A contracorriente
DEMASIADOS AÑOS EN PAZ
Enrique
Arias Vega
Seguramente hay y muchas y poderosas razones
para las actuales revueltas a éste y al otro lado del Atlántico. Añadiré una
más que sorprenderá a algunos y merecerá la crítica de los demás: mucha gente
está cansada de la aburrida paz de la convivencia y necesita emociones fuertes que
hagan subir su nivel de adrenalina.
Insisto en que la cosa no es así de
frívola y que hay argumentos socioeconómicos y políticos que lo justifican.
Pero es verdad, también, que Hispanoamérica hace muchos años que no tiene un
buen conflicto que echarse a las manos. Salvo la vista y no vista guerra de Las
Malvinas (1982) y los muy episódicos escarceos por la frontera entre Ecuador y
Perú (1830-1998), los últimos conflictos del continente fueron la segunda
Guerra Cristera de México (1934-38) y la del Chaco, entre Bolivia y Paraguay
(1932-35).
Poca cosa, afortunadamente, salvo las
dudosas guerrillas y la violencia del narcotráfico, en un siglo de ascensión
social de las masas indígenas, creación de una pequeña burguesía local y mejora
general del nivel de vida.
En Europa y España no digamos: España
acabó la guerra (1939) antes que el resto de Europa (1945) y desde entonces en
el Oeste del continente todo ha sido desarrollo, prosperidad, igualdad y
bienintencionados intentos de integración social.
Nunca, sin embargo, Europa y América
han estado simultáneamente en llamas como ahora, pese a los planes Erasmus,
acuerdos universitarios, viajes pagados de estudios y turismo en varios
continentes que ni los padres ni los abuelos de los rebeldes de ahora tuvimos.
Y es que, sin llegar a las tesis del
viejo Malthus, la paz y el bienestar crean molicie y los humanos se rebelan
contra ese aburrimiento, aun a costa de poner en peligro todo lo conseguido
gracias a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario