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martes, 19 de noviembre de 2019

GUIRRES SIN ALAS


GUIRRES SIN ALAS
JM AIZPURUA
Cuando leí “Cien años de soledad” quedé en shock; nunca había leído algo igual y supe que ya habíamos entrado en otra dimensión literaria. Se me quitaron las ganas de escribir:  ya estaba todo dicho. El realismo mágico me pareció sublime.

Y mil años después, con “Guirres sin alas” me sucedió lo mismo.
Descubrir a Víctor, supuso el terminar de comprender a la tierra canaria en la que vivía desde hacía muchos años pero que esa obra inmensa de un realismo trágico puso ante mis ojos heridos por la retinopatía un bálsamo redentor, una lección de literatura canaria universal.

Yo no voy a hacer una “crítica literaria” de la obra, ni lo sé ni tengo oficio, pero quiero sumarme al coro de voces que encuentran en Víctor Ramírez un hito canario de la literatura, que el gran Anghel se empeña en divulgar desde este Blog y desde su editorial, ante el cruel ostracismo de la autoridad competente.
Como lector impenitente no quiero dejar de compartir ese placer literario de “Guirres sin alas” donde se esconde ese grito de impotencia e injusticia con el que, por dignidad, Víctor asume su condición de canario colonizado con una altura moral que asombra a los que, como yo, desde otros pueblos ignorábamos la tragedia.
No sé cuántos hipérbaton o metábasis contiene el texto, pues el día que leyendo repare en ello; dejaré de leer, como dejaré de ver fútbol cuando Anghel consiga explicarme como cubrir por zonas en el córner. El fútbol es gol, y la literatura emoción. La “técnica” es la antítesis de la emoción y los “palabros”, las licencias, son ramas de inspiración de un tronco genial, de alguien que, como Víctor, ha entrado en el Olimpo de la Literatura y exhibe sus poderes ante el desconcierto del funcionario lector.
La Canarias no colonizada, surge brutal ante el lector que sigue con deleite las andanzas de unos cuñados cuyo frustrado objetivo era ser conductores de guaguas. Su universo colonial igual al de miles de canarios de barrio, es la precariedad, el fracaso, la falta de ese dinero que los podría poner más cerca de sus deseos para estudiar, para viajar, para sacar el carné de conducir.
El barrio, metáfora de la vida real del canario en su tierra, expone unos personajes que son relatados por Víctor con genialidad, con maestría de escritor, pero sin renunciar al honesto reflejo de su miseria, de su falta de horizontes, de su resignación inhumana. No tienen alas, y eso Víctor lo refleja sin tapujos y llora con el lector por ello.
Desbordante erotismo onírico, nos hace sonreír con las increíbles bodas de los cuñados que destrozan la moral políticamente correcta, pero casi sin darnos cuenta, sin grandes argumentarios ni anatemas, inmersos en la sencillez del barrio la transgresión pasa desapercibida. La humanidad del simple se impone a la moralidad del poderoso.
No dejen de leer “Guirres sin alas”, ni la obra completa de Víctor Ramírez, pues tienen a su alcance una obra maestra de la literatura canaria universal. Al leerla se sabe desde la primera línea que estamos ante Canarias, la Canarias doblegada que sin embargo resiste y vive según sus normas y sufre según las leyes de sus caciques.
Acompañen a “Julián y yo” en su periplo vital de bajo vuelo sin las alas redentoras. Disfrutarán de la magia literaria del Maestro de San Roque, ejemplo de coherencia y dignidad, implicado en su patria y en su gente, y azote del colonialismo, la injusticia y la explotación, con sus armas más hermosas: las palabras.



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