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miércoles, 12 de febrero de 2020

JAVIER CÁRDENAS Y LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO


JAVIER CÁRDENAS Y LOS ENEMIGOS 
DEL COMERCIO
JOSÉ ÁNGEL HIDALGO
FUNCIONARIO DE PRISIONES, ESCRITOR Y PERIODISTA
La noticia de la presunta estafa del divulgador musical Javier Cárdenas me ha cogido ensimismado en la lectura de Antonio Escohotado, en concreto de su monumental Los enemigos del comercio. El fraude a la postre infeliz de Cárdenas se me entrelazó en la mente a la percepción psicodélica que de la propiedad privada y su enemigo feroz, el marxismo, nos intenta demostrar hasta el exasperación del más pequeño dato científico, un sabio algo pimpante, y según sus confesiones, muy ‘pimplante’, como es Antonio Escohotado, autor también de mi admirada Historia general de las drogas: ambas circunstancias se estrecharon hasta darse un buen coscorrón dentro de mi mollera, creando así un pequeño agujero negro, paradójico y quizás a la postre (nunca se sabe) iluminador.



¿Cómo habrá sido esto posible? La cuestión es que acaba de revelarse una pillería de Cárdenas, asquerosa sí, aunque comercialmente bastante elaborada: para quedarse con los dineros de la rifa de su casa, y un prestigio inmerecido de filántropo, había montado una sociedad usando a una niña enferma, Mara, como gancho de sus vilezas.

Los euros cayeron al bolsillo del infamador musical (y aprendiz de brujo financiero) quintuplicados al menos por el valor inicial del premio, estimado en algo más de cien mil euros. Casi medio quilo de margen en beneficios: eso es tener olfato, inteligencia empresarial, según los términos usados por el mismo Antonio Escohotado, repetidos hasta la extenuación, en Los enemigos del comercio: actitudes como la de Cárdenas son las que han hecho progresar a la Humanidad, sacándola de la oscuridad del medievo, arrancándola del marasmo intelectual del Sermón de la Montaña, y sobre todo, doblegando al cristianismo redivivo que exuda por los cuatro costados en la obra de Marx: El capital sería pues una versión reiterativa del espíritu de los evangelios de San Juan, aunque sin su trascendencia por carecer siquiera de la gran estética literaria de éste, al parecer quizás algo desasosegado de nuestro filósofo.

Para Escohotado, si una sociedad permite que alguien progrese libremente usando solo las armas de su inteligencia, que pueda escalar “simplemente por ser un experto en algo”, como le repetía a su entrevistador, famoso militante de Vox y también novelista, Sánchez Dragó, en su programa emitido en Telemadrid, esa actitud social tan solo puede merecer nuestra aprobación histórica, nuestro apoyo radical… y, ay, nuestra apuesta política. “Tú, Fernando, y yo, somos empresarios, pues estamos sujetos al azar y a la competencia… solo que tu empresa se llama Fernadosanchezdragó, y la mía Antonioescohotado…” le soltó sin que se le estremeciese ninguno de sus todavía hermosos cabellos, sin percatarse de que estaba hablando con alguien que vive, vivió y vivirá siempre, de la subvención pública, de los dineros que son cobrados con impuestos a muchos que sí les gusta el espíritu (bien entendido) del Sermón de la Montaña. “Acaso se preocupan los pajaritos del mañana… acaso no cuentan con la divina providencia.. ” se reía el ex marxista Antonio, junto a Fernando, otro que tal, del sermón evangélico.

Siguiendo las enseñanzas de Los enemigos del comercio, sujeto pues a las terribles leyes del azar y de la competencia, esas que hacen grande al comerciante en contraposición al eclesiástico y al guerrero (que no dan un palo al agua), Javier Cárdenas pegó con su rifa un pelotazo usando los instrumentos legítimos de su emprendedor espíritu, y el impuso de una saludable codicia, motores ambos que han permitido el progreso del que hoy disfrutamos.

¿De qué le vamos a culpar entonces? ¿Por qué me sorprende entonces esta asociación mental? ¿Acaso no se han propuesto demostrarnos ambos, Cárdenas y Escohotado, cada uno en su ámbito, que Hitler no era tan mala gente, que Alemania fue machacada una y otra vez por la envidia que provocaba su progreso, que Hitler fue un socialista convencido, más rojo aún que Pablo Iglesias ‘El Joven’? Ambos tienen escrito el disparate.

Más de quince años invertidos en perseguir con honestidad, esfuerzo y brillantez la pista histórica del concepto de propiedad privada, para que luego el corolario sea que un ágrafo como Santiago Abascal puede usar sin despeinarse tus conclusiones en un mitin contra Podemos.

Ay, ojalá y pronto el autor de Historia general de las drogas cumpla la promesa que un día nos hizo de revelarnos la receta farmacológica que le permite mantenerse alegre y lúcido aun cuando cambie radicalmente de postura e ideología… sin que se nos haga mil pedazos la cadera ni nos reviente el cráneo en otros tantos, como es natural.

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