INÉS ARRIMADA AL SOL QUE
MÁS CALIENTA
DAVID TORRES
A Carlos Pérez,
senador de Ciudadanos, le pegó el otro día un subidón de adrenalina y comparó a
Inés Arrimadas con Rosa Parks. Muchos pensaron que se refería a que ambas
tienen piernas, culo y columna vertebral, pero en su mensaje Pérez aclaraba
que, al igual que Rosa Parks, desafiando una ley injusta, se sentó en un
asiento reservado para blancos en 1955, Inés Arrimadas, desafiando el calor
tórrido de julio, se sumó a la marcha del Orgullo Gay en Madrid. «En 1955 Rosa
Parks se negó a cederle el asiento a un blanco» escribe Pérez. «En 2019
Ciudadanos nos negamos a cederles el Orgullo a los totalitarios».
Habrá que tomar a
Pérez por un poeta de la vieja escuela, o al menos por un ingeniero en figuras
retóricas, ya que es difícil incluir más antítesis, paradojas y antífrasis que
las contenidas en estos dos escuetos versículos. Inés Arrimadas con la cara
pintada de betún, como Al Jolson en El cantor de jazz. Los miles y miles de
homosexuales que llevan décadas luchando por sus derechos -y a quienes les
asquea ver a una banda de oportunistas y provocadores subidos a su carroza-
transformados en totalitarios a golpe de tecla. Ciudadanos, un partido que ha
firmado pactos con una formación repleta de homófobos y retrógrados, orgulloso
propietario del Orgullo Gay.
Lo más ridículo de
todo es que, varios de quienes portaban en primer plano la bandera arcoiris con
la sola intención de montar un pollo, jamás en su vida han participado en el
desfile del Orgullo. No por homofobia, ni mucho menos, sino porque son gente
que no soporta la algarabía, los decibelios y la alegría obligatoria. Yo mismo,
por ejemplo, procuro alejarme lo más posible de ese tipo de saraos: hay tantas
posibilidades de encontrarme subido a una carroza del Orgullo Gay como de que
vaya un día a correr los Sanfermines o a bailar en una discoteca de Ibiza. Me
parece sumamente sospechoso apuntarse a una fiesta que ni te va ni te viene
para defender los derechos de un colectivo minoritario cuando en realidad lo
que estás haciendo es barrer para adentro.
Por lo demás, la
supuesta violencia cometida contra Inés Arrimadas y los mártires de Ciudadanos
en plena calle ha sido ampliamente rebatida por un informe policial en donde
queda meridianamente claro que no hubo agresión física de ningún tipo (todo lo
más insultos, el lanzamiento de una botella de plástico vacía y chorros de
agua) y que los dirigentes de Ciudadanos no obedecieron en ningún momento las
instrucciones proporcionadas por las fuerzas de seguridad. Probablemente,
también la policía madrileña sea fascista o ETA o esté financiada por Irán o
por Venezuela, o todo eso la vez. Cualquier día Felisuco va a aclararnos el
asunto en uno de sus monólogos.
La metamorfosis de
Inés Arrimadas en la Virgen de la Moreneta tuvo lugar debido a una aleación de
altas temperaturas, confusiones semánticas y mucha jeta. Es una negra del
método: del método de dar la brasa. No es la primera vez ni será la última que
los líderes de Ciudadanos se amparan detrás de la careta de una etnia oprimida,
como aquel día glorioso en que Albert Rivera hizo un encendido elogio de Nelson
Mandela olvidando que Mandela, en su día, fue acusado de comunista y de terrorista.
El día en que se entere de que también era negro, la que se va a liar.
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