UN HERMANO MAYOR PARA
DÍAZ AYUSO
GERARDO TECÉ
Al conocerse que el
PP de Madrid fichaba al Hermano Mayor de la tele, la primera reacción general
fue de alivio: ya era hora. Títulos universitarios aprobados de aquella manera,
másteres sacados de la manga, tramas corruptas tapadas con mentiras, lideresas
montando bronca al ser preguntadas por chanchullos familiares… Esperemos que el
Hermano Mayor Pedro García Aguado no llegue tarde, dijeron algunos despistados.
Mientras, el galardonado agradecía el premio desde su cuenta de Twitter como el
que se lleva un Goya y al recogerlo decide mostrarse triunfador y campechano al
mismo tiempo: menuda sorpresa, estoy muy agradecido. Pedro García Aguado, el
hombre que le susurraba a adolescentes problemáticos en prime time, asimilaba
que había sido nombrado director general de Juventud de la Comunidad de Madrid.
No se lo podía creer, decía. Ni él ni nadie.
Como nos mostró en
tantas emisiones televisivas, las cosas sólo se consiguen con esfuerzo y
compromiso constantes. Durante meses, García Aguado había aplaudido
públicamente todos y cada uno de los comportamientos y declaraciones de la que
ahora es su jefa, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Si Ayuso pedía más atascos, Hermano Mayor tocaba la bocina. Si Ayuso insultaba
a adversarios políticos, Hermano Mayor la jaleaba. Si, al ser preguntada por
Avalmadrid, Ayuso devolvía gritos y nunca explicaciones, Hermano Mayor
certificaba que ese era el comportamiento adecuado, poniendo sobre la mesa una
variable del método educativo desconocida hasta ese momento. Unos
comportamientos que, de haber aparecido en su programa, habrían sido combatidos
severamente. No, Isabel, deja de gritar y mírame a la cara; te digo que me
mires a la cara y me expliques qué ha pasado; no puedes andar echándole la
culpa a los demás cuando te toca dar explicaciones. De haber sido adolescente
biológica en lugar de adolescente política, Isabel habría acabado aceptando la
realidad ante Pedro. Quizá, tras someterla el Hermano Mayor al truco del
espejo. Esa que está en pantalla eres tú, Isabel, ¿te gusta lo que ves?, le
preguntaría antes de llegar a las conclusiones finales: en lugar de asumir tu
responsabilidad, te has puesto a gritar creando mal ambiente. Venga, dame un
abrazo.
La luna de miel en
la vida real entre la dirigente que arma broncas y el Hermano Mayor que las
combatía en televisión nos deja la duda de si miente la tele o miente la
política. Quizá no mienta ninguna: quizá simplemente ambas sean espectáculo
efectista. La búsqueda de la forma más sencilla de alimentar un espectáculo que
sustituya a la gestión honesta cuando esta ni está ni se la espera. Un
espectáculo que le da mascado el argumento al espectador. Eso es lo que
necesitan los jóvenes de Madrid, alguien que les enseñe valores, esfuerzo,
sacrificio; aplaudirán quienes no tuvieron problemas en votar a los que
recibieron un máster o un aval regalado por la gracia de dios. Sin esfuerzo,
sin sacrificio, sin valores. Cuando el poder aplica una fórmula, por muy
ridícula que pueda parecerle a una parte de la sociedad, es porque la fórmula
funciona. De aquí a un tiempo, esperemos que el nombramiento de Supernnany nos
ilusione ante la falta de guarderías gratuitas. Y Frank de la Jungla, a Parques
y Jardines. Pocos saben más de plantas y de bichos. Eso sí: populismo son los
otros. Siempre son los otros.
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