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jueves, 17 de octubre de 2019

CON CARGAS Y A LO LOCO


CON CARGAS Y A LO LOCO
GUILLLEM MARTÍNEZ
1- Lo de ayer del Tsunami, un éxito. Cuantitativo –un porrón de gente en el Aeroport/las Quimbambas–. Y cualitativo –por primera vez en la Cosa se produjo el manifestante francés, ese tipo que si ha de liarla en un aeropuerto, la lía–. La manifestación supuso, entre ayer y hoy, la suspensión de un centenar de vuelos. Algo importante en una ciudad que, snif, vive consagrada al turismo. Como Disneylandia, ese modelo para el Sur de Europa y del que tanto hay que aprender. La mani ha supuesto portada en el NYT. Es decir, iconografía mundial. Si España Global quiere contrarrestar eso, debería contratar a los Rolling. O, incluso, matarlos. A lo del aeropuerto se ha de sumar las manis en el territorio –más de 200; algunas, con bloqueo de vías; las vías del AVE fueron quemadas, de lo que se deduce que eran de papel, o me tocará repetir Física en EGB–, innumerables, variables, móviles en BCN. En total, 131 heridos. Pocos, diría. La poli estaba en modo ma non troppo. De esos heridos, seis fueron en la Zona Zero Aeroport. De ellos, uno perdió un ojo –las pelotas de goma están prohibidas en Cat, pero el CNP está, en ese sentido, por el amor y contra las fronteras; también puede que no fueran de goma, sino de espuma, las que disparan los Mossos–, y otro, un testículo –al parecer, por golpe de porra, emitido con tecnología nativa/Mossos–. Los Mossos tuvieron puntas de calentón. Una de ellas consistió en arrastrar un manifestante con una furgoneta. Algo que es delito en todo el mundo. Bueno, quizás no en Texas.



2- En lo que es una metáfora del todo, hoy, no obstante, el trade mark Tsunami no emite. No lo harán, al parecer, hasta que haya chorrocientas instalaciones de su app. Quieren pasar del canal Telegram con el que se comunican con los mortales, y hacerlo por esa otra vía. Para acceder a la app –Android, que no IOS–, necesitas un QR. Y el QR te lo tiene que dar en analógico una persona de confianza, que verifique que lo eres. La app es, vamos, un filtro. Posiblemente elaborado por a) el subconsciente. O b), el consciente, que te indica que tienes que cambiar de mecanismos una vez que Interior/Marlaska ha dicho que van a por ellos. Ir a por ellos, supongo, es identificar a algunos cyber-usuarios, y colgarles el cargo de sedición, que ayer se produjo –por fin y con todas las letras; algo no acaecido en su luminosidad en 2015–, con el bloqueo al aeropuerto, ese delito federal si esto fuera una federación.

3- Inciso. Tsunami Democrátic tiene un punto oscuro. Su identidad. Al parecer, es algo que tomó cuerpo para el 1O. Participó, se supone, en la creación de la cosa informática. Un invento sin centro, ocurrente, de aplicaciones democráticas. El paso a maestro de ceremonias en estos días tiene, no obstante, su cosa inquietante. Más si se piensa que puede ser una organización paragubernamental, como casi todas. Hay indicios. A saber: a) fue presentada a todo bombo en los medios públicos y concertados, sin especificar su origen o composición, b) comparte léxico gubernamental –es decir, marcos–, y c) ayer desconvocó una mani en un momento dado, el sello de la organización gubernamental. En ese sentido, Enric Luján –@imGeheimenm, coautor de Resistencia Digital–, ha publicado un hilo, especulando sobre el origen de Tsunami. Grupo que dibuja como un élite técnica y vertical. Lo que no es ni bueno ni malo. Le pasa hasta a la NASA. Luján, no obstante se centra en la app, una herramienta de muy difícil infiltración policial –y, todo lo contrario, periodística–, que sólo podrá aparecer en Android, y no en IOS, por los filtros de Apple. La describe como una posible herramienta de control, vertical, capaz de lanzar y coordinar acciones descentralizadas. Pero, y aquí va lo importante, "desde la más extrema opacidad". "Una entidad de la que no sabemos nada, excepto su alto nivel de sofisticación tecnológica, está a punto de ganar el control efectivo de todo un territorio, operando desde la más absoluta oscuridad". Se trata de una herramienta que precisa de un antiautoritarismo feroz por parte de quién la domina. Y, aún así, tampoco hay garantías de que no se le vaya la bola. Es, vamos, un acceso al poder sobre la ciudadanía, que sólo exige la fe de la ciudadanía. No la información. Lo que, me temo, relaciona a Tsunami con la esencia del procesismo, esa verticalidad fundamentada no en la violencia, sino en la obediencia. En la propaganda, y en su redescubrimiento continuo: la fe ciega. Ya veremos. Lo veremos el viernes, ese día raro, como verán más abajo. Fin del inciso.

4- La metáfora que les comentaba en el punto 2 –que tras el inciso anterior queda a tomar por XXXX–, alude al hecho de que, vale, hay manifestaciones. ¿Pero a dónde conducen? ¿Cuál es su objetivo? ¿Son sostenibles?

5- Ya no son manis por la indepe –se acabaron en 2017–. Ya no son manis por los presos –se acabaron, exactamente, ayer–. Son, al parecer, contra la sentencia, y canalizan el enojo, enorme en el procesismo. Enojo por la sentencia. Y enojo por el procesismo, por su fracaso, no tanto político –que ha sido un éxito; ir tirando casi 10 años sin nada en las manos es hasta meritorio– como humano, por el hecho, en fin, de haber sido una mentira. Las protestas, y este es su límite, no someten a contradicción al Gobierno, que está más contento que un chinche con la sentencia, y hasta cierto punto con las manis, Con ambos objetos podrá edificar una campaña electoral y, tal vez, otro Gobierno no provisional. Someten a contradicción al Govern. Un Govern que en una ventanilla anima a las manifestaciones y a una desobediencia –de la que se escaquea–, y por otra reprime a los manifestantes. 131 heridos, un ojo, un testículo.

6- No se sabe si las manis contra la sentencia pasarán a ser manis contra el Govern. Es poco probable. Ese es, lo dicho, su límite. Hay pocos datos, en ese sentido, sobre a dónde van las manis. Se sabe su estructura. Son un chorreo de manis, convocadas vía canales, por varias entidades. Pueden ser sincrónicas. Mañana empiezan las marchas sobre BCN. Son como la de sobre Roma pero al revés. Vamos, no pretenden hacer caer un gobierno, sino que no caiga. Estarán integradas por personas que no están acostumbradas a que la poli/su Govern les pegue. El viernes, el día que lleguen a BCN –cuidadín; entre pitos y flautas puede llegar una cantidad asombrosa, próxima al millón–, no hay, al parecer, programa de festejos. Por primera vez flota en el aire que esos manifestantes no aceptarán la performance que las organizaciones les proponen cada año por el 11S –que si una camiseta de un color, que si gritar muy fuerte para hacer caer un muro de cartón, que si llevar la ropa interior por fuera–. A su vez, no los veo dándole para el pelo a su Govern. ¿Qué se les invitará a hacer en BCN? ¿Otra mani por la amnistía o por lo que diga el Govern? ¿Irse? ¿Ponérselo difícil al Govern con acciones propias de una manifestación en cualquier otro biotopo? Si hacen eso último no sólo significaría un cambio. Sino el nacimiento de un sujeto político, extraparlamentario, que pasara del Procés y del Govern. Ahora mismo, por ese nombre no me sale nadie.

7- Ayer, por ejemplo, afloró esa contradicción. En un momento de la noche, cuando en el Aeroport se puso chungo y la cosa perdió el tono de acampada cristiana, Tsunami –un canal que se presentó diciendo que jamás desconvocaría una mani; una alusión, una crítica a las desconvocatorias de ANC y Òmnium el 20S y el 28O del 2017, que impidieron rebelión, sedición y, en general, todo– desconvocó la concentración. Hubo gente que no se dio por aludida. Un indicio de que las asociaciones, determinantes en la canalización de la cosa, y hoy descabezadas, están perdiendo la capacidad de canalizar la cosa. De impedir que no sea contradictoria. De que afloren, en fin, los problemas que tapaban. Tapaban el hecho de que, desde 2012, no había nada. Pero nada. No solo en la Cosa. En la política cat no había, ni hay, nada, salvo la bandera y, aún con mayor intensidad, la austeridad, esa forma de violencia social.

8- Hoy, el Govern ha amanecido con esas contradicciones. Ha habido un Consell Extraordinari. En el mismo día en el que se hacen los Ordinaris. Vamos, que de Extraordinari, sólo el nombre artístico. El Govern ha acordado –tachán-tachán–, nada. Literalmente. No hacer nada, suspender su actividad –su estado natural– e ir a los actos por la amnistía, por la sentencia, o por el enfado. Mezclarse con el pueblo. Y con la poli. Sus dos negociados. El Presi Torra ha asumido esa contradicción en público. Y ha agregado que es "la del 1O". Un Govern que había vaciado de contenido –junta electoral, censo fiable, recuento fiable– un referéndum, pero que a la vez animaba a la población a participar en un referéndum. Seguimos en esa casilla.

9- Meritxell Budó –otro fruto de la selección negativa–, Consellera Portaveu del Govern, y que algún día, haya o no República, tendrá su propia serie de dibujos animados, ha ido más lejos y de manera más hilarante en el cultivo de la contradicción. Nunca pongo declaraciones, pero esta tendría que ponerla en letras de oro. Tras afirmar que el Govern "comparte la rabia de la gente", ha afirmado que "era necesario actuar –los Mossos, ayer, en el Aeroport– para preservar la integridad y la seguridad de las personas, porque en caso de romperse el cordón se entraba en el terreno de la infraestructura del aeropuerto, y tenemos antecedentes de que por ocupar las pistas te pueden acusar de sedición". Otro chiste malo y Budó puede acabar como The Joker, the movie.

10- Las contradicciones continúan. El jueves hay pleno –igual voy y me tomo un cocoloco con Steven Forti–. Está previsto que el Parlament haga algo institucional frente a la sentencia. Lamentablemente, está previsto en nuestra cabeza, y poco más. No hay prevista ninguna votación. Y parece que no harán nada. Torrent no va a sacrificar su vida política –y la otra–, por una declaración chorra y sin recorrido y aplicación. Ni, me parece, nadie. Los que animan a la desobediencia en las calles la omiten en los pasillos. El unilateralismo, al menos desde el 28O de 2017 hasta esta mañana a primera hora, ha muerto. Salvo en su vocabulario. Un vocabulario sometido a contradicción, estos días, en las calles.

11- La contradicción en Torra es preocupante, pues parece no estar programado para ella. No es un político ni un poeta, esos seres contradictorios. Es un señor con fantasías determinadas, como muchos que te encuentras en la oficina, que ha accedido a Presi por esa región del destino denominada selección negativa. Puede petar, vamos. Parece ser que se ha propuesto dejar de ser Presi por invitación del Estado. Lo dejará de ser en breve, cuando le juzguen por desacato a la JEC. Podría dejarlo de ser antes, en un ataque épico. Ha tenido ocasiones para desobedecer, individualmente y de forma mediática. Y pirarse por todo lo alto. Hoy, por ejemplo, ha tenido chorrocientas mil. Y mañana, también. Tantas como el procesismo tuvo cada día hasta 2017. Tienden a no hacerlo nunca, pero cuando lo hacen, lo hacen de la manera más aparatosa, y menos reflexionada y planificada.

12- La sensación es que en las calles pueden estar pasando dos cosas. La a) sería que desde 2012 se ha creado, vía propaganda, un monstruo. La propaganda, en fin, sólo crea eso. Un monstruo a las órdenes del Govern que, como en las pelis de monstruos, ha salido a dar una vuelta, pensando que el mundo es como el laboratorio en el que le fabricaron. La b) sería lo contrario. Una sociedad está siendo consciente de la mentira, en algún grado. Una mentira creada, me temo, precisamente para desarticular una sociedad movilizada contra el Govern y la austeridad hace años, y que fue aplastada por el peso de la bandera. Los finales de un ciclo dramático suponen, además de un fracaso social y político, un desastre. No obstante, en la vida casi nada es a) o b). Sabremos si estamos ante a) o b) en breve. Tras el viernes como máximo.

13- Aunque igual está pasando c). El enojo. Un enojo momentáneo, y justificable y excusable por la sentencia. Relativamente tolerado por el Govern y por el Gobierno, que ha desplazado 1.800 antidisturbios, menos del 10% que cuando Piolín. Está previsto que se piren en noviembre. Es decir, al final de un enfado.

14- Hoy, con el Tsunami en apagón tecnológico, había cortes de autopistas. En BCN, al menos, un par de manis a media tarde. La ANC tenía un acto muy ANC. Ir por ahí con velas, esa invitación a la melancolía. O al Corpus. ANC, Òmnium y CDR convocaban también concentraciones contra la Delegación del Gobierno en las cuatro provincias. En Girona se ha liado. Y en Tarragona. En BCN, también. Mucho. En la estética más de manifestación que de merendola de Gandhi con unicornio. Es la primera vez que ANC y Òmnium no lo controlan todo. Lo que es importante. Lo que es una contradicción que tendrá que superar, asumiendo su relevo, o pugnando por expulsar del pack poble a los nuevos manifestantes. Por lo que vi, la poli se empleó. No a nivel Vietnam/Huelga General en BCN. Se intuye que tienen órdenes de que la sangre/la contradicción no llegue al río. Aún.

15- Vuelvo a casa. Mientras escribo esto, miro TV3. Cubre la mani de perfil. TVE cubre la mani por todo lo alto, describiendo el desembarco de Normandía. Meditación: una mani retransmitida parece una corrida de toros, esa cosa en la que siempre muere alguien. Conviene recordar que una mani es una mani. Una mani es como pasear con tu hijo de 5 años. Es difícil mantener tu elegancia personal en ese trance. Es aparatosa. Un lío. Pero también un derecho fundamental, superior, hasta cierto grado –al que no se ha llegado, diría, y al que no se suele llegar–, a los disturbios y molestias que crea. Es el gran derecho afectado en la sentencia, diría.

16- Ya he escrito casi todo esto. Vuelvo a la calle. Prosiguen los altercados. A) no hay para tanto. En 2011-14, BCN vivió esas manifestaciones, más aparatosas incluso, con cotidianidad. No llegaron a la población que se manifiesta hoy, ni a los medios públicos y concertados, que hoy viven una suerte de primera vez. B) El componente humano es diferente a aquellas otras manifestaciones. Por lo que veo, es una clase media no precarizada, que va al insti o la uni, que viste bien, que utiliza un vocabulario que no les encaja con la ropa –sueltan el palabro anticapitalista con cierta facilidad–, que emite cánticos patrióticos, y que no tiene costumbre de manifestarse en modo Belfast –hacen barricadas con fuego y motos, esas cosas que suelen explotar al contacto con el fuego–, y que ni tiene experiencia frente a la policía antidisturbios –se cree que no es peligrosa; se creen que están en el mismo club, y les afean que no son dignos de la bandera que llevan en el brazo; spoiler: todas las polis del mundo son dignísimas de la bandera que llevan en el brazo; de hecho, son la bandera que llevan en el brazo–. Unos vecinos que echaban agua, desde el balcón, para apagar una barricada, dejó chorreando a dos chicas, vestidas de colorines y con la cara tapada por un jersey de marca, que les dijeron a los vecinos, con toda la naturalidad, "¿por qué nos mojáis, si estamos luchando por vosotros?". La poli, a su vez, gasta esa cosa violenta y taciturna y aleatoria –todo ello es sumamente peligroso– de cuando no les dan lo que le pide el cuerpo, y van a 100, pero deben limitarse a 30. No fue un bello espectáculo. En contrapartida, no era una multitud llamativa. La violencia parecía no tener objetivo, salvo la identidad. Salvo no ser un procesista tibio, diría. Uno de esos procesistas que hablan y mienten y no hacen nada, por los que, de hecho, se manifestaban. Contradictorio, etc.

17- Sobre las 12 de la noche. Moncloa ha sacado un comunicado. Que en Cat hay violencia generalizada. No la hay. Hay disturbios. Más tarde, otro. Que no, que lo que querían decir es que la violencia está siendo generalizada en todas las protestas. Que tampoco. El reciclaje de hechos violentos, para fabricar alta violencia con rentabilidad política, ha empezado a emitir. Lo hará mejor y sin segundos comunicados.

18- Aragonès –ERC–, ha hecho otro comunicado, muy ecuménico, en el que vincula ciudadanía e instituciones, alude a un posible 155 y finaliza con un "alejémonos de todas las actitudes violentas y depuremos las acciones no justificadas". Todo muy en la linea del procés 2017 edition. Òmnium y ANC, o al menos sus canales, no emiten nada en toda la noche. No sé lo que se quería desbordar, pero se han desbordado las organizaciones peronistas. Tienen hasta el viernes para reconducir la cosa, para inventarse algo, o para asumir su relevo, antes de que herr Doktor Tsunami accione el botón de Skynet y empiece la época Terminator en el procés.

19- El Departamento de Estado USA ha pedido moderación a los manifestantes de BCN. No entiendo esa emisión. Igual trae cola, una lógica que veremos en breve. O igual es una colgada más de Trump, que cree que BCN es un cuartel turco en el Kurdistán.

20- Puigde, con la euro-orden de Llarena, abandona su suspensión como diputat. No implica nada, salvo que puede volver a votar, de forma delegada. Y que vuelve a cobrar. Lo que, diría, es un beneficio para todos. Con la parte que me voy a ahorrar, me voy a comprar un negroni.

21- La euro-orden de Llarena sufrirá retraso, pues la ha enviado en castellano, y en Bélgica como que no. A la egregia firma España Global le aumenta el trabajo. Igual hacen un largometraje explicando al mundo que el castellano, gracias a la mejor constitución del mundo y a un modélico proceso de transición que hizo a este país, zas, la democracia más avanzada de la Premier, debería ser oficial en Bélgica.

22- Rocío Monasterio ha venido a BCN. Como Marilyn en Corea, ha animado a las tropas. Estos actos simbólicos indican a dónde conducen las políticas simbólicas. Y de qué marco salen.

23- Esto es un subidón para el R'78, lo único no sometido a contradicción en estos festejos. Se está recomponiendo tan aceleradamente que hoy le han dado el Planeta a Cercas.

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