DE MUJERES, LUCHAS Y DEMONIOS
EUGENIA FERNÁNDEZ BUSTAMANTE
En todo el mundo
las mujeres denuncian el acoso y la violencia sexual, exigen educación en
igualdad, luchan por el derecho a decidir libremente y encabezan luchas
sociales y medioambientales, lo que les hace sufrir campañas de desprestigio y
odio de quienes pretenden silenciarlas
Eugenia Fernández
Bustamante, Amnistía Internacional España (@fdezeu)
¿En qué se parecen
Paraguay y Polonia? A 11.228 kilómetros de distancia, los dos países comparten
unas ideas muy parecidas respecto a los derechos humanos y sobre los de las
mujeres en particular.
En Polonia desde el
año pasado se intenta aprobar una ley (condenada incluso por el Parlamento
Europeo) que prohíbe impartir o promover la educación sexual a menores de 18
años. En Paraguay, el Ministerio de Educación y Ciencias dictó hace dos años
una resolución que prohibía la difusión y utilización de materiales referentes
a lo que llaman "ideología de género".
Si la ley polaca
llegase a materializarse, eso significaría una total oscuridad para las menores
de 18 años y su sana sexualidad, agravada además por la restrictiva ley de
aborto polaca. Sin educación afectivo-sexual y sin derecho al aborto legal y
seguro, muchas chicas podrían tener su juventud cortada antes de tiempo, como
ya ha ocurrido en Paraguay.
Protestas en en
Parlamento polaco contra las restricciones de la ley del aborto, 2018 /
@Grzegorz ŻukowskiProtestas en en Parlamento polaco contra las restricciones de
la ley del aborto, 2018 / @Grzegorz Żukowski
En 2015, las
autoridades paraguayas denegaron a una niña de 10 años el derecho a abortar
tras haber sido violada, incluso sabiendo el tremendo riesgo que eso
significaba para su salud. Si el gobierno obliga a una niña a continuar con su
embarazo, ¿qué hará con las jóvenes embarazadas por falta de educación sexual?
Estos ataques a la
educación en igualdad y a la salud sexual son el resultado final de un discurso
de odio que afecta desproporcionadamente a mujeres y niñas. Y cuando el odio se
convierte en políticas que violan los derechos humanos, mujeres de todo el
mundo alzan su voz para luchar por sus
derechos.
Hace poco más de
dos años conocimos las palabras #MeToo. Este movimiento social para denunciar
el acoso y la violencia sufrida por las mujeres se ha extendido de forma
masiva, y aunque se originase en Estados Unidos, se ha convertido en una frase
de reivindicación para las mujeres que luchan visibilizando el problema del
acoso y la violencia sexual. En España, esta lucha se vió vigorizada por casos
como el de La Manada que sacaron a las mujeres a la calle a mostrar su
indignación y apoyar a las víctimas.
En Argentina, una
marea de mujeres se levantó para luchar por el derecho a un aborto seguro: la
marea verde. Su voz no dejó de escucharse, tan alto que llegó al mundo entero.
Tampoco ha dejado de escucharse, traducido a múltiples lenguas, la famosa
canción de protesta en Chile "El violador eres tú", con la que las
activistas reivindican la responsabilidad del agresor y rechazan culpabilizar a
las víctimas de violencia sexual.
Marcha por el
aborto legal en Argentina en 2018 / @Amnistia Internacional Argentina - Demian
MarchiMarcha por el aborto legal en Argentina en 2018 / @Amnistia Internacional
Argentina - Demian Marchi
Cruzando el océano,
en Sudán, las mujeres encabezan las protestas contra el fundamentalismo
religioso que les prohíbe vestir como quieran y las obliga a la
"obediencia de la esposa", llamando a la gente a unirse con la
palabra "Zagrouda".
Si hablamos de
mujeres con nombre propio, reconocemos el de Greta Thunberg, que por ser mujer
y además adolescente, ha sufrido comentarios denigrantes y cuyo activismo
contra el cambio climático han pretendido desacreditar voces muy poderosas.
Estas mujeres se
encuentran expuestas a todo tipo de ataques a causa de sus luchas. Loujain
al-Hathloul lleva detenida en Arabia Saudí desde 2018 por informar a las
mujeres de sus derechos y animarlas a defenderlos. Fue acusada de intentar
desestabilizar el país.
Las acusaciones de
ir contra el Estado son comunes contra las defensoras como pretexto para
detener su trabajo. En Irán, Nasrin Sotoudeh defendía el derecho de las mujeres
a decidir libremente si llevar o no el velo o hijab, y por eso fue acusada de
atentar contra la seguridad nacional. Su condena es de 38 años de cárcel y 148
latigazos.
Algunas mujeres
están más expuestas por la discriminación añadida que sufren. Malak al Kashef
es una joven trans de Egipto que fue detenida por organizar protestas pacíficas.
Fue acusada de ayudar a una organización terrorista y estuvo detenida en un
centro para hombres, con mayor riesgo de sufrir violencia sexual.
Y si participan
activamente en la vida pública, la exposición al odio es mayor. En India,
lideresas políticas sufren maltrato continuamente a través de Twitter, tanto
por sus ideas como por su vida privada, de forma masiva y con impunidad.
Todos son ejemplos
de demonización, una estrategia interesada de desinformación, retórica e
ideológica, que en este caso quiere desprestigiar la lucha de las mujeres.
Cuando las mujeres se ponen en pie, se las ataca de forma desmesurada: por sus
ideas, por su aspecto, por su edad, por su identidad, por todo. Se exagera lo
que hacen, se distorsiona y se intenta transformar en algo peligroso para la
sociedad. Ya no defienden el derecho a vestir como quieran o a protestar
pacíficamente, sino que atentan contra el Estado y participan del terrorismo. O
si es una mujer joven, entonces es una niña histérica; o si protestan contra la
violencia de género y sexual, son unas exageradas que odian a los hombres y
quieren arruinarles la vida.
La demonización de
las mujeres es una campaña de odio continuada. Es señalarlas como si fueran el
demonio e intentar convencer a la gente para que las culpe de males inventados.
La promueven los enemigos de los derechos, de la igualdad. Pretenden silenciar
a las mujeres a base de atacarlas de forma masiva, cuestionar toda su persona,
desde lo que visten hasta lo que dicen. Para las defensoras, su lucha por los
derechos se convierte en una maratón, y si dejan de correr, el odio incansable
gana. Su objetivo, al fin y al cabo, es ese: que se cansen y paren de luchar.
Pero las mujeres no
se rinden. Siguen luchando y siguen ganando.
Este año 2020 ha
tenido un gran comienzo para Irlanda del Norte, con la legalización del aborto
y del matrimonio entre personas del mismo sexo. Antes, fueron meses combatiendo
el odio, pero no se rindieron y finalmente ganaron la igualdad y los derechos.
La ley de aborto no llegó a materializarse en Argentina, pero la marea verde
continúa y el nuevo presidente del país ha prometido aprobarla. No hay vuelta
atrás. Cuando las mujeres se ponen en pie, no hay vuelta atrás.
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