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jueves, 10 de octubre de 2019

¿QUÉ SERÁ LO QUE TIENE SÁNCHEZ?


¿QUÉ SERÁ LO QUE TIENE SÁNCHEZ?
Sato Díaz
Los líderes políticos desfilan por la sala de prensa del Congreso para dar explicaciones sobre cómo se han desarrollado sus respectivas reuniones con el jefe del Estado, Felipe de Borbón. Es 17 de septiembre, pocas horas después Pedro Sánchez comparecerá en La Moncloa para anunciar a la ciudadanía que ha de volver a ir a las urnas. Pablo Iglesias, preguntado por cuartopoder.es, reconoce desde el atril lo siguiente de su conversación en Zarzuela: “Hay una cosa que me ha dicho (el jefe del Estado), y creo que lo piensan todos los ciudadanos, y es que después de las elecciones de noviembre los tiempos de negociación no pueden ser como estos. No puede ser que después de noviembre vayamos a semanas de inactividad. Tendrá que haber una decisión por parte del ganador de las elecciones en una dirección o en otra”.



La inestabilidad política pasa factura en las instituciones. Desde que Felipe VI iniciara su reinado en junio de 2014, poco después de que se celebraran las elecciones europeas en las que irrumpió Podemos evidenciando una crisis del sistema de partidos conocido hasta el momento, la inestabilidad es costumbre. Cuatro elecciones generales en menos de cuatro años. Al jefe del Estado le urge calma política. Veamos la sucesión.

Generales de diciembre de 2015, crisis de gobernabilidad y repetición electoral en junio de 2016. Crisis catalana que llegó a su culmen en el otoño de 2017 con la celebración del 1-O y la declaración de independencia y aplicación del 155 a finales del mismo octubre. El 3-O de 2017, el jefe del Estado pronunciaba un discurso duro contra el independentismo muy criticado por algunos sectores de la sociedad, alabado por otros. En junio de 2018, Pedro Sánchez llegaría a la Moncloa tras la moción de censura a Mariano Rajoy. De nuevo comicios estatales en abril del 2019, nuevo periodo de incapacidad política de formar gobierno y, de nuevo, repetición electoral, el 10N.

Según se pudo sonsacar de las palabras de Iglesias, Felipe VI reclama a los partidos que haya gobierno cuanto antes.

Mientras el secretario general de Podemos pronunciaba estas palabras en la sala de prensa del Congreso, Albert Rivera filtraba a los medios de comunicación su propuesta al PSOE de que facilitaría que Sánchez fuera investido si endurecía su política con Catalunya, si modificaba las alianzas y apoyos del gobierno socialista en Navarra y asumía una política económica neoliberal ante la nueva recesión que se avecina. El PSOE no parecía poner muchos reparos a las condiciones de Ciudadanos.

A puertas de una nueva campaña electoral oficial, oficiosamente la campaña es constante desde hace meses, todos los candidatos modulan sus discursos entorno a la figura de Sánchez. ¿Qué será lo que tiene Sánchez? Así, Rivera ha dado un giro a su táctica política y electoral y ha pasado de vilipendiarle, pues hace unas semanas era poco más que el diablo para el naranja, a abrirse a la posibilidad de facilitar un gobierno del socialista. "A mí no me interesan los sillones del Gobierno si estoy en la oposición, pero lo que no puedo hacer es bloquear el país otra vez", indicaba el lunes Rivera, garantizando que con el voto a la formación naranja, "el país se pone en marcha". Rivera cumple con el deseo del rey.



“España, en marcha” es el actual eslogan de Ciudadanos de esta campaña inspirado en un poema de Gabriel Celaya. Un eslogan que mezcla el nombre del partido de Emmanuel Macron, La République En Marche, y el de una coalición de partidos de ultraderecha, Falange incluida, que en 2014 asaltaron violentamente el Centre Cultural Blanquerna de Madrid, sede de la Generalitat de Catalunya en la capital. La “España, en Marcha” de Rivera pretende, ahora, entenderse con el PSOE. Con Sánchez. ¿Que tendrá Sánchez hoy que no tenía antes?

“Ahora, Gobierno. Ahora, España”, este es el eslogan que cubre la fachada de Ferraz. La de Génova, por su parte, reza la siguiente frase: “¿Izquierda o derecha? España”. El líder del PP, Pablo Casado, en un radical cambio de tono aproximándose con pasos acelerados al centro político tras meses de carantoñas con la ultraderecha, también se muestra ahora abierto a explorar un acuerdo con Sánchez que facilite la gobernabilidad después de las elecciones. Las referencias a la “Gran Coalición” entre barones populares se hacen rutinarias. Mariano Rajoy y Felipe González, en un diálogo en Galicia la semana pasada, sellaban el pacto en una suerte de performance.

“España siempre”, así es Vox. El partido de ultraderecha aprovecha esta explosión de alardes de españolidad para marcar la diferencia: “el consenso progre de PSOE, PP y Ciudadanos”. Curiosamente, es el único partido estatal que asegura, hoy por hoy, que tras el 10N Sánchez no contará con su voto para ser presidente del Gobierno.

Iglesias y los suyos siguen apostando por seguir presionando a Sánchez para un gobierno de coalición. “La única forma de garantizar políticas sociales es que estemos en el gobierno”, repiten los portavoces de la formación morada. También En Comú Podem, la confluencia catalana, basa su estrategia, hasta el momento, en llegar a un acuerdo con Sánchez. Ironizan con la frase del “Con Rivera, no” y contraponen: “Con nosaltres, sí”. Ada Colau, unos días antes, lanzaba un vídeo a través de redes sociales en el que pedía a Sánchez que aprovechara la campaña para buscar un acuerdo con las fuerzas progresistas, un entendimiento. Mientras, Más País, la nueva fuerza estatal de íñigo Errejón, se presenta con la promesa de ser el pegamento entre las opciones progresistas, negando que vayan a apoyar a Sánchez si este se decanta por la derecha para buscar pactos, aunque esto lo propusieran hace unos meses en la Asamblea de Madrid. Más País, más Sánchez, por lo tanto.

¿Qué será lo que tiene Sánchez? Parece no haber más táctica en los grandes partidos que la de asegurar que haya gobernabilidad. Y la gobernabilidad hoy, salvo giro de guion inesperado, tiene nombre propio: Pedro Sánchez. “No puede ser que después de las elecciones de noviembre vayamos a semanas de inactividad”, le dijo el jefe del Estado a Iglesias, según el dirigente de Podemos. Las fuerzas políticas, ante la línea expresada desde arriba en boca del monarca y el hastío de la ciudadanía con la clase política reflejada en el CIS, se aseguran que después del 10N haya gobierno cuanto antes.

España, España, España. Sánchez, Sánchez, Sánchez. Cuando la sentencia del Tribunal Supremo a los dirigentes independentistas amenaza con ser pública más pronto que tarde, una sentencia que marcará el futuro de la política catalana y española, España quiere ser un país que deje atrás la inestabilidad en la gobernabilidad de los anteriores años. También para ojos extranjeros. España Global, el artefacto propagandístico gubernamental para contrarrestar la propaganda exterior del procés, repite fuera y dentro que “España es una democracia”. Y, ¿qué mejor que esa democracia además sea gobernable? España quiere ser gobernable, y eso pasa por Sánchez.

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