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martes, 22 de octubre de 2019

LA POLARIZACIÓN DE LOS MEDIOS ESPAÑOLES


LA POLARIZACIÓN DE LOS MEDIOS ESPAÑOLES
SILVIA NORTES
El pasado diciembre de 2018, las elecciones regionales en Andalucía arrojaron un resultado inesperado. Con un discurso de extrema derecha basado, entre otros aspectos, en una postura estricta hacia la inmigración y el aborto, Vox consiguió 12 escaños y logró entrar por primera vez en un parlamento. Cinco meses después, en las elecciones generales de abril de 2019, el partido de Santiago Abascal se hacía con 24 escaños en el Congreso de los Diputados. Además, Vox se presentaba como socio necesario para realizar pactos de gobierno en la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia, y en capitales de provincia como Madrid, Granada, Zaragoza, Teruel, Palencia, Badajoz y Santander.



La aparición y el auge de la extrema derecha en España no es casual, sino fruto del hastío de la sociedad frente a escándalos de corrupción política en los partidos tradicionales –PP y PSOE – y a fenómenos generadores de discordia, como el referéndum sobre la independencia de Cataluña.

LAS INVESTIGACIONES EN PROFUNDIDAD SON CARAS. LAS NOTICIAS FALSAS Y LA PALABRERÍA DE INFORMADORES Y OPINANTES QUE OCUPAN HORAS DE TELEVISIÓN Y RADIO Y EXTENSAS COLUMNAS DE PERIÓDICO, BARATAS

Los medios de comunicación también han jugado un papel fundamental. La polarización del sistema mediático español, en el que periódicos, televisiones, radios y medios digitales muestran una marcada tendencia ideológica, ha provocado una espiral de opiniones enfrentadas y radicales que no buscan la convergencia y el diálogo, sino la divergencia y la confrontación.

En televisión es especialmente evidente, y las tertulias políticas tienen más de espectáculo que de debate constructivo. 

El catedrático de Periodismo Bernardo Díaz Nosty argumenta en Cuadernos de Periodistas que, ante la crisis, “(el periodismo) ha agitado el debate y aumentado el ruido ambiental. Han sido, con frecuencia, los tertulianos de amplio espectro, que igual hablan de los devaneos de alcoba que de la acción de la justicia, quienes (…) mantienen posiciones convenidas, ajustadas a guion, llamadas a animar la polarización y el espectáculo”. En efecto, los medios han adoptado posiciones polarizadas y pasionales en las que, como dice Díaz Nosty, se suele apelar a las sensaciones, “y es en el plató de las pasiones donde se da alas a la degradación populista”.

En este sentido, otro de los aspectos que contribuye a coartar la pluralidad y a empobrecer el debate democrático es el dominio de la opinión periodística por parte de un grupo reducido de profesionales que monopolizan el discurso. Como señala la doctora y periodista Paloma Abejón, “estos opinantes son los mismos en todos los medios y están cada vez más politizados”. El debate se convierte en un toma y daca de reproches con gran influencia en la opinión pública, que se identifica con ellos.

Hay nombres que se repiten una y otra vez, como Francisco Marhuenda, Juan Manuel de Prada, Alfonso Rojo, Elisa Beni, Cristina Seguí, Ignacio Escolar…todos ellos de marcada postura ideológica. “Es la pescadilla que se muerde la cola”, explica Abejón. “Cuanto más ideologizados están los opinantes, más se les llama para participar porque ofrecen más espectáculo. Además, los hombres dominan el espacio de la opinión política, mientras que las mujeres son mayoría en los programas de prensa rosa.

¿Está garantizada, por tanto, la diversidad de información y opinión en los medios si los que la generan son siempre los mismos y están altamente politizados?

Laura Teruel, periodista e investigadora en la Universidad de Málaga, afirma que existen “medios que presentan un alto grado de paralelismo político. Los contenidos políticos dominan la agenda mediática y existe vinculación partidista en las cabeceras de referencia”.

El aumento de la politización y polarización de los medios tiene parte de su origen en la crisis financiera de 2008. La caída de la inversión publicitaria obligó a la búsqueda de financiación ‘a la desesperada’. Y esta financiación pasaba por el sesgo ideológico. ¿Por qué?

La crisis vino acompañada de casos de corrupción que incendiaron a la sociedad española, generando movimientos como el 15-M y el surgimiento de nuevos partidos políticos como Podemos y Ciudadanos, que intentaban aglutinar al votante descontento con los partidos tradicionales del bipartidismo PP-PSOE. Las posturas ideológicas se agitaron y se polarizaron entre diferentes grupos políticos.

Atraer a ese consumidor politizado se convirtió en el objetivo de los medios. Y se hizo apelando a las emociones y la confrontación. Las investigaciones en profundidad son caras. Las noticias falsas y la palabrería de informadores y opinantes que ocupan horas de televisión y radio y extensas columnas de periódico, baratas.

La clara alineación ideológica de la generalidad de los medios españoles fomenta que la audiencia consuma uno u otro buscando una postura afín a sus ideales y alimentando, así, la polarización y la intolerancia hacia el que piensa diferente. Por ejemplo, es habitual encasillar a los espectadores como “de izquierdas” si ven la cadena de televisión La Sexta, o “de derechas” si ven Antena 3. Cadenas ambas, por cierto, que pertenecen al mismo grupo de comunicación, lo que evidencia una estrategia empresarial para cubrir un espectro amplio de posturas ideológicas y, por tanto, una amplia audiencia.

Como consecuencia, señala Abejón, la credibilidad de los medios ha dejado de ser un valor para el consumidor. Ahora se consumen “por su capacidad para generar controversia y discusión”.

Podemos identificar señales y comportamientos que reflejan cómo la intensificación del debate político, la tertulia-espectáculo y el sesgo ideológico de los medios están alentando los extremismos y la polarización en la sociedad española.

Que el buen estado de una democracia depende en gran medida de la función de contrapeso al poder que ejercen los medios de comunicación es evidente. En España, grandes redes de corrupción como la trama Gürtel o el caso de los ERE en Andalucía han sido destapadas gracias a la investigación periodística. Sin embargo, la salud de los medios no se corresponde con la que debería tener un país democrático.

En primer lugar, la propiedad está concentrada en pocos y muy poderosos grupos de comunicación. Por ejemplo, el grupo público RTVE, los privados Mediaset y Atresmedia y el catalán CCMA alcanzan el 94% de la cuota del mercado audiovisual español y controlan lo que ve el 78% de toda la audiencia. Según Media Pluralism Monitor, esto provoca que España padezca un “riesgo alto” de falta de pluralidad.

Esta falta de pluralidad se traduce, asimismo, en un marcado sesgo ideológico. Los investigadores Hallin y Mancini han clasificado el sistema mediático español como pluralista polarizado, porque existen gran cantidad de medios con distintas posturas, pero muestran muy poca pluralidad interna en la cobertura de informaciones.

¿Perjudica esta falta de diversidad interna en los medios al buen funcionamiento democrático?

El conflicto catalán sirve de ejemplo. Como recoge la Fundación Alternativas en el Informe sobre la Democracia en España, el 80% de los espectadores de TV3 –canal al que se acusa de hacer propaganda por el independentismo- y el 71% de los del canal de noticias autonómico 3/24 se declaran partidarios de la independencia. Por el contrario, los catalanes que ven cadenas de televisión de ámbito estatal son mayoritariamente contrarios a la independencia.

LOS MEDIOS DEBEN BUSCAR NUEVOS FORMATOS QUE FAVOREZCAN UN PERIODISMO PROFUNDO, DE CALIDAD Y CONSTRUCTIVO QUE ATRAIGA A LA AUDIENCIA Y CONVENZA A LOS LECTORES, OYENTES Y ESPECTADORES A PAGAR POR ESE CONTENIDO

En las elecciones nacionales de 2016, un 41% de espectadores de TVE votaron al PP, sólo un 5% de los de La Sexta optaron por ese partido. Por el contrario, casi uno de cada tres espectadores de La Sexta votó a Unidos Podemos. Además, entre los espectadores de Antena 3 hubo más votantes del PP, y más socialistas entre los de Telecinco y Cuatro.

La conclusión del Informe sobre la Democracia en España es clara: la polarización ideológica de los medios de comunicación está contribuyendo a que los ciudadanos tiendan a dar más importancia a ciertos temas o votar a ciertos partidos, lo que afecta a los resultados electorales.

El auge de los discursos neo-fascistas, anti-inmigración y anti-feminismo, y la irrupción de Vox en los parlamentos es solo una prueba de la relación entre la polarización mediática y sus efectos en la democracia. 

Dado lo anterior, ¿deberíamos ver el periodismo de opinión como una suerte de ‘amenaza’ para la democracia? ¿Qué deben hacer los medios para moderar los discursos de polarización y confrontación? “El periodismo de opinión es muy importante y no debe ser culpado”, señala Paloma Abejón. “Interpreta las noticias y nos permite ampliar nuestro conocimiento. El problema surge cuando la opinión no se distingue de la información pura en los medios. El público debería poder distinguir la una de la otra. Además, las opiniones deben ser justas y sinceras. No todo está permitido. La solución consiste en basar el periodismo de opinión en reglas y códigos de dignidad y respeto, mientras se protege siempre la libertad de expresión”.

Poner fin a la polarización del sistema mediático pasa por combinar el papel social y democrático del periodismo con su naturaleza comercial. Esto requiere establecer mecanismos para proteger las decisiones editoriales de la influencia potencial de quienes financian el periodismo.

Además, los medios deben buscar nuevos formatos que favorezcan un periodismo profundo, de calidad y constructivo que atraiga a la audiencia y convenza a los lectores, oyentes y espectadores a pagar por ese contenido. Es importante que los medios independientes financiados por suscriptores aumenten su audiencia. Independencia comercial más periodismo de calidad es igual a una audiencia libre de prejuicios y menos polarización.

Por otro lado, tener equipos editoriales más diversos en términos de ideología, género y edad también iría a favor de la imparcialidad. Los medios de comunicación que incluyen puntos de vista heterogéneos atraen, en consecuencia, a una audiencia heterogénea y actúan como un ágora donde hay espacio para opiniones opuestas, combatiendo de ese modo el dogmatismo y el extremismo.

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Este artículo es un extracto de la publicación de Hostwriter y Correctiv Unbias the news.

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