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viernes, 6 de septiembre de 2019

LE VOY A HACER UNA OFERTA QUE NO PODRÁ RECHAZAR


LE VOY A HACER UNA OFERTA 
QUE NO PODRÁ RECHAZAR
EMILIO DE LA PEÑA
Pedro Sánchez ha vuelto. Y lo ha hecho para dedicar sus esfuerzos a la propaganda. Fotos con una amalgama de organizaciones de la sociedad civil, entrevista de campanillas para su redifusión, y un programa de Gobierno, que en su interpretación reúne todo lo que la izquierda puede esperar. De los 52 días entre el fracaso de la última sesión de investidura y el próximo intento, Sánchez va a dedicar apenas cuatro para dialogar con los líderes de los otros partidos, al borde mismo de su aceptación para ser investido, si es que llega de verdad ese momento. Negociar sería una expresión falaz en este caso, por eso la evito. Si Sánchez quiere ser presidente necesita la abstención de los partidos independentistas. Estos suman 22 de los 48 diputados procedentes de Cataluña, y cuatro más con Bildu. Sin embargo, el presidente en funciones hace como que no existen.



En el tiempo de retiro veraniego del líder socialista, Unidas Podemos le trasladó una propuesta para negociar. De las 119 páginas que ocupaba, 108 estaban dedicadas al programa de gobierno. El resto, a plantear cuatro alternativas de su participación en el gobierno. Es más extenso, pero no difiere apenas del pactado entre el ejecutivo de Sánchez y Unidas Podemos para sacar adelante los presupuestos de 2019, aún pendientes. Eso significa que ahí no radica el problema. Sin embargo, Sánchez dijo no a ese documento. Entre la publicación del texto (poco antes de las 10 de la mañana) y el rechazo del PSOE (a las 14,31) pasaron cuatro horas y media. Esto parece indicar que ni lo leyeron. El presidente del Gobierno volvió a la vida el 21 de agosto. Desde entonces, reanudó sus reuniones con colectivos de la sociedad civil (dicen que hasta 100), que, como todo el mundo sabe, disponen de un significativo número de escaños en el Congreso para aprobar su investidura. En total han sido 24 reuniones. Ahora, ha optado por que su partido y Unidas Podemos negocien el programa común. Para ello no hay más de siete días. Y ¡peligro! será Carmen Calvo quien encabece la delegación socialista.  Aseguran en su partido que el programa presentado por Sánchez es una oferta que no podrá rechazar, aunque ni siquiera incorpora algunas de las medidas ya pactadas con UP en el acuerdo presupuestario.

En el primer intento de investidura fracasado las cosas no fueron muy diferentes. Eso sí, todo trufado de cambios continuos de argumentos, de enredos, filtraciones y mentiras. Pretendo que esto no sea un juicio de valor, sino que lo apoyo en hechos, que repasamos.

Mentir conlleva riesgos indudablemente, pero en muchas ocasiones el riesgo es mayor si no se hace, porque uno puede quedar desnudo ante una realidad que le es adversa. Quien miente en este caso puede sacar partido de ello. Una mentira aislada puede tener su desmentido inmediato. La estrategia para evitarlo suele consistir en decir muchas mentiras, algunas encubiertas. Incluso acompañarlas de frases despechadas o de largas peroratas que desvíen el objeto de discusión. Además, quien miente puede contar con una ventaja: la dificultad de comprobar sobre la marcha si lo que afirma es verdadero o falso.

Esta forma de actuar es la que ha estado practicando la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, desde que asumió la tarea, encomendada por Pedro Sánchez, de impedir un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos y echar la culpa al contrario. Ha contado con una ventaja: la pasividad, cuando no el beneplácito, de los grandes medios de comunicación, que han renunciado a comprobar si lo que decía era cierto. Todo lo más, los medios se sonrojan con las maneras en las que Calvo se expresa.

Así corre el riesgo de pasar por ridícula, pero no por mentirosa al servicio de una causa. Es como aquel cojo que se apoyaba en un paraguas los días sin una nube: prefería hacer el ridículo a mostrar su cojera.

Aunque los enredos verbales de la vicepresidenta son cuantiosos, trato de entresacar algunas de sus falsedades. 25 de julio. Calvo había conseguido la tarde anterior desbaratar cualquier intento de negociación con Unidas Podemos. Entrevistada por la Cadena SER aseguró: “Hemos tenido la gallardía de no filtrar nada”. En este caso, para mentir se necesita también una tremenda caradura, al implicar, sin riesgo alguno, a los medios de comunicación en la jugada. “Lo conocieron todos los españoles a través de ustedes, los medios”. Se refería al documento enviado a los medios por su secretaría tras manipularlo. Era un texto de UP con propuestas para la negociación, con un encabezado falseado bajo el título “Exigencias de Unidas Podemos al PSOE”. “Nos han pedido literalmente el Gobierno”.

Sé que todo esto queda ya lejos, medido en plazos periodísticos. Sin embargo, en el mes transcurrido desde entonces, nada ha cambiado. Sánchez ha pasado casi todo agosto como los osos o las marmotas en los meses más fríos, en hibernación, por contradictorio que parezca. Lo quiera, o no, se llega a la hora de la verdad con idénticas posiciones a las de julio. Por eso me parece útil analizar ese punto de partida.


¿Qué pidió en realidad el grupo de Pablo Iglesias? ¿Qué ofreció Pedro Sánchez? Veamos y comprobemos el peso de ambas propuestas en dinero, es decir con lo que cuentan en los Presupuestos del Estado. La oferta de tres ministerios y una vicepresidencia que hizo Sánchez a Unidas Podemos  sumaba en total 4.237 millones de euros, el 2,6% del gasto del Presupuesto del Estado para 2019. “Políticas muy importantes y áreas de trabajo muy atractivas” decía en otras declaraciones Calvo. Pero su celo por desbaratar todo intento de coalición y acusar a Unidas Podemos prosiguió. Tras la advertencia de Pablo Echenique de que el Ministerio de Igualdad que le ofrecían no era sino una secretaría de Estado cambiada de categoría, la vicepresidenta aparentó asombrarse en la SER para decir enfática: “Pero si ya es un ministerio, ¿No lo saben?” En esto parecía mentir no por necesidad, sino por vicio: no es un ministerio, sino una secretaría de Estado que pertenece a su departamento. Nadie salió al paso de semejante engaño.

¿Hasta dónde llegaba la codicia ministerial de Unidas Podemos, que desató el fingido enfado de Sánchez y su equipo? Basta con repasar las partidas presupuestarias de lo reclamado. En total alcanzaba una vicepresidencia, y tres ministerios: Trabajo, Sanidad y Ciencia. Se suma y alcanza la cifra de 22.237 millones del Presupuesto, el 13,5% de todo el gasto del Estado. “Unidas Podemos ha pretendido todo el tiempo negociar en una posición que no se corresponde al respeto a las urnas”, aseguró tajante la vicepresidenta. En su mentira llevaba algo de razón, porque las urnas dieron a la formación de Iglesias el 14,% de los votos, luego se habían quedado cortos. Si lo que se compara es el número de diputados, la austeridad ministerial de Unidas Podemos es aún mayor: dispone del 25% de la suma de diputados que formarían la coalición. En el último momento, Iglesias propuso renunciar a la totalidad del ministerio de Trabajo y solicitar a cambio las políticas activas de empleo. En ese caso, el porcentaje sobre el gasto total del presupuesto es menor: el 9,3%.

Elaboración propia, a partir de los Presupuestos del Estado.

Se puede argumentar que la capacidad para gobernar no depende solo del dinero del que se disponga. También es importante saber qué competencias se asumen. En este caso, las cosas no eran más favorables para Unidas Podemos. Por ejemplo, el ministerio de Vivienda ofrecido era solo la secretaría general de Vivienda y esta carece de capacidad sobre los problemas más urgentes en esta materia: la normativa sobre desahucios y desalojos, la ley hipotecaria, los impuestos sobre bienes inmuebles o transmisiones patrimoniales, la regulación que permite actuar a los fondos buitre u otras sociedades. En el caso del Ministerio de Igualdad, este no es competente para regular sobre la brecha salarial, sobre el trato a los inmigrantes, sobre los planes de enseñanza, por citar solo algunas cuestiones. En Sanidad y Consumo, la regulación del juego on line, probablemente el asunto donde más se abusa del consumidor desprotegido, no depende de este departamento, sino del de Hacienda. La capacidad regulatoria sobre estas y otras materias similares aumentaría poco la dotación presupuestaria cuantificada, pero incrementaría claramente el margen de maniobra para hacer política social.

En resumen, con plazos reducidos a su mínima expresión cuando había tiempo de sobra; con actuaciones propias de una campaña electoral, como las innumerables fotos con colectivos sociales; o la presentación de su programa urbi et orbi, y con el veto a compartir el gobierno, toda parece indicar que Sánchez se prepara antes que nadie para nuevas elecciones. Como suelen decir los sindicatos: “en las largas reuniones con empresarios que acaban sin acuerdo, sale mejor parado el que más aguanta”, por eso nadie quiere ser el primero que se levante de la mesa.

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