político. El nuevo rey se acabó convirtiendo en un referente
de los sectores más reaccionarios. Pero no solo eso, son múltiples las
informaciones que le acusan de un supuesto papel en la "guerra
económica" contra Catalunya, ¿se aclarará?
En definitiva, no
cabe duda que los poderes fácticos y clásicos protegerán la monarquía. No hay
más que ver que en el Congreso y Senado se vetan todas las iniciativas que
tengan vocación de dar más transparencia a los asuntos sobre la Casa Real. Los
corifeos reales seguirán defendiendo al nuevo rey como pilar del llamado
‘Régimen del 78’, como hicieron con Juan Carlos, hasta que dejaron de hacerlo.
Ahora bien, es evidente que incluso en este tiempo de preocupación y
desasosiego por una pandemia que nos mantiene a todos y a todas confinadas,
cada vez es mayor la parte de la ciudadanía que se pregunta: ¿para qué sirve un
rey?
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