Páginas

jueves, 23 de enero de 2020

4* REFLEXIONANDO SOBRE GALDÓS, LEÓN Y CASTILLO Y ...



4* REFLEXIONANDO  SOBRE   GALDÓS, 
LEÓN  Y  CASTILLO  Y  ...
VICTOR RAMIREZ
Dijo el apodado Pancho: "Por la prensa de fi-nales del mayo pasado te enteras de que dos es-tudiosos de Galdós han estado por aquí". A lo que añadió el apellidado Miranda: "seguro es que esta-rán ellos papanatamente muy bien subvenciona-dos con dinero que normalmente se regatea o nie-ga a canarios tan meritorios o más que esos dos es-tudiosos, estudiosos a los que por otra parte agra-dezco cordial su dedicación a nuestro admirado don Benito".

Se llaman Stephen Miller, de la Universidad A&M de Texas, y Peter Bly, de la Universidad de Queen en Canadá. Miller dice que está ultimando u-na edición facsímil de tres álbumes con dibujos realizados por el joven Galdós. El tercero de éstos -fechado en 1867, cuando Galdós contaba veinticin-co años- se titula El Atlas zoológico.

Afirma Miller -contento por su descubrimiento- que, en este atlas, Galdós critica ferozmente a su "amigo" León y Castillo, quien aparece convertido en un pavo rodeado de polluelos y en un fumador molino de viento alrededor del cual giran sus acólitos. Y añade: "siempre se ha dicho que ambos eran buenos amigos, pero si León y Castillo hubiera visto los dibujos de Galdós habría tenido que hacer un gran esfuerzo para seguir siendo su amigo".

         Continuó el apodado Pancho: Leyendo esto me alegré ingenuamente. Pues se confirmó lo que ha-bía yo presentido: Galdós, benéfico con su literatu-ra y sus actuaciones socio-políticas (pese a ser ca-nario en la metrópoli) no era tan amigo de aquel tan dañino trepador egocéntrico, codicioso insacia-ble, que desde joven siempre había sido el también canario Fernando León y Castillo.
         Simulaba ser amigo porque, canario a fin de cuentas, don Benito sentía temor ancestral al pode-río español -peor si lo ejerce esbirrilmente otro ca-nario- y evitaba enfrentarse claramente a éste".

(Entonces intervino el viejo Armiche: "El mis-mo Pío Baroja -con esa farruca altanera psicología de vasco que no puede entender la nuestra tan pu-silánime- reprochaba a su bastante admirado Gal-dós la permanente doblez, los habituales retran-queos, sus recurrentes hipocresías: le calificaba na-da menos que de "cuco". Y llegó inclusive a mo-lestarse porque don Benito no se hubo atrevido a dejar claro -en su pertinente episodio nacional- quiénes estaban detrás del asesinato del general Prim -lo que era de dominio público. En fin...".)
La existencia de esos dibujos que retrataban tan bien al canario vanidoso trepador León y Cas-tillo se explica -según Miller- porque Galdós no pensaba publicarlos. Éste se comportó sincero realizándolos. Por eso dijo Miranda:
"Lo que significa que sus instintos de justicia, que no le abandonaron pese a su esquizofrenia ide-ológica, natural en todo gran creador -y más en un colonizado consciente o no- lo forzaron a ello: a plasmar la verdad sentida. Como creía que no se le iban a descubrir sus fobias al 'amigo' Fernando, fue sincero. Si llega a sospechar mínimamente que éste se hubiera enterado, no habría hecho esos dibujos o los hubiere destruido. El artista colonizado inte-ligente y además sensible, no nos olvidemos, es muy miedoso, más miedoso de lo normal".

Tienes razón. Mister Miller confirmó, como dándotela: "Galdós siempre era muy crítico en su primera redacción. Luego revisaba y moderaba su crítica, algo que en los dibujos no aparece; por lo que podemos ver hasta dónde podía llegar la ironía del autor".
Emplea eufemismo el estudioso galdosiano: no se trata de ironía; se trata de auténtico desprecio. Y también emplea eufemismo con lo de "moderaba su crítica". Benito Pérez Galdós, sencilla y cruda-mente, se autocensuraba: lo que no desdice su tre-menda valía, ni rebaja un ápice la tremenda afec-tuosa admiración que le profeso, ni hace que olvidemos la valentía de que tantas veces hará gala en sus escritos -y sobre todo cuando se sentía eufó-rico en mítines rodeado de correligionarios.
Se autocensuraba don Benito porque temía, co-mo consecuente canario, al tan dañino poderío es-pañol y evitaba arriesgarse sin necesidad. Lo ver-daderamente hermoso es que (ya lo sabemos y se hará público gracias a la edición de esos dibujos, sinceros por clandestinos) Galdós no sentía apre-cio por León y Castillo, sino todo lo contrario. Si-mulaba la amistad por pura conveniencia.

Mas lo que me rechinó en el alma fue la aseve-ración del otro estudioso, el canadiense Peter Bly, cuando soltó la patujada esa de que Galdós sería -por su enorme sentido audiovisual (¡menudo des-cubrimiento en un escritor realista!)- "todo un Al-modóvar o un Fellini" -¡sic!
A uno le causan asco esas poses de algunos se-ñores visitantes estudiosos y de algún que otros in-telectuales fuereños, para agradar a la galería -y caer simpatiquillos-, cuando se ponen a exaltar lo "español" aquí -como inclusive escribióse que ha-bía hecho el admirado portugués José Saramago (quien, según los papanatas mayordomos de "nues-tra" cultura y a poco que te descuides, resultará más canarista que el mismito Secundino Delgado) cuando obtuvo el Premio Nobel.

No podría aguantar más en silencio Miranda: "¡Pero qué demontres tiene mínimamente que ver Pérez Galdós con ese ultranacionalista borbónico tan rastreramente progre, el Almodóvar, cuyo re-pulsivo cine se alardea porque precisamente sirve, reaccionario pese a sus embadurnamientos de mo-dernidad progresista, al mismo poder que don Be-nito, pese a sus temores de guanche frente a lo hispano, combatió!
No olvidemos que escribió don Benito diciendo, nada más y nada menos, que para empezar el ca-mino hacia la justicia había que acabar -no dejar nada- con la Monarquía, con la Iglesia -no dejándole ni una escuela- y con el Caciquismo".

27-junio-1999

No hay comentarios:

Publicar un comentario