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domingo, 17 de noviembre de 2019

SEMÁNTICA CRUEL


SEMÁNTICA CRUEL
JM AIZPURUA
La interpretación de los conceptos por medio de palabras ambiguas, sugerentes de algo diferente para ofrecer titulares sin necesidad de argumentos, se ha convertido en la norma de los gurús de la información y los plumillas vasallos de la casta. Gran desgracia popular pues en este Estado con 40 años de fascismo aniquilador de la democracia, de golpe, pasando en su absoluto analfabetismo político a la “democracia78”, en ella no se ha procurado su formación sino más bien su desinformación consentidora con los pecados originales de la Transición, y está en 2019 necesitado de una población que enmiende el rumbo y para eso se necesita claridad de conceptos y preparación política; que no es el caso.


El Estado, ya desapareció aplastado por los Lobbys y los malos líderes que surgieron en una partidocracia corrupta y servil. Rivera es el ejemplo de lo que nunca debió suceder.
Siguen jugando con la palabra y se enfrentan por si el problema es “política” o “convivencia”, algo que realmente es: pertenencia. Soluciones políticas o de convivencia no modificarán el sentido de pertenencia que es de carácter sentimental.
Yo mismo; no pertenezco al relato de esa España de 500 años que se inventó M Punto entre copa y copa, y que ahora corregida y aumentada reivindican desde VOX. Nación ya tengo y anterior a la castellana. Pero el Estado que se suponía mío, me niega, me reprime, me ridiculiza y me llama “indepe”, cuando ni siquiera existe esa posibilidad. Durante tiempo Internet me citaba como “político español independentista” ante mi cachondeo.
¿Dónde encajamos en este Estado los millones que no tenemos sus presupuestos nacionales?
Es incoherente que los que nos obligan a la españolidad luego no nos consideren españoles.
No es cuestión de territorialidad, pues yo sigo siendo vasco allá donde me encuentro y diga lo que diga mi pasaporte. Es pertenencia, y mis raíces están ancladas a un solar que históricamente llamamos Euskal Herria y que los hermanos Arana Goiri políticamente denominaron Euzkadi. Y hoy no pondría obstáculos a compartir un Estado con otros y sobre todo si son canarios, pero si estos se independizan ¡me voy con ellos!
El Estado debe asumir su realidad, su enorme fracaso Imperial, su desmembramiento hasta el último del Sahara, y su necesidad imperiosa de resolución de su plurinacionalidad y sus colonias.
Euzkadi, Cataluña, Galicia, Canarias Ceuta y Melilla, no están resueltos en la Transición que no podía llegar a matices y su reflejo en la Constitución 78 es ambigua y desnaturalizada en su posterior desarrollo. Son territorios distintos y necesitados de algo diferente a la represión para ser integrados en un Estado. Y es imposible darles un tratamiento uniforme, para no molestar al paleto de turno, pues sus esencias y necesidades actuales son diversas, diferentes, distintas.
La “doble nacionalidad” es algo que el Estado practica con los que se independizaron, pero que se niega en redondo hacerlo con los aún no independientes, ignorando que esa quizás sea su única oportunidad de retenerlos.
Reconocimiento, confederación, y doble nacionalidad, es un proceso que hoy acabaría con los conflictos “territoriales” peninsulares, y el Estado Libre Asociado con el de Canarias, como Puerto Rico con EE. UU.
Pero el abuelo Cebolleta sigue llorando por las ondas, llamando a la “unidad” y los necios le siguen en una conjura en la que llevan dos siglos fracasando en sus principios que son errados, caducos y antidemocráticos. Su anticomunismo ya no sirve pues comunista es China, que va camino de ser el líder mundial.
España, está en Europa, y Europa se hizo sobre la democracia, no la orgánica de Franco sino la que se basa en las mayorías que respetan a las minorías. Esa rémora de la dictadura de la mayoría y la uniformidad de pensamiento conseguida con represión no es Democracia, es la hipocresía del neofascismo, que ya no saben cómo mantener sus privilegios.
El Estado del siglo XXI en la UE, nada tendrá que ver con el pasado imperial ni estará formado por la fuerza. La Democracia decidirá quién se queda y quién se va, lo mismo que con el divorcio y tantas otras cosas que cambiaron por el progreso de los tiempos

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