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domingo, 16 de febrero de 2020

EL MIRLO


EL MIRLO
DUNIA SANCHEZ
Inalada iba, con su cuerpo tatuado de esbozos de un sueño de esquina en esquina. Un mirlo común la acompañaba, con sus saltitos gráciles, llenos de una emotividad energética, nerviosa a medida que ella avanzaba.  De vez en cuando la tos oprimía su garganta. Una garganta deseosa de canto mientras la danza durara. Pero ahora no, estaba de esquina en esquina al encuentro de los ojos llameantes en una caricia a su cuerpo tatuado de deseos. Esquina abajo, esquina arriba, esquina en el horizonte, esquina en vertical y todo se fundía en rumor del mirlo. Enamorada de la vida, enamorada de sí misma, enamorada del esplendor de la urbe cuando lo cotidiano se asimila lo bello. En fin, no buscaba nada fue su conclusión solo, el respirar pausado de la acera donde su sombra pisaba, donde su huella era borrada por el crecer de su  andar. Por un instante se detuvo e imaginariamente dibujo corazones de cometas que prendían de su pecho. Se alzaron alto, huidizas por el viento sur que corría. La gente se paraba, no comprendían de donde eran esos corazones de cometas que emanaba de un cuerpo desnudo solo tatuado de sueños. El mirlo, en su hombro. El mirlo alegre. El herrerillo inquieto. Una mujer tatuada de un sueño. Una mujer desnuda, limpia en el sentido de su entereza. Una mujer pasajera de un cielo nutrido de calima. Una mujer con sabor a libertad. Una mujer con ganas de conversar con el canto y la danza. Y así iba, inalada, con su cuerpo tatuado de esbozos de un sueño de esquina en esquina  ¿Los quieres? Entonaba cuando alguien se detenía frente a ella. Te los doy, te doy los sueños donde permaneces dormido con la condición dar brillantez, enaltecer la esperanza ¡Qué suene la esperanza en los prados de cemento¡ donde las prisas se alimenta del suspiro olvidado ¡Qué suene la esperanza en las arboledas perfectas¡ donde la calma se alimenta de las manos del olvido ¡Qué suene la esperanza en el olvido¡ Despertaba con su cuerpo tatuado de esbozos de un sueño un no sé qué ánimo. Tanto, hasta que se vio rodeada por una infinidad de gentes; blancos, negros, morenos, etc….y desapareció entre esa masa como alas de un mirlo.

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