LA COSMOVISIÓN DE LOS ANTIGUOS CANARIOS ASOMBRA A LA UNESCO
ANA SHARIFE
Los aborígenes
canarios dominaron el conocimiento astronómico como pilar del conjunto del
saber sagrado sobre el que se sustentaba todo su mundo. Un conocimiento que les
permitió determinar el tiempo de cosechas, o prever si la preciada lluvia
llegaría para sobrevivir.
El yacimiento
rupestre Risco Caído, situado en Artenara (Gran Canaria), testimonia la cúspide
de una cultura insular desaparecida que, en situación de aislamiento, fue capaz
de desarrollar una cosmovisión única en su género. Un oratorio desde el que
observaban y precisaban el paso de los astros a lo largo del ciclo anual.
De marcado carácter
arqueoastronómico, estamos ante uno de los hallazgos arqueológicos más espectaculares
en la historia reciente de Canarias, y única candidatura española que aspira en
2019 al reconocimiento de Patrimonio Mundial de la Unesco, cuya cita se está
desarrollando estos días en Bakú (Azerbayán). La decisión de si el templo
aborigen de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria tiene un “valor
universal excepcional” se conocerá previsiblemente este 7 de julio después de
la defensa de la candidatura por la delegación española.
Un halo de misterio
sobrevuela todo lo que rodea a la cultura aborigen de Canarias. Sus pobladores
miraban al cielo en busca de respuestas. Creían, por ejemplo, que los espíritus
de sus antepasados vivían en el sol, y que cada mañana a su salida por el Este
aparecían por el firmamento, realizando el itinerario diurno hasta que
finalmente desaparecían, para de nuevo regresar al día siguiente.
Entre los
equinoccios de primavera y otoño, la luz que penetra por una abertura de la
espectacular bóveda de la cueva principal de Risco Caído se proyecta sobre la
pared de enfrente, recorriendo e iluminando los grabados prehispánicos, en lo
que podría haber sido un ancestral ritual de fertilidad.
Situada en las
cumbres occidentales de Gran Canaria, Artenara (que viene del bereber y
significa “lugar escondido entre rocas”) destaca por ser el municipio más alto,
con menos población y con más cuevas repartidas al borde de las abruptas
laderas, constituyendo una excelente plataforma desde donde contemplar las
panorámicas del Roque Nublo, el Bentayga y, en definitiva, de toda la cuenca de
Tejeda.
Considerado Bien de
Interés Cultural, el complejo arqueológico también incluye un sistema de
excepcionales asentamientos trogloditas, integrados inteligentemente en el
medio y el territorio. Se trata, por lo tanto, de un patrimonio excepcional que
expresa un proceso único e irrepetible en la evolución insular, asociado a la
astronomía cultural y sus paisajes.
El yacimiento fue
adquirido por el Cabildo de Gran Canaria en 2012, atendiendo a la
extraordinaria importancia del descubrimiento y a la excepcionalidad de aquella
cavidad, de la que destaca la Cueva 6, un espacio de planta circular y con una
espectacular bóveda de más de cuatro metros de alto que posee una claraboya
orientada al naciente.
Un futuro Centro de
Interpretación servirá de lanzadera para el conocimiento del patrimonio
cultural del interior de la isla y como complemento interpretativo de Risco
Caído, cuya difusión es prioritaria para Cabildo y Ayuntamiento, y que, sin
embargo, es “extremadamente frágil”, según estudios encargados por la
Corporación Insular a geólogos independientes y a otros vinculados al Instituto
Eduardo Torroja del Centro Superior de Investigaciones Científicas, así como a
arquitectos y especialistas en restauración y conservación.
Entre las 37 candidaturas
presentadas este 2019 a Patrimonio Mundial de la Unesco se incluye como única
candidatura española Risco Caído y el paisaje cultural de las montañas sagradas
de Gran Canaria. El comité de se reúne desde este lunes 1 de julio y hasta el
próximo 10 de julio en Bakú para decidir cuáles serán los nuevos bienes
culturales que se inscriban en la Lista de Patrimonio Mundial.
Está previsto que
la decisión se tome el 7 de julio en reunión plenaria. La defensa de la
candidatura estará a cargo de una delegación formada por el director general de
Bellas Artes, Román Fernández-Baca, la subdirectora general de Protección del
Patrimonio Histórico, Elisa de Cabo, y el embajador delegado permanente ante la
Unesco, Juan Andrés Perelló, quien durante una visita a Gran Canaria declararía
hechizado: “Esta belleza condensada y la historia que acumula es más que
suficiente” para sumarse al club de sitios de la humanidad. Una lista integrada
por maravillas como la Alhambra, las cuevas de Altamira, el Alcázar de Sevilla
o el Parque Nacional del Teide
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